Cómo es manejar un MINI convertible

Pasaron más de 60 años desde que, en 1959, la British Motor Corporation presentó el primer MINI, un modelo que apuntaba a un público que buscaba un coche chico, versátil y de fácil conducción y mantenimiento. Esas características, entre otras, fueron las que lo ayudaron a convertirse en un ícono y en verdadero objeto de deseo de los amantes de las cuatro ruedas.

Actualmente se ofrece el restyling hecho en 2019 a la tercera generación (la cuarta ya fue anunciada a nivel global) y de la cual hemos evaluado algunas versiones. Pero este Cooper S Classic Confort Convertible no estuvo disponible en nuestro país hasta hace unos meses, por lo que solo ahora pudimos subirnos y manejarlo.

• Largo: 3,876 m
• Ancho sin/con espejos: 1,727/1,928 m
• Alto: 1,415 m
• Distancia entre ejes: 2,495 m
• Capacidad del bául: 160/215 L
• Capacidad del tanque: 44 L
• Peso: 1380 kg
• Neumáticos: 205/45 R17″

Esta generación tiene como particularidad que es la más grande en los más de 50 años de historia de MINI. Sin embargo, conserva todos los aditamentos que lo convirtieron en un verdadero ícono: es proporcionado, agraciado, simpático y elegante. Si bien es cierto que esta versión es más simple estéticamente que las demás (no cuenta con tantos detalles ni agregados) no por eso pierde su característica personalidad: faros redondos adelante, luces traseras con las líneas de la bandera británica, llantas de aleación de 17″ oscurecidas (con neumáticos 205/45 tipo run flat), etcétera.

Tiene una configuración 2+2. O sea, está homologado para 4 pasajeros, pero la realidad es que en las plazas traseras solo pueden viajar dos niños pequeños porque el espacio es realmente limitado; eso sí, las dos delanteras son amplias, cómodas y con butacas de corte sport tapizadas en cuero y calefaccionadas, que envuelven perfectamente. La posición de manejo es obviamente baja y se encuentra rápidamente por las múltiples regulaciones del asiento (manual) y la dirección. El baúl, cuya tapa se abre hacia abajo tipo pickup, es chico (215 L) y se acota aún más al retraer el techo (160 L). Al respecto, la capota es de tejido sintético de cuádruple capa (totalmente impermeable) y se puede abrir con el auto circulando hasta 30 km/h y en 18 segundos.

Siguiendo con el interior, encontramos un tablero de 5″ completamente digital en medio del tacómetro y el velocímetro; la central multimedia de 8″ (compatible con Android Auto y Apple CarPlay) colocada dentro del tradicional marco circular con borde luminoso (programable a gusto) y una serie de teclas tipo avión desde las que se comandan las funciones del vehículo. O sea, una mezcla entre clásico y moderno que es sello de MINI y que le queda muy pero muy

El equipamiento incluye climatizador bizona, navegador, conectividad por Bluetooth, sistema de audio Harman Kardon con 12 altavoces y 360 watts y luz ambiente, entre otros. En seguridad: 4 airbags, alerta de riesgo de colisión, frenado autónomo de emergencia, alerta de cambio de carril y control de velocidad crucero adaptativo.

Un ejemplo claro

¿Qué tienen los MINI que los hacen únicos? Dos cosas. La primera es la mecánica, que en este caso consta del propulsor naftero con turbo de 2.0 L de cilindrada, 4 cilindros en línea y 16 válvulas, que produce 192 CV de 5000 a 6500 rpm y un torque de 28,6 kgm entre 1350 y 4600 rpm, asociado a una transmisión automática Steptronic Sport de 7 cambios y doble embrague (con levas al volante) y tracción delantera.

En este aspecto hay que decir que es un combo excepcional, con el impulsor que empuja y responde sin importar el modo de conducción que se haya elegido (permite seleccionar entre ECO, Confort y Sport) ni el régimen al que trabaje, y una caja muy bien relacionada y con una rapidez y precisión en el pase de marchas que asombra. En definitiva: es un ejemplo claro de lo que un coche con aires deportivos debe ofrecer (decimos “aires” y no “deportivo” a secas, porque en ese segmento está la variante JCW de 230 CV que aquí no se ofrece).

Y por eso las prestaciones son excelentes: cubre el 0 a 100 km/h en 7,1 segundos, recupera de 80 a 120 km/h en 4,8 segundos (en modo normal) y alcanza 230 km/h de velocidad máxima (declarada por el fabricante).

• Motor: naftero con turbo
• Cilindrada: 1998 cc
• Cilindros: 4
• Válvulas: 16
• Potencia: 192 CV de 5000 a 6500 rpm
• Par: 28,6 kgm de 1350 a 4600 rpm
• Caja: automática de doble embrague y 7 marchas
• Tracción: delantera

En cuanto al consumo, es bastante austero: en ciudad gasta unos 8,8 L/100 km, mientras que en ruta a 130 km/h constantes demanda 6 L/100 km.

Y ahora vamos a lo segundo más importante: el famoso “go kart feeling” del que la marca hace alarde. ¿Qué es esto? La idea de que el auto debe transmitir sensaciones similares a las de un karting. Entonces (y para algún descuidado) de un MINI siempre hay que esperar experiencias que se relacionen con eso: es ágil en el tránsito, pero picante, demandante (permanentemente pide más) y, por sobre todo, muy divertido cuando se lo pone en modo Sport.

El conjunto de suspensiones (independientes y con barra estabilizadora adelante y atrás), la dirección directa y progresiva, una estudiada distribución de pesos y la carrocería baja y ancha logran que tenga un comportamiento dinámico fantástico con un agarre y un aplomo únicos. Claro que eso tiene como contrapartida sacrificar un poco el confort de marcha, pues puede sentirse un tanto duro especialmente cuando se agarra algún pozo o se pasan cunetas o lomos de burro (al ser bajito hay que tener cierta precaución al cruzarlos). Pero… eso pasa a un segundo plano cuando se saca a la autopista sin el techo (solo hay que subir las ventanillas para evitar que se formen remolinos en el habitáculo) y se disfruta de la conducción al aire libre y escuchando el grave sonido del motor; una verdadera delicia.

Este cabrio se vende a un precio sugerido al público de US$86.900.