FABIANA BARREDA comenzó a dar forma a su ensayo fotográfico La ciudad subterránea dos años atrás. Se quedaba en el subte hasta el fin del recorrido, llegaba a la última estación, esperaba que bajara toda la gente, tomaba furtivamente una foto y salía antes de que las puertas del vagón se cerraran.
Después de terminado el trabajo, Barreda logró conseguir el apoyo económico de Metrovías para publicar las imágenes en un pequeño libro, acompañadas por textos de Marc Augé, Clorindo Testa, Jorge López Anaya y Marcelo Pacheco.
Una de las características de este volumen de reciente aparición es que en sus casi 70 fotos no se ve a nadie caminando por los pasillos, viajando en los vagones o esperando en los andenes: la desolación es total. A esta ausencia absoluta en un lugar que acostumbramos ver atestado de gente, se suman algunas particularidades técnicas, que terminan por distanciar definitivamente las fotos tanto del ascetismo publicitario como de la sociología.
Como muchos artistas contemporáneos, Barreda usa la fotografía como un simple instrumento y capitaliza incluso las limitaciones técnicas (en este caso, las propias de una simple pocket de aficionado), convirtiéndolas en marcas de estilo.
Para evocar una atmósfera brumosa, casi irreal, la artista fuerza el fuera de foco, y aprovecha la oscuridad de los túneles del subte. En algunas fotos hay una cierta despreocupación compositiva. También se han tomado bancos, luces, puertas o mosaicos como protagonistas de la imagen. Para la autora, "la ciudad, y en la ciudad, el transporte público, delatan el estado de lo social". Barreda agrega: "Del subte, amo tanto los viejos murales como los nuevos tubos de neón. Es necesario que alguien muestre esa cartografía de lo viejo y de lo nuevo; la limpieza del progreso, para que la ciudad no se deshumanice".
Una selección de fotos de La ciudad subterránea se presenta en la muestra "Mujeres", en el Centro Cultural Recoleta.
