Gurí Martínez: “A punto de cumplir 50, tuve que ponerme a la altura de los más chicos”
El piloto de Ford volvió a festejar 11 años después de su primer título en TC en la misma ciudad: La Plata; explica los motivos de su vigencia, los esfuerzos que hizo, dice estar “hecho” en el deporte y agregó: “Hacía mucho tiempo que quería vivir una satisfacción como ésta”
LA PLATA.– Ni el guionista mejor pago de Hollywood habría imaginado una trama semejante: los dos personajes más populares del TC, Omar Martínez y Guillermo Ortelli, peleando la victoria en la última carrera del año. Apenas una circunstancia –la rotura del motor del Chevrolet dos carreras atrás– impidió que, además, pelearan rueda a rueda el título. La consagración de Martínez, como la había pronosticado Matías Rossi un día antes, estaba servida. El autódromo Roberto Mouras parecía una Bombonera desbordante con Boca a punto de salir campeón de la Libertadores… y Boca ganaba desde el arranque, con el Gurí robándose la punta de la carrera en la misma largada. Once años después de su primer título en TC, la primera división del automovilismo argentino, conseguido en el mismo escenario platense en 2004, el ídolo de Ford, que el primer día de 2016 cumplirá 50 años, volvió loca a su hinchada; al bajarse del podio le explicó mano a mano a La Nacion las razones de tanta vigencia.
-¿Cuál es el secreto para ganar un título cerca de cumplir 50 años?
–El automovilismo es muy diferente de otros deportes… A punto de cumplir 50, tuve que ponerme a la altura de los más chicos, cuidarme más desde lo físico. Con más experiencia veo mejor las carreras, las pienso de otra manera. Este año nos organizamos muy bien con el auto y el motor nuevos y aproveché todas las circunstancias. Hubo muchos candidatos, pero tuvimos la suerte que se necesita para ganar un título. En particular, en esta carrera no quería desconcentrarme y todos me respetaron: Werner, Guille (Ortelli), que venía muy rápido. Aproveché mucho la potencia del Ford en las dos largadas. En algún momento del año, cuando se me rompió el motor en San Luis y nos caímos muchísimo, creí que se me escapaba. Pero en La Pampa, cuando Ortelli abandonó a punto de ganar, fue como que nos ilusionamos con los puntos que le descontamos a (Matías) Rossi. Pero hacía mucho tiempo que tenía ganas de vivir una satisfacción como ésta. Ha sido un año brillante para mí. Ya estoy hecho en el automovilismo.
–¿Por qué se produce tanta emoción en los hinchas con tus triunfos?
–No sé. Será porque a la gente le gusta cómo soy. Será porque me emociono muy fácilmente. Uno siempre quiere estar con todos los hinchas, pero a veces se te hace difícil manejar tanta pasión. En la vuelta de honor me costó mucho llegar a los boxes. Venía muy emocionado, me sacaron del auto y un muchacho de la ACTC me levantó en andas. Pero me tironeaban tanto que creí que me iban a tumbar. De pronto siento que me querían arrancar un guante. Cerré el puño para evitarlo, pero el pibe seguía insistiendo… Entonces pegué un tirón con el puño y le pegué en un ojo. Pobre, al bajar del podio le regalé el guante.
Se dio después de tanto esfuerzo, gracias a todo el equipo por el excelente auto !! A disfrutarlo pic.twitter.com/gAH6gyvIX4&— Omar Martinez (@guriomar1) diciembre 13, 2015
–El año comenzó con especulaciones sobre tu cercano retiro y terminó con un campeonato. ¿Dejar de correr es una posibilidad inmediata?
–Lo del retiro lo dije yo la primera vez, hace unos años, medio en broma, pero empezaron a machacarme con la pregunta. Este año, los coches y los motores nuevos requerían mucha inversión como para tener más de uno, así que en un momento pensé que quizá –si venía otro piloto– yo podía bajarme. Pero al final insistí un año más. A mí lo que me sucede es que tengo muchos amigos ex pilotos y lo que veo que tienen en común es que te dicen "ojalá yo hubiera tenido a alguien que me dijera cuándo era tiempo de retirarse". Por eso pienso mucho en eso. Hoy creo que sí, que voy a seguir, que quiero correr todo un año luciendo el N° 1, pero no sé si en una semana o un mes no me levanto agradeciendo al automovilismo por todo lo que me dio y paro ahí. Porque esto no se puede hacer sin ganas. A lo mejor hace un tiempo que debí retirarme, no lo sé. Yo quiero dedicarme más a mi familia, hoy estoy más pendiente de ellos de lo que estaba cuando salí campeón por primera vez.
–¿Qué papel juega tu familia en este logro?
–Uno fundamental, en todo sentido. No sólo por lo anímico: mis hijos crecieron en este ambiente. Cuando pasamos malos momentos porque los resultados no se daban, ellos me respaldaron. Además, hubo otras cosas. Por ejemplo, yo sólo corro en TC, y entonces doy un margen frente a chicos de 25 o 30 que están mejor físicamente. Con las comidas yo siempre me cuidé, pero no era tan riguroso. Me pierdo con los postres. Mi peso es de 75 kilos, pero en un momento llegué a pesar 79. Te sentís mal, el buzo te tira… Así que Patricia, mi mujer, empezó a cuidarme con la comida. Hoy peso 72 kilos. Empecé a andar en karting para entrenarme, para conseguir más fuerza en los brazos; martes y jueves vamos una hora un grupo de ocho personas de distintas edades al parque en Paraná con un preparador físico. Es cierto, me operé la vista hace unos años, pero ando necesitando una nueva operación: en los frenajes se me empieza a complicar.
–¿Vale más este título que el de 2004?
–Lo disfruto distinto. Con aquél me saqué una mochila pesadísima, esa de que nunca podía salir campeón, siempre era segundo. Esto es diferente: aquello era casi como una obligación, ahora me permito darle más lugar a la emoción. He vivido muchas situaciones en el automovilismo, pero por suerte siempre tuve revancha. También hemos sufrido pérdidas irreparables a lo largo de todo este proceso, pero así es la vida. Para este año nos preparamos bien, sabiendo que teníamos una oportunidad: todos corríamos con autos iguales, que proveyó la ACTC. Estos autos me gustan más, disponen de más potencia. En el calendario hay circuitos muy exigentes, como Río Gallegos, en los que acaso después de tres vueltas ya te duelen los brazos. Pero a todos les pasa lo mismo y con estos autos nuevos, sin tanta carga aerodinámica, la dirección no se pone tan pesada y yo me siento muy cómodo para manejar.
–No habías ganado en toda la primera mitad del torneo y a partir de Paraná lograste cuatro victorias en las ocho últimas carreras. ¿Qué sucedió allí?
–Arranqué como todos los años y después de cinco o seis carreras vimos que venía todo dado para hacer una campaña fantástica. Lo que me preocupaba es que otros Ford ganaban, como Silva en Concepción del Uruguay o Werner en Posadas, y yo no podía. Me alivió la victoria de Paraná, fue una carrera clave: ya cumplía con el requisito de tener un triunfo para ganar el título y después vinieron los demás triunfos.
–El motor hizo una gran diferencia en la campaña. ¿Por qué?
–El motor fue un 55 por ciento del rendimiento global del auto, el chasis es el 45 por ciento restante, pero hay que destacar que el auto fue muy regular, y siempre de mitad de carrera en adelante iba muy bien. Tan regular que en el año sólo tuvimos un problema mecánico, en Neuquén, cuando se quedó el acelerador trabado a fondo. En esta carrera, en un momento sentí que el motor hacía un ruido distinto. Pensé que se podían haber desgastado los botadores, un problema que ya habíamos tenido una vez este año, sabemos que no se cortan pero que generan ese ruido. Pero salí a la recta y me pareció como que el motor andaba en cinco cilindros y medio… Así que aceleré con más cuidado y el ruido se limpió. Faltaban cuatro vueltas para terminar la carrera.
–¿Te sorprendió la debacle de Rossi?
–Habíamos llegado empatados a esta carrera, porque dos puntos y medio de diferencia no era nada. Pensaba que iba a estar más fuerte. El viernes no andaba tan mal… Pero nunca me relajé. Porque sabía que si yo paraba, el campeón era Ortelli.
pv/jt
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