Arsenal no pudo con Nacional y quedó eliminado de la Copa Libertadores

Cinco títulos, dos de ellos internacionales (Copa Sudamericana 2007 y Suruga Bank 2008), en 57 jóvenes años. Una interesante historia que mayormente miró hacia adelante. Así vivió Arsenal desde su fundación y pretendía seguir alimentando su palmarés clasificándose a las semifinales de la Copa Libertadores por primera vez. Pero el conjunto dirigido por Martín Palermo no pudo acrecentar el respeto que supo ganarse en el país y en el continente. Sin pimienta ni precisión en los últimos metros, sólo igualó 0-0 con el modesto Nacional de Paraguay y quedó en el camino de la Copa (en el desafío de ida había perdido 1-0).

Los visitantes, que estuvieron acompañados por unos fervorosos 1500 hinchas en la tribuna, lucieron prácticamente los mismos argumentos que los empleados ante Vélez, cuando lo eliminaron de la Copa en los octavos de final: un arquero (el santiagueño Ignacio Don) atento y con buenos reflejos, solidez defensiva, mediocampistas batalladores y velocidad para buscar el arco rival. Todo ello sin malas artes, con entusiasmo, solidaridad y perfil bajo.

Comprometido y presionado por la necesidad de romper el cero en el marcador, Arsenal salió desde el arranque con la intención de acorralar al rival; con o sin claridad: era lo de menos. Los primeros minutos fueron un monólogo, con los de Sarandí cercando a los guaraníes. Arsenal intentó hacer circular la pelota hasta hallar huecos en Nacional, seleccionando la banda derecha, con Nervo y Sperdutti como intérpretes, para iniciar los mejores ataques. Desde ese sector, el conjunto argentino encontró un buen sendero como para avanzar, intentar y hacerle llegar centros a los atacantes, Caraglio y Furch.

Claro que por momentos, de tanto buscar el arco paraguayo, Arsenal se descuidó en el fondo y fue allí cuando Campestrini debió lucir atento y responder, sobre todo ante los tiros de Benítez y Bareiro. Pero Nacional se plantó en el Viaducto con una premisa: refugiarse con paciencia, con la expectativa de poder hacer daño cuando pudiera y sin apuros. Tocando correctamente la pelota, pero sin pimienta.

Naturalmente fue Arsenal el que más propuso y si se marchaba al descanso en ventaja, nadie hubiera podido decir que era injusto. Es más, casi sobre el final del primer período, a los 42 minutos, un derechazo de sobrepique del zaguero Braghieri se desvió por muy poco.

Casi nada se modificó en la segunda parte. Arsenal, con urgencias, prosiguió con el mismo libreto, aunque lo hizo con más empuje que claridad. Fue allí cuando se agrandó la figura del arquero Don (resultó el más destacado del partido), que desvió al córner un zurdazo cruzado de Aguirre y contuvo un cabezazo esquinado de Furch, como para empezar a frustrar a los locales.

"Nos vamos muy dolidos, pero satisfechos porque dejamos todo", coincidieron los jugadores de Arsenal en el vestuario. Sin embargo, en ese dar todo carecieron de virtudes técnicas. Trataron de vulnerar al rival llevándoselo por delante, tratando de hacer valer la localía, pero sin luminaria. Fue así como el equipo asunceño, un club que muy lejos está de ser poderoso en Paraguay (posee 109 años de vida y su figura histórica fue Arsenio Erico), jugó con los nervios de Arsenal y se marchó de la Argentina con las manos atiborradas de oro. Luego del Mundial de Brasil, en las semifinales, se enfrentará ante Defensor Sporting o Nacional de Medellín (en la ida, los uruguayos ganaron 2 a 0 en Colombia), que disputarán hoy el desquite. Mientras tanto, Palermo y los suyos seguirán mascullando bronca, conscientes de que una noche moderadamente inspirada los podría haber posicionado entre los mejores cuatro de la Copa Libertadores. Demasiado tarde.