“Doble cinco”, aquella innovación del ingeniero Pellegrini que teme Boca por lo bien que la ejecuta Estudiantes (y River)

Boca tuvo una fallida tarea frente a Huracán, en la derrota por 1 a 0 en la Bombonera el domingo pasado. Tropezó en varios rubros el equipo xeneize, lo que provocó un revuelo enorme durante la semana. El principal déficit, sin embargo, pareció pasar de largo: la inconsistencia en el círculo central. Sin quite, sin prepotencia, con la lucidez recortada.

En ese partido, Exequiel Zeballos ingresó por Juan Ramírez y Cristian Medina entró por Jorman Campuzano. Aturdido, de todos modos, Boca no hizo pie. Sin embargo, Sebastián Battaglia, el entrenador, lanzó un mensaje. Y entre varias hipótesis, los ensayos trajeron algunas certezas: Medina será titular, más cerca del sector derecho, y Guillermo “Pol” Fernández se convertirá en una suerte de número 5 moderno, tal vez con menos despliegue y mayor compromiso con la marca.

El último partido de Boca

No es casualidad: Boca se cita contra Estudiantes, que tiene el mejor doble cinco del fútbol argentino. Fernando Zuqui, posiblemente el intérprete más lucido en las primeras semanas de 2022, creció de modo exponencial.

Lejos del volante tímido de Boca y de algunos pasos en falso, como su travesía por Turquía, se reconstruyó y se volvió un modelo de volante, ideal para estos tiempos. Quita, tiene buena pegada, maneja el balón detenido, es hábil, es escurridizo. Maneja los tiempos del equipo de Ricardo Zielinski, líder de la zona 2 de la Copa de la Liga Profesional y ubicado a 90 minutos de ingresar en la etapa de grupos de la Copa Libertadores.

A su lado suele jugar (más allá de algunos contratiempos físicos) Jorge Rodríguez, Corcho. Desde Banfield, lo quisieron Racing, Independiente y San Lorenzo, pero escaló en el gigante de La Plata. Es el motor, el ladero del despliegue físico y la solidez de Zuqui, cuando recorre algunos metros más allá y pisa el área. Disciplina táctica, valor agregado en la fortaleza mental.

Un posible alivio para Boca: Rodríguez está en duda para el domingo. El desquite del 1 a 0 sobre Everton en Chile será este miércoles, en La Plata. La situación no cambiaría demasiado con el posible ingreso de Jorge Morel, el bravío mediocampista que llegó de Lanús. Y que –eso sí– suele caer en la trampa de los excesos, de la pierna más allá de los límites.

Dice Zuqui: “Tenemos jugadores importantes y de jerarquía. Estamos en un club grande y tenemos que pelear en los tres torneos. Sabemos lo que significa Mauro [Boselli] para la gente; es un jugador muy importante por la experiencia que aporta. Tenemos que ir partido por partido y seguir trabajando”.

Dice Fabián Noguera, un defensor, a propósito de Sebastián Verón, el presidente: “Le gusta dar su punto de vista. Suele hablar en los entretiempos, sobre todo con los jugadores que están en su puesto, como Corcho Rodríguez. De todos modos, siempre lo hace después de la palabra de Zielinski”.

Dice el entrenador: “En el mediocampo es donde empieza todo, verdaderamente”.

Ésa es la clave del León, que explota sus recursos en el ataque pero suele ofrecer ciertas licencias en la defensa. Más allá de esas líneas, en el círculo central tiene su magia. El ingreso del paraguayo Morel por Rodríguez se debería a que el director técnico pretende regular las cargas de algunos futbolistas y el ex hombre de Banfield, que estuvo ausente en la parte final de la temporada pasada por una lesión en un tobillo, protagonizó seis de los ocho partidos que jugó el equipo en 2022; descansó ante Arsenal y Vélez por la Copa de la Liga.

El último partido de Estudiantes

Años 2001, 2002, 2003. Manuel Pellegrini, un entrenador de vanguardia, hoy en Betis a los 68, inolvidable en San Lorenzo, exitoso y traumático en River, impuso entre otras enseñanzas un método revolucionario en nuestro medio: el moderno doble cinco.

Decía tiempo atrás: “Con la función del doble cinco lo que pretendo es tener un jugador para la marca y otro para la creación. No es cierto que jugando con un único volante central el equipo esté más suelto o sea más audaz. Estoy convencido desde hace varios años: con dos mediocampistas que compartan la zona media, dividiendo el ancho de la cancha, se puede tener un mayor porcentaje de la posesión del balón. Y con la pelota, se llega más fácil”.

Luego de las críticas, sobrevino la aceptación. Ahora, la mayoría de los equipos argentinos –con los matices de cada caso, lógicamente– juega con un módulo bastante parecido al doble cinco. En un nivel similar al de Estudiantes, se encuentran los Enzo, Pérez y Fernández. Más allá de que el experimentado está por volver, recuperado de una lesión, es un imprescindible, unos metros más atrasado que el joven, que hasta se disfraza de enganche moderno. Juntos en River, son una maravilla.

Hay otros casos, de nivel ascendente. Kevin Gutiérrez y Raúl Loaiza en Defensa y Justicia, el equipo más atrevido. Federico Fattori y Santiago Hezze, en Huracán, con personalidad en la Bombonera.

Y, tal vez sin el colmillo afilado como en 2021, el sello distintivo de Colón, metros atrás de Pulga Rodríguez: Rodrigo Aliendro-Federico Lértora. El doble cinco está más vigente que nunca.

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