Alumnos del Nacional de Buenos Aires dañaron un histórico templo porteño
Intentaron quemarlo y pintaron leyendas ofensivas; el centro de estudiantes del colegio, que sigue tomado, culpó a cinco jóvenes que serían expulsados
Un penetrante olor a quemado, rastros de fuego en un antiquísimo altar construido en el siglo XVIII y el amenazador mensaje "La única iglesia que ilumina es la que arde" pintado en el piso. La iglesia San Ignacio de Loyola, el templo más antiguo de la ciudad, fue vandalizada ayer por un grupo de alumnos del vecino Colegio Nacional de Buenos Aires, que enfrentaría ahora la expulsión de esa institución.
Si bien los responsables no fueron identificados aún por las autoridades, el propio centro de estudiantes del colegio, tomado desde la semana pasada en rechazo a la reforma curricular del secundario, acusó a un grupo de alumnos de esa misma institución por el hecho, que atribuyó a la presunta intención de perjudicar la medida de fuerza.
"Los vándalos prendieron un fuego, lo rociaron con un combustible y se fueron. Es un milagro que no se haya incendiado todo, ya que hay mucha madera aquí adentro", afirmó Francisco Baigorria, el párroco de la iglesia, que había sido restaurada recientemente.
Según explicó el padre, durante la madrugada de ayer ingresó un grupo de jóvenes a través de uno de los antiguos túneles subterráneos que conectan la iglesia con el colegio. Una vez adentro, los intrusos prendieron fuego uno de los bancos y el sillón sacerdotal; pintaron leyendas anticlericales, como "Hipócritas: ni Dios ni amo", en el piso, e incluso orinaron sobre el altar. Además, quemaron parte de un altar secundario, el "altar de San José", una obra de madera tallada construida en el siglo XVIII.
"A la tarde del día anterior ya habíamos encontrado el candado de ese túnel roto. Lo reemplazamos, pero luego a la madrugada siguiente nos encontramos con esta escena", agregó Baigorria.
Las autoridades del colegio, quienes acudieron inmediatamente a la iglesia, cuando fueron informadas de estos hechos, afirmaron que si bien aún no habían identificado a los responsables del vandalismo sí confirmaban que habían ingresado al templo a través del colegio por un túnel, que tiene cuatro puertas que tuvieron que abrir a la fuerza para poder llegar hasta la sacristía de la iglesia.
"No sabemos aún quiénes son los responsables de semejante acto de violencia, pero seguramente serán expulsados por la gravedad de los hechos -afirmó a LA NACION el rector Gustavo Zorzoli-. Estos actos exceden la toma y son inaceptables. Hace décadas que no ocurre algo tan grave en el colegio."
Por otra parte, desde el centro de estudiantes señalaron como responsables a cinco alumnos de los últimos años del secundario, quienes aparentemente habrían actuado sin el consentimiento ni el conocimiento del centro estudiantil.
"Repudiamos absolutamente lo que hicieron en la iglesia. Creemos que fueron alumnos del colegio que están en contra de la toma, y que lo hicieron para desprestigiar la lucha del movimiento estudiantil y desviar el eje del conflicto", señaló Nicolás Cernadas, vocal del centro de estudiantes.
Según explicó Cernadas, un alumno que hacía guardia durante la madrugada reconoció a los intrusos y le informó al resto de los estudiantes que dormían en el colegio quiénes habían sido los responsables. Luego, los mismos transgresores habrían admitido su participación en los actos vandálicos. Sin embargo, los nombres de estos estudiantes no trascendieron.
"Pedimos disculpas, pero nos deslindamos del caso", sostuvo Juan Manuel Cuello, presidente del centro de estudiantes, luego de una asamblea, y aclaró que no iban a ser ellos quienes dieran los nombres de los autores. Las autoridades del colegio, mientras tanto, confirmaron que el padre Baigorria realizó la denuncia correspondiente y que la causa ya estaría judicializada.
En una última asamblea, ayer por la tarde, los alumnos, evidentemente nerviosos por la situación, votaron continuar con la toma y realizar una marcha, hoy, a las 14, desde el Ministerio de Educación de la Nación hasta el de la Ciudad, para reclamar por la suspensión de la reforma del secundario impulsada por el Consejo Federal, algo que, de todos modos, no afectará a ese colegio, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Precisamente el rector de la UBA, Rubén Hallú, máximo responsable de este colegio preuniversitario, rechazó fuertemente los destrozos y, mediante un comunicado, pidió que se termine con la medida de fuerza. "Esto ocurre en un contexto que nos preocupa, una medida de fuerza en la que las autoridades no pueden ingresar a la institución y tampoco pueden velar por la seguridad de los estudiantes y los bienes de la universidad. Solicitamos que quienes promueven y apoyan la toma también asuman la responsabilidad de haber facilitado el ingreso de personas desconocidas a la institución y de estos gravísimos hechos", afirmó Hallú.
"Esto claramente va en contra de nuestro espíritu y vocación de diálogo permanente. En este sentido, convocamos a los padres y alumnos a que reflexionen sobre lo sucedido, reparen, dentro de lo posible, los daños y que prime la cordura facilitando el regreso a la normalidad en forma inmediata, para no tener que lamentar nuevos hechos de esta índole", agregó.
La iglesia de San Ignacio de Loyola es la más antigua de Buenos Aires. Fue construida enteramente en adobe por los jesuitas en 1675, pero fue cambiando hasta que, en 1734, se consagró el edificio que sobrevive en la actualidad. Al lado de la iglesia, sobre la calle Bolívar, los jesuitas también construyeron el Colegio San Ignacio o Colegio Grande, que en 1863 se transformó en el Colegio Nacional de Buenos Aires.