“¿Por qué mis padres pudieron comprarse una casa y yo ni puedo alquilar?”
La lucha por la vivienda propia se intensifica entre los jóvenes argentinos, enfrentando obstáculos como la escasez de crédito hipotecario, el estancamiento salarial y el aumento de los precios de las propiedades

El sueño de adquirir una vivienda propia es una aspiración compartida por generaciones de argentinos. Sin embargo, para muchos jóvenes de hoy en día, este objetivo parece estar más lejos que nunca. “Los jóvenes no ven como una opción la compra de una casa”, afirma José Rozados, director de Reporte Inmobiliario. La pregunta que surge es inevitable: ¿Por qué mis padres pudieron comprarse una casa y yo apenas puedo alquilar?
La respuesta a esta interrogante se encuentra entrelazada con una serie de factores complejos que fueron moldeado el panorama económico y social del país en las últimas décadas. En primer lugar, la inversión en bienes raíces, tradicionalmente, siempre fue considerado como una forma segura de resguardar el capital en Argentina. La adquisición de una propiedad no solo proporciona un techo propio, sino también una protección contra la inflación, ya que los inmuebles tienden a aumentar su valor con el tiempo.
Rozados destaca que “la única alternativa de hacerse una vivienda hoy, es a través de un alquiler”. Esta tendencia es respaldada por datos que revelan que “hay una gran cantidad de jóvenes que desestimaron la compra de una casa propia”, agrega el experto. Sin embargo, este sueño se volvió cada vez más inalcanzable para las nuevas generaciones debido a diversos factores.
FACTORES QUE INCIDEN A LA INACCESIBILIDAD
Uno de los principales obstáculos es la falta de acceso al crédito hipotecario, una herramienta crucial que ha sido históricamente limitada en Argentina. Mientras que en décadas pasadas existían programas de préstamos accesibles, en la actualidad el mercado hipotecario se redujo significativamente, lo que dificulta la posibilidad de obtener financiamiento para la compra de una vivienda.
“La nueva generación busca ahorrar y gastar en cosas más pequeñas, como un auto, un viaje, una computadora, entre otras cosas”, señala Federico González Rouco, economista y especialista en vivienda. Además, señala que “la generación de los 80 y de los 90 fue una generación que no tuvo tiempo para ahorrar. Empezó a trabajar y siempre ganó menos que el año anterior”. Sin embargo, expresa su convicción de que “si mañana sale un crédito hipotecario accesible, y apto para mucha gente, la gente se tiraría de cabeza, porque esa necesidad está”. Estos comentarios reflejan el desafío que enfrentan los jóvenes argentinos en su búsqueda de estabilidad habitacional en un contexto económico y social desafiante.
Otro factor determinante es la evolución de los salarios en relación con el costo de vida y el precio de la tierra. A medida que los ingresos se fueron estancado o incluso disminuido en términos reales, el valor de la vivienda experimentó un aumento considerable, exacerbando la brecha entre lo que pueden pagar los jóvenes y el precio de mercado. Esta disparidad se ve agravada por la persistente inflación y la devaluación de la moneda, que erosionan el poder adquisitivo de los ingresos.
Además, la regulación del mercado de alquileres generó un escenario desafiante para aquellos que optan por esta alternativa. Los aumentos sucesivos en los precios de los mismos, junto con la incertidumbre sobre la estabilidad y los derechos del inquilino, llevó a muchos jóvenes a enfrentar una situación de inseguridad habitacional.
En última instancia, la imposibilidad de acceder a una vivienda propia no solo tiene implicaciones económicas, sino también sociales y emocionales. La falta de opciones viables para alcanzar este objetivo fundamental puede generar desánimo y frustración entre las nuevas generaciones, afectando su bienestar y su sentido de pertenencia.