Champions League: Liverpool martilló todo el partido y tumbó el muro en una ráfaga de dos minutos
Apabulló a Villarreal en la ida de las semifinales de la Champions League; un autogol de Estupiñán y una estocada de Mané definieron el duelo de estilos
La mentalidad de un equipo ganador. Sostener la intensidad durante todo el partido es una marca registrada de Liverpool, que construyó en seis años y medio una idea futbolística y actualmente disfruta de un nuevo pico de rendimiento bajo el liderazgo de Jürgen Klopp. Los Reds descubrieron el camino para despojarse del escepticismo que los envolvía y recuperaron la gloria del pasado, la que lo elevó a sentarse en la mesa de los gigantes de Europa.
En el partido de ida de las semifinales de la Champions League enseñó su manual de estilo y aplastó a Villarreal, un rival que en las series anteriores fue inteligente y astuto para anular a poderosos como Juventus y Bayern Munich. En Anfield no existieron equivalencias: la victoria por 2-0 no sentenció la llave, pero el Submarino Amarillo se marchó con averías del puerto inglés y deberá reparar el daño para el martes, en el estadio La Cerámica, e intentar una remontada histórica que lo clasifique a la final del 28 de mayo próximo, en París.
Durante 53 minutos martilló con constancia y apeló a toda clase de variantes Liverpool, que derribó el muro de la manera menos estética: el capitán Jordan Henderson lanzó un centro desde la derecha, la pelota se desvió en el ecuatoriano Pervis Estupiñán y cayó por detrás del cuerpo de Gerónimo Rulli. Un gol con una resolución poco convencional, pero que destrabó el juego y expuso la potencia y la energía de los ingleses y el derrumbe emocional de Villarreal. Dos minutos más tarde, Mo Salah giro con mínimo espacio y asistió a Sadio Mané; el senegalés, en la cornisa del fuera de juego, batió al arquero argentino. Con más de media hora por delante, no encajar más goles en su valla resultó el plan de los castellonenses, que apenas intentaron un remate a la escuadra que defendió Alisson Becker.
Los nervios no destrozaron a Liverpool, que asedió de principio a fin a Villarreal. Rulli era infranqueable ante los remates del colombiano Luis Díaz y cuando el arquero parecía vencido, el poste -remate de Thiago Alcántara- o el bloqueo de Raúl Albiol ante Mané sirvieron para sostener la estrategia que trazó Unai Emery que, en 2016, con Sevilla, derrotó a Liverpool en la final de la Europa League.
El guardavalla fue el rendimiento más alto de la armada argentina; Juan Foyth sufrió en el inició con Díaz, aunque se recompuso y mantuvo un duelo sostenido y parejo; más apagado asomó Lo Celso, recostado sobre la banda derecha -como ante Bayern Munich-, aunque con un papel de escaso relieve en ofensiva: Díaz, Andrew Robertson y Thiago Alcántara lo empujaron a replegarse.
Nunca dejó de acosar al rival Liverpool, que apeló a las combinaciones y lanzó a los dos laterales -Alexander-Arnold y Robertson en simultáneo- para que el hostigamiento fuera intenso y constante. Fabinho era la voz de mando para presionar y también el apoyo para recuperar cerca del área rival; Thiago Alcántara un titiritero y la línea que formaron Salah, Mané y Díaz inquietaban con diagonales e intercambio de funciones en los espacios reducidos que proponía Villarreal, que jugó a soportar la invasión.
El dominio y la confianza permitió defender solo con Ibrahima Konaté y Virgil Van Dijk, que no reniegan de la batalla mano a mano con los atacantes. “Está claro que podía haber sido peor. No nos dejaron llevar el control ni correr, fue resistir defensivamente todo lo que podíamos”, aceptó Emery, que con esperanza advirtió que en las eliminatorias anteriores los juegos fueron diferentes.
Dieciséis años atrás, Villarreal dibujó su mejor campaña en la Champions League. Arsenal dinamitó el sueño del Submarino Amarillo, que tiene cinco días para recomponerse y recuperar piezas de jerarquía como Gerard Moreno, carta ofensiva que extrañó en la aventura en Anfield. Liverpool, con ventaja, pero con un “marcador peligroso”, como lo definió Klopp, intentará sacar boleto para decir presente por décima vez en la final del trofeo más importante para el fútbol europeo.
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