Escuela para padres
"Los ejemplos corrigen mejor que las reprimendas".
Voltaire
El sol ya se hacía sentir esa mañana de abril, en esa finca, llena de árboles y flores, rodeada por los monumentales Andes. Nos hallábamos a unos 2800 metros de altura, a 60 km. de la ciudad de Cusco y a 3 kilómetros del pueblo llamado Urubamba, en el Valle Sagrado de los Incas. Un paraíso con su huerta, sus acequias y su estanque, sus patos y sus gansos, la visita de los picaflores, un sitio ideal para la contemplación y la reflexión. Estábamos sentados en unos troncos cortados en forma de butacas, frente a una mesa de madera, a la sombra, en medio del exuberante jardín.
Antón Ponce de León, psicoterapeuta, escritor, conferencista, fundador, hace 36 años, -junto con su mujer, Regia- de Samana Wasi (La Casa del Descanso, en quechua), una comunidad dedicada a albergar niños abandonados y ancianos, está entusiasmado. A sus 78 años, tiene ahora otro sueño, o bien otra misión: plasmar los espacios necesarios para crear lo que él llama una "escuela de vida", es decir, fundamentalmente una escuela para padres y otra, con talleres y juegos, para sus hijos.
"Mira siempre más allá de lo logrado", reza un cartel colgado entre las ramas de los árboles. "La vida no es un arco, donde nacemos y morimos- argumenta nuestro interlocutor-, la vida es una línea indefinida, tendida hacia el Universo. En estas casi cuatro décadas, en nuestra labor aprendimos mucho. Ahora hay que dar el segundo paso. Siempre con el propósito de ayudar, de servir a la comunidad. Y el peor defecto de una comunidad es la falta de educación -subraya-. Queremos crear una escuela de vida para padres de familia, porque, lamentablemente, nadie estudia para ser padre. Y, asimismo, quisiéramos poner una escuela complementaria, con talleres de valores para niños y jóvenes".
Ponce de León cree que cuando se recuperan los valores se recupera la identidad, y que un pueblo sin identidad está llamado a desaparecer. En esas escuelas se enseñaría a respetar las tradiciones, a convivir en armonía. Para ello se va a preparar a profesores de primero y segundo nivel, y se va acudir a psicólogos para que conversen con los progenitores. A los adultos se les va a inculcar lo que es la responsabilidad de ser padres, de ser personas maduras, y a los niños habrá que hablarles desde los siete años en adelante, mostrarles que "tu vida es muy importante y tienes que amarla". Lo que falta, además de educación, es amor, comenzando por el amor por uno mismo, que no es egoísmo. El trabajo es un trabajo conjunto y paralelo entre padres e hijos. En su esencia, "no se trata de un tema moral, sino ético" -sostiene-. Y aclara: "La moral es una creación humana. La ética viene con cada uno de nosotros, con lo que somos". Claro que para llevar estas ideas a la práctica necesita tener el lugar físico, construir dos establecimientos más, formar gente, es decir, ayuda económica. Desde Austria ha recibido señales de interés y, justamente, en estos días Antón está hablando de su proyecto en varios países de Europa que quieren escuchar la propuesta de este sabio andino.
Es que en estos tiempos de niños y púberes armados, ladrones, borrachos, asesinos, drogados, niños de la calle, niños desamparados, desasistidos o explotados por un lado, y niños despóticos, consumistas, mimados y consentidos, por el otro, ¿por dónde se empieza?
El vuelco que le hizo dar a la educación el famoso pediatra y pacifista norteamericano de los años 50, el doctor Benjamin Spock, con su libro, traducido en ese entonces a decenas de idiomas, ( Tu hijo. Enciclopedia de los padre s), todavía se hace sentir hoy. El doctor Spock, llamado "el padre de la tolerancia", con las mejores intenciones del mundo y con mucha razón también en aquellos tiempos de educación represora, quería quebrar el autoritarismo y el sistema tradicional de crianza, llevando a los padres a una actitud mucho más permisiva. El resultado está a la vista en la actualidad. La cuestión no es maniquea, sino muy compleja, muy delicada, y los matices son muchos.
Hace ya diez años, en su libro significativamente titulado La tragedia educativa , Guillermo Jaim Etcheverry afirmaba que "los verdaderos pedagogos nacionales de los jóvenes son: la televisión, la publicidad, el cine, el deporte, la música popular, la política y todo lo que entre en los espacios de celebridad que ellos definen". A muchas de estas cosas se deben los descontroles de la droga, el alcohol y otras violencias de todos los días .
Últimamente, hemos escuchado en la Argentina varias voces pidiendo la implementación de "escuelas para padres". En Francia hay y hubo iniciativas así. En su momento, Francoise Dolto, por ejemplo, hizo un interesante aporte: inauguró una línea telefónica para consultas de los padres con dificultades.
Enseñanzas para progenitores ya existieron en nuestro país. Recordemos que, entre nosotros, Eva Giberti, toda una autoridad, fundó una escuela en los años 50 que funcionó prácticamente durante dos décadas, siguiendo los lineamientos psicológicos "spockianos" y los sistemas educativos de aquella época, con sus ya mencionadas y -a la luz de lo sucedido- discutibles innovaciones. En esa misma línea, interesante en aquel entonces pero polémica después, hubo cursos para padres en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. En el Hospital de Niños también se dictaron clases para padres, pediatras, maestros, psicoanalistas, asistentes sociales y expertos en Ciencias de la Educación.
En nuestros días -y contemplando las problemáticas actuales de la familia, que son muy, pero muy distintas- hay una Escuela para Padres en la Asociación Psicoanalítica Argentina. Nos comentaron, también, que en Godoy Cruz, Mendoza, hace años que funciona una Escuela para Padres. Por medio de talleres , allí se enseña a poner límites sin caer en el autoritarismo, y también se recalcan los valores y principios, todo bajo el lema del amor.
El tema de los "límites" parecería ser clave. Para la doctora Solana Orlando, psiquiatra y terapeuta sistémica de Buenos Aires, "todavía hoy no sabemos bien qué es el tema de los límites . En esto, también, hay modas. El doctor Spock fue una escuela para padres, pero al final él mismo pidió disculpas por sus errores, lo cual no es poco". La madre de Solana, Zulema Storani de Orlando, fue asimismo una pionera en la Argentina: con Carlos Rodari tenía un programa de radio (1955-1960) que, justamente, hacía docencia con los padres.
Su hija está convencida de que lo más difícil del mundo es "enseñar", en el sentido académico, pero que una interacción entre padres y especialistas en escuelas sería muy valiosa. "Es más rico contar con un lugar para compartir las angustias que todo padre tiene con sus hijos, que leer un artículo, un libro o escuchar a alguien dictando cátedra sobre el tema."
A nuestros padres o abuelos se los tildaba de autoritarios, y seguramente lo eran, ya que nos coartaban muchas libertades y nuestra educación se basaba en la obediencia. Sin embargo, según la doctora Orlando, "Nuestros padres eran coherentes. Tenían actitudes muchas veces criticables, pero fueron coherentes con esas actitudes durante siglos. Y la coherencia no enloquece".
Jaime Barylko, en la antología de reflexiones editada post mortem Meditaciones para vivir mejor tocó este dilema: "El que sea padre, la que sea madre, debe jugarse en la afirmación. Lo digo claro: hay que intervenir y con firmeza. Es tu hijo, es tu responsabilidad"(?) Y también: "No se propicia retornar al autoritarismo rígido y cruel. Se trata de vivir la vida con racional equilibrio. El que crece en un ámbito de amor y de límites, de cooperación y confrontación a la vez, crece fuerte y con confianza en sí mismo".(?) El adolescente necesita que sus padres no sean adolescentes".
Volvemos así al tema de los límites, pero también al del amor.
Ponce de León, en su Perú rural y andino, y muchos padres, terapeutas y educadores de las grandes ciudades, se están planteando seriamente el asunto. Porque la violencia infantil de hoy está más allá de la clase social o del nivel económico.
¿Dónde se encuentra ese punto medio que eduque en el equilibrio y en la armonía, en el respeto de los valores y en respeto por uno mismo? ¿Cómo transformar esta nueva realidad , totalmente invertida con respecto al pasado, donde los padres, muchas veces, les tienen miedo a sus hijos?
"Escuelas para padres"?Ya la frase implica una toma de conciencia, una humildad y una apertura de la mente y del corazón por parte de los progenitores. ¿Estará entonces dentro de este mismo enunciado gran parte de la solución?
lanacionar