El Messi catalán se parece cada vez más al Messi de la selección
BARCELONA.– Cuenta Xavi Hernández que, en su etapa como dueño del centro del campo del Barcelona, cuando Lionel Messi pasaba unos minutos sin estar en contacto con la pelota lo llamaba. "Ven, acércate. Toca el balón". Sería imposible entender el apogeo del Barça de Pep Guardiola sin Messi, por supuesto; pero también sin Xavi e Iniesta. Lo que los volantes españoles cocinaban en el ecuador de la cancha, se lo comía el rosarino en el área.
La exitosa fórmula azulgrana se intentó imitar en la selección argentina. Diego Maradona, en Sudáfrica 2010, quería que Juan Sebastián Verón fuese su Xavi. La intención le duró un suspiro. Pero Diego no fue el único que cayó en la trampa de una frívola copia. Por la celeste y blanca pasaron Javier Pastore, Fernando Gago, Ever Banega, entre otros, todos volantes con toque, todos con la idea de que el Messi argentino se pareciera, al menos un poco, al Messi catalán. El plan fracasó una y otra vez. El problema, sin embargo, no estaba solo en el predio de Ezeiza.
En Barcelona también buscan imitadores de Xavi e Iniesta . La misión, por ahora, se advierte imposible. Por Coutinho pagaron lo nunca visto en la capital catalana: 160 millones de euros. Decían que llegaba para tomar el relevo de Don Andrés, por entonces ya con las valijas medio preparadas para mudarse a Japón. Dicen que en Liverpool, Jürgen Klopp se rió un rato largo cuando desde el Barça comparaban al brasileño con el español. "Es un gran extremo, nunca interior. No entiende el juego de posición", aseguraba el DT alemán.
Una idea que corroboran en el cuerpo técnico azulgrana. Ernesto Valverde habla públicamente de la búsqueda de equilibrios cuando Coutinho juega de volante. "Puede jugar de interior en los partidos poco exigentes, pero en los duelos exigentes sufríamos muchísimo en los contragolpes", advierten desde el grupo de trabajo del técnico en la intimidad. Y si a Coutinho se le colgó en cartel de heredero de Iniesta, al nuevo fichaje, Arthur, le tocó el de Xavi. Bastó con que Messi dijera públicamente que le gusta cómo juega Arthur para que los fundamentalistas del tiki-taka pidieran a gritos su presencia en el once titular.
La idea del Barcelona no está en evolución, lo están sus intérpretes. Lo sufre el hincha azulgrana más melancólico, lo sufre Messi, como se vio ayer en el 1-1 con el Bilbao: dos puntos sobre los últimos 9 cosechó Barcelona y aún sigue líder con Real Madrid (0-0 con el Aleti en el derby). En el último año de Guardiola en el Camp Nou, la media de pases por partido del Barça rozó los 800. La participación (toques) de Messi fue de 74.
A partir de entonces, año tras año, un desarrollo inversamente proporcional. El Barça guarda menos la pelota, Messi la toca más. La campaña pasada, el equipo de Valverde cifró su promedio de pases por partido en 652, Messi tuvo una media de 80 participaciones.
Los números del Barcelona se aproximan a los de Argentina. En el Mundial 2014, la estadística del equipo de Sabella fue de 616 pases por cotejo; en Rusia, 558. En el 2014, el capitán tocó 70 pelotas, por las 80 del 2018. Interiores más verticales como Rakitic o Coutinho, como Rafinha o Arturo Vidal, se sientan en las sillas que dejaron vacías Xavi e Iniesta. Entonces, el Messi catalán se parece cada día más al Messi argentino. Ya no está Xavi para decirle: "Ven, acércate. Toca el balón".
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