LAPA: de la tragedia aérea a la muerte de su dueño piloteando su propio avión
En abril de 2003, la aerolínea presentó su quiebra, marcada por el fatídico accidente donde murieron 65 personas y 34 resultaron heridas; su dueño, Gustavo Andrés Deutsch, falleció al estrellarse en Nordelta
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Lo que para Gustavo Andrés Deutsch era un sueño -volar y tener su propia aerolínea- acabó convirtiéndose en el motor que terminó con la vida de 65 personas y lo encaminó a él mismo hacia un destino final casi kármico. En la tarde del 14 de septiembre de 2014, el exdueño de Líneas Aéreas Privadas Argentinas (Lapa) era foco de las noticias locales, aunque no por el fatídico accidente que uno de los aviones de su empresa había protagonizado 15 años atrás, sino porque la avioneta que piloteaba había caído en un barrio de Nordelta, acabando así con su vida y la de su esposa.
Deutsch, nacido en Praga, había llegado a la Argentina a sus diez años cuando, al terminar la Segunda Guerra Mundial, su familia decidió dejar Europa. En la entonces Checoslovaquia, su padre era dueño de la cadena de supermercados Te-ta, una marca que copió a nivel local y se tradujo entonces a Casa Tía. “Había una costumbre muy instalada en mi país en el que cada vez que te faltaba algo en tu casa las personas te aconsejaban ‘andá a pedírselo a tu tía’”, explicó alguna vez el empresario sobre la marca.
Sin embargo, su sueño empezó a concretarse más tarde, en 1975, cuando por un intento de secuestro a un alto directivo de la compañía de supermercados el ejecutivo checo viajó a Estados Unidos, donde inició sus estudios como piloto.
Nueve años después, entregó unos campos de su familia como parte de pago y, a cambio, recibió la empresa Lapa junto a dos aviones de modelo Saab que hacían la ruta a Colonia y contaban con 30 plazas. Su entusiasmo era infinito.
Del éxito a la tragedia
Al cabo de un tiempo, la compañía aérea era un éxito: concentraba un 30% del mercado local, le competía a Aerolíneas Argentinas y crecía cada vez más en la región. Su filosofía se basaba en generar el menor costo posible -Deutsch, además de ser dueño, se encargaba de atender los llamados telefónicos y firmaba los cheques de los sueldos de sus 1200 empleados- y en vender así pasajes baratos (el trayecto a Córdoba costaba 39 pesos, lo mismo que el ómnibus).
Todo marchaba bien para Lapa y Deutsch se calificaba a sí mismo como “el Saint-Exupéry argentino”, comparándose con el aviador y escritor francés. Hasta que pasó lo peor.
El vuelo 3142, en el que viajaban a bordo 103 personas -98 pasajeros y cinco miembros de la tripulación-, tenía planeado salir del Aeroparque Jorge Newbery hacia la Ciudad de Córdoba el 31 de agosto de 1999. Pero nunca despegó.
El Boeing 737 no consiguió despegarse del suelo de la pista 13 y a las 20.54 sucedió la tragedia. El avión traspasó la reja del aeropuerto, embistió dos autos que circulaban por la Costanera Norte, dio contra una planta reguladora de gas y terminó estrellándose en el campo de golf de Costa Salguero, Driving Range.
El saldo fueron 65 muertos: el piloto, Gustavo Weigel, el copiloto, Luis Etcheverry, la primera oficial, Verónica Tantos, 60 pasajeros y dos transeúntes de uno de los autos que circulaban por la avenida, un Chrysler Neón. Además, el accidente dejó 34 heridos, entre quienes hubo 31 personas que lograron escapar del incendio que acechaba a la nave.
Una catástrofe evitable
Más tarde, el audio de las conversaciones entre Weigel y Etcheverry en la previa del accidente revelaron algunos detalles de las negligencias que se cometieron a bordo del Boeing. Desde la “sequita” que el comandante le pidió a la primera oficial -cuando estaba prohibido fumar en la preparación para el despegue-, la ignorancia del comandante sobre el tipo motor del avión, hasta la falta de conciencia en el momento en que comenzó a sonar una chicharra... todo indicó que se trataba de una tragedia evitable.
Apenas lanzó el “despegamos”, Etcheverry bromeó, hablándole por la radio a otro comandante: “Correte, Adrián, que te piso”. En ese mismo instante, empezó a sonar una alarma que avisaba que los pilotos se habían olvidado de extender los flaps, dispositivos que sirven para sustentar el avión en las velocidades del despegue.
“No, no, no, ¡eh!”, manifestó entonces el comandante, como negándose a suspender la operación, algo que, según los expertos, habría evitado la tragedia. “¿Qué mierda pasa?”, continuó. El copiloto seguía con lo suyo, expresar los códigos propios de la aviación: “Take off thrust set, speed alive”. “No sé qué es lo que es, viejo, pero está todo bien”, continuaba Weigel, obstinado en su postura de que no había problema alguno.
Fue así que, 26 minutos después, un sonido de impacto marcó el final de la compañía aérea y abrió un proceso judicial que culminaría con dos leves condenas. Valerio Francisco Diehl y Gabriel María Borsani, jefes inmediatos de los pilotos del vuelo, recibieron el 2 de febrero de 2010 tres años de prisión en suspenso por estrago culposo.
El presidente de LAPA, Deutsch, su segundo, Ronaldo Patricio Boyd, el gerente de operaciones, Fabián Chionetti, y la gerente de Recursos Humanos, Nora Arzeno, fueron absueltos según lo que dictaminó en un fallo dividido el Tribunal Oral Federal N° 4. Por su parte, los funcionarios Damián Peterson y Diego Lentino fueron sobreseídos por prescripción de la causa.
Un final en el aire
El futuro de Lapa fue algo esperable. Cuatro años después del accidente, el 20 de abril de 2003, la empresa se declaró en quiebra. ¿Quién iba a subirse a un avión después de la catástrofe área más importante de la historia argentina?
En cuanto a Deutsch, no desistió de su sueño de seguir vinculado a la aeronáutica. Es que, a sus 78 años, presidía la empresa de aviación privada Tango Jet S.A y continuaba piloteando aviones. De hecho, llegó a trasladar en dos ocasiones a Bahía Blanca al entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Más tarde, también oficiaría de piloto en un vuelo de Río Gallegos a Buenos Aires, con la actual vicepresidenta, Cristina Kirchner.
Hasta que, en septiembre de 2014, mientras comandaba una aeronave modelo Beechcraft, el exdueño de Lapa vio su final. El vehículo en el que viajaba junto a su esposa, Graciela Villarruel, se estrelló en el barrio La Isla de Nordelta. Ambos murieron al instante.
Deutsch había despegado de su estancia La Nueva, en Junín, en la tarde del domingo del 14 de septiembre de 2014, y tenía previsto aterrizar a las 15:20 en el Aeroparque Jorge Newbery. “Andy estás perdido, estás fuera del eje, ¿querés que te guíe?”, le consultaron desde la torre de control del aeropuerto de destino.
“No, gracias. Ya lo bloqueo, ya lo encuentro”, contestó sin saber que sus maniobras lo llevarían a caer sobre una casa -afortunadamente deshabitada- del barrio privado. A sus 78 años, el expresidente de Lapa moría a bordo de un avión, la pasión que se convirtió en el motor de las tragedias que rodearon su vida.
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