
Expandimos la secundaria: ¿cuál es el próximo desafío?
Antiguamente, para evitar el analfabetismo era suficiente ir a la escuela. Hoy en día, ya no alcanza con que los niños y jóvenes asistan a la escuela, es necesario que se les enseñe y puedan aprender.
En los últimos años se observa una mayor participación de jóvenes en la escuela secundaria: entre 1980 y 2022 la tasa de cobertura para jóvenes de 15 a 19 años pasó de 42,5% a 79,2%. En este tiempo también creció notablemente la tasa de graduación secundaria: en 1980, entre los jóvenes de 20 a 24 años, solo 30% había concluido el nivel secundario, mientras que en 2022 esta proporción se elevó por encima del 76%. Al mismo tiempo, los aprendizajes, medidos tanto por pruebas estandarizadas como por la percepción de todos los actores del sistema, vienen en caída. Según los resultados de PISA, en el 2000 el 44% de los alumnos de 15 años en la Argentina tenían un rendimiento en Lengua por debajo del nivel medio, mientras que en 2022 este porcentaje subió a 54%. En el caso de matemática, los valores son todavía más alarmantes. En el 2000, el 64,1% de los alumnos no alcanzaba el nivel mínimo y en 2022 la cifra subió al 73%.
¿Qué pasa con los graduados de este secundario? Según surge de PISA 2022 que más del 70% de los jóvenes de 15 años manifestó tener expectativas de concluir los estudios universitarios.
Es decir, las altas tasas de graduación ilusionan con un futuro universitario, pero generan falsas expectativas que no se cumplen. Según datos del último censo de 2022, solamente el 12,5% de los jóvenes de 25 a 29 años tiene estudios universitarios completos.
En este contexto, nos debemos un debate profundo sobre las razones. ¿El sistema educativo no los preparó de manera adecuada para poder enfrentar con éxito los nuevos desafíos? ¿El ingreso al mercado laboral trunca las carreras universitarias? ¿Carecen de la preparación necesaria para poder llevar a cabo su aspiración de alcanzar un título universitario? ¿No son suficientes la gratuidad y el acceso irrestricto a las universidades públicas para que estos jóvenes puedan llevar adelante su proyecto universitario?
En cuanto a la preparación previa, mostramos que los aprendizajes han caído y el título secundario no es garantía de tener niveles satisfactorios en lengua y matemática. De esta forma, unos pasos claves en la igualdad de oportunidades son focalizar el esfuerzo en mejorar los aprendizajes de la primaria y secundaria y trabajar para que el título secundario sea una credencial sólida y fuente de oportunidades tanto para los jóvenes que llegan a ser universitarios como para los que no. Este último grupo, el de los no universitarios, termina siendo el mayoritario. Sin aprendizajes básicos, los jóvenes no estarán preparados para realizar estudios universitarios y difícilmente lo estén para entrar con solidez al mercado laboral y/o para llevar a cabo estudios no universitarios.
Para igualar oportunidades debemos nivelar la cancha ofreciéndoles a los jóvenes oportunidades reales, que sólo serán posibles si ellos cuentan, al menos, con las habilidades básicas de comprensión de textos y resolución de problemas matemáticos. Es necesario que puedan aprender y estén preparados con solidez para enfrentar los desafíos que el futuro les presentará, ya sea que elijan ser universitarios como no. No hay tiempo que perder, nuestros niños y jóvenes merecen mejores oportunidades.
Orlicki, doctora en Economía especializada en temas educativos y docente adjunta de la Escuela de Educación de la Universidad Austral; Adrogué, Phd en Economía, profesora titular de la Escuela de Educación de la Universidad Austral