La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos incorpora a otro argentino: Gabriel Rabinovich
Es uno de los nombres más destacados de la ciencia local; sus estudios la galectina, una proteína que cumple funciones cruciales en el cáncer y la inmunidad, recibieron reconocimiento internacional
La noticia lo sorprende cuando está dedicado a sus trabajos de investigación en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme), preocupado por seguir avanzando en su proyecto de un anticuerpo monoclonal contra el cáncer y en plena organización del Simposio Internacional "Ganando la guerra contra el cáncer", que el 12 y 13 de este mes reunirá en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires a investigadores argentinos y extranjeros que trabajan en la frontera del conocimiento: la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NAS) incorporará a Gabriel Rabinovich, uno de los nombres más destacados de la ciencia local, como miembro asociado extranjero.
"Me puso muy contento –confiesa–. El nombramiento es un trayecto largo y complicado, porque hay que pasar por siete comités difíciles, y uno compite con gente que trabaja con más dinero que en la Argentina." A los 47, es uno de los científicos más jóvenes que se incorporan como asociados extranjeros y su elección fue unánime.
En su comunicado, la Academia informó que este año incorporó a 84 nuevos miembros y 21 asociados extranjeros de 14 países, lo que eleva a 2291 el número de miembros activos y a 465 el de asociados extranjeros. Entre ellos, hay alrededor de 200 premios Nobel. Además de Rabinovich, este año se incorpora sólo otro latinoamericano, el astrónomo Julio Fernández, decano de la escuela de ciencias de la Universidad de la República, de Montevideo.
La distinción es una de las más preciadas del mundo científico. Según se indica en la página web de la NAS, "Los miembros y asociados extranjeros de la Academia son elegidos en reconocimiento a sus logros distinguidos y continuos en investigación original" y formar parte de ella "es considerado uno de los honores más elevados que pueden ser acordados a un científico".
Rabinovich se convierte así en el séptimo miembro extranjero asociado de la Argentina que integra la institución, que es órgano consultor del gobierno federal de ese país. Sus antecesores son el bioquímico del Instituto Leloir, Armando Parodi, Francisco de la Cruz, del Centro Atómico Bariloche, Alberto Frasch, biólogo de la Universidad de San Martín, la ecóloga Sandra Díaz, de la Universidad Nacional de Córdoba, el geólogo Víctor Ramos , de la UBA, y el biólogo molecular Alberto Kornblihtt, incorporado en 2011.
Gabriel Rabinovich viene protagonizando en la última década destacados aportes a la investigación del cáncer y la inmunología. Investigador del Conicet y profesor visitante de la Universidad de Harvard, identificó y caracterizó una proteína, la galectina, que cumple un rol clave en el escape tumoral y en la regulación del sistema inmune.
Es editor de una docena de revistas científicas y profesor visitante de las universidades de Harvard, de Maryland y de París. Recibió la beca Guggenheim, los premios Houssay, y Bunge y Born a investigadores jóvenes, y en 2014 el Bunge y Born al investigador consagrado en medicina experimental, el premio de la Fundación Mizutani (en Japón), el de la Academia Mundial de las Ciencias (TWAS) y el Konex de Platino, entre muchas otras distinciones.
Graduado en la Universidad Nacional de Córdoba, Rabinovich hizo toda su carrera en el país y es un referente internacional en el estudio de la galectina-1, una proteína que cuando hizo su doctorado era desconocida. Junto con su equipo de investigación y tras más de veinte años de estudios, el científico descubrió que la galectina-1 es una verdadera "piedra Rosetta" del cáncer y la inmunidad: explica mecanismos que les permiten a los tumores escapar del sistema inmune y crear nuevos vasos sanguíneos, pero también modula la respuesta inmune. Sus últimos trabajos permitieron develar por qué ciertos tumores son refractarios a las terapias actuales y proponer un tratamiento que ya despertó el interés de importantes compañías farmacéuticas.
"Hoy es uno de los días más felices de mi vida –dijo Rabinovich al agradecer el premio Bunge y Born–. Éste es un premio de todos. Estoy convencido de que nuestra ciencia puede volar aún más alto."
Y en una entrevista con este diario destacó: "Estoy muy contento, porque nuestros avances fueron logrados totalmente en la Argentina. Cuando empezamos tenía mucha inseguridad. No sabía si lo que teníamos entre manos era algo realmente relevante. Cuando encontramos la proteína, muchos eran escépticos, pero después de más de 20 años pudimos demostrar que tiene implicancias universales en muchas enfermedades, que hay empresas farmacéuticas que están interesadas no sólo en desarrollar productos, sino en crear subempresas vinculadas con galectina-1 para autoinmunidad, para enfermedades neurodegenerativas... Pero probablemente la alegría mayor sea que gracias a estos descubrimientos se hayan formado muchos chicos en laboratorios del interior y del exterior. Siempre soñé con tener una gran familia y hoy soy hijo científico, padre científico, tío científico y, ahora, abuelo científico."
Su trabajo ya arrojó nueve patentes, de las cuales tres ya fueron otorgadas y se encuentran en proceso de licenciamiento.
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