El aprecio de la gente, la otra rivalidad

El fútbol sale largamente beneficiado de la competencia que mantienen Messi y Cristiano. Títulos, récords goleadores y Balones de Oro parecen estímulos para que uno y otro vivan superándose a sí mismo. Pero el fútbol es incompleto si no está acompañado por el sentimiento, las demostraciones de afecto y cariño. Está en la naturaleza humana: hacer cosas para hacerse querer. Y en este aspecto, el rosarino viene sacando ventaja. No solo es adorado en el Camp Nou, sino que también es apreciado en muchos estadios rivales. Hinchas de otros equipos que se rinden a su magia futbolística y a su imagen de no meterse ni importunar a nadie. Cristiano la tenía más difícil en ese terreno, muy probablemente por un perfil más altivo y arrogante. Fuera del Bernabéu, donde alguna vez no faltó un murmullo de desaprobación, Cristiano despierta cierto rechazo, gritos ofensivos. Pero ayer, los hinchas italianos aplaudieron su golazo de chilena. Y de ahí la emocionada gratitud de CR7: "Doy las gracias a la afición de la Juve, fue un momento increíble, nunca me había pasado algo así en mi carrera". Empezó a disputarle a Messi el título de la humildad.