Luto en el fútbol argentino: murió Pedro “el Negro” Marchetta, un histórico director técnico

Pedro Marchetta, el “Negro”, exfutbolista e histórico entrenador en la Argentina, falleció a los 79 años. Nacido en abril de 1942 en Lomas de Zamora, Marchetta inició su carrera como jugador en Racing y pasó, entre otros clubes, por Gimnasia y Esgrima La Plata, Los Andres y Deportivo Quito de Ecuador. Pero su popularidad aumentó durante su etapa como entrenador.

Su principal característica fue el carisma. Las anécdotas risueñas se multiplican en boca de los cientos de futbolistas que pasaron bajo sus órdenes como director técnico. En los 70 fue ayudante de campo de su amigo Alfio Basile, en Instituto y en Racing, hasta que en un momento Coco lo conminó a seguir solo su camino en la dirección técnica. “Fue mi maestro, con quien aprendí el manejo de un plantel y los secretos tácticos. Haber sido su ayudante de campo fue una escuela tremenda”, dijo de Basile.

Entonces, comenzó su amplia trayectoria en Los Andes, en 1983. Tomó al conjunto Milrayitas de su ciudad natal luego de un pobre comienzo en el Campeonato de Primera B, por entonces la segunda división del fútbol argentino, pero acomodó el rumbo del equipo y logró llevarlo a la final del octogonal por el segundo ascenso a Primera División, cayendo ante Chacarita.

En 1984 fue contratado por Racing de Córdoba, con el que consiguió un meritorio cuarto puesto en el Torneo Metropolitano. Al año siguiente, logró un histórico ascenso con Rosario Central a la primera división. A partir de ahí, su tarea como entrenador lo llevó por un sinfín de clubes: Vélez, Talleres, Belgrano, Racing, Platense, Independiente, Independiente Rivadavia, Deportivo Quito y Barcelona de Ecuador.

En Platense tuvo dos períodos, el primero de ellos muy bueno y que le posibilitó que Independiente le ofreciera el cargo. Del club calamar se recuerda una anécdota contada por el propio Marchetta, cuando con humor contó cómo fue cuando sufrió una descompensación mientras dirigía: “Estábamos en un entrenamiento y empecé a no sentirme bien. No dije nada y viajé a Córdoba a ver mi médico, que es el Maradona de los cirujanos del corazón. En cuanto me vio, me metió en un quirófano y me hizo dos by pass, a los que yo bauticé Erbín e Irusta, por el defensor y el arquero que tenía y me hacían sufrir como loco (risas). Se abrazaban cuando venían los contrarios al grito de ¡ahí vienen! Los quiero a los dos con el alma, pero fueron responsables del problema cardíaco (risas)”.

En 2006 había sufrido un ACV. En un reportaje con la revista El Gráfico contó lo que le ocurrió: “Estaba dirigiendo en Ecuador y a fines del 2005 me llamó mi hija porque tenían que operar a mi nieto Valentino, de 6 años. Tenía hidrocefalia. Hablé con el presidente del club, Isidro Romero Carbo, dejé allá al Mono Irusta, mi ayudante, y me vine de raje para estar cerca de mi hija y de mi nieto. No me importaba nada. Lo operaron el 21 de diciembre, salió todo bien y estuve en casa hasta el 5 de enero. Lo miraba todas las noches y me entró a agarrar como un pánico, miedos, y de golpe se me durmió la pierna, me pellizcaba y no la sentía”, narró.

Y prosiguió: “Me tiré a dormir un rato y al levantarme me sentía mal, se me iba la lengua. Llamamos a Juan Eujanian, mi médico, un hermano de la vida, que pidió que me llevaran urgente a la clínica y me salvó. El accidente cerebro vascular estaba en plena evolución. El ACV te da 6 horas de chance: si te meten un catéter y te destapan la arteria, no tenés problemas. Por eso zafé”. ¿Cuánto tiempo estuvo internado? Veinte días en Córdoba capital y ocho meses en un centro médico de Tanti. “No podía hablar ni caminar. Y entonces arranqué con la rehabilitación”.

Marchetta era pícaro y temperamental, pero también ostentaba un gran sentido del humor y mucha experiencia en el fútbol. Todavía duele el estómago de las carcajadas que generó una inolvidable anécdota que lo involucró (siendo técnico de Racing de Avellaneda) y que fue contada por Silvio “Tweety” Carrario y también por Oscar Ruggeri.

En una entrevista con el periodista Diego Borinsky, publicada en 2016, Marchetta contó su modus operandi en las charlas técnicas, que constaba ni más ni menos que desacreditar a los rivales con giros desopilantes: “Era para motivar a los muchachos (risas). Yo siempre hacía una introducción a la charla táctica, por ahí aparecía con el diario debajo del brazo y les comentaba algo que había pasado en la semana para ir entrando en clima. No me gustaba arrancar diciendo: ‘Vamos a jugar así, así y así'. Después, trataba de motivarlos. ¿Qué le iba a decir a Carrario: ‘Ojo que Ruggeri en la primera te parte una pierna y en la segunda te rompe la nariz con un codazo’? Noooo. Le decía: ‘Apuntale y tirale la pelota larga, que Ruggeri es una cabina telefónica: pasás, ponés una ficha, hablás y seguís’, ja, ja, ja.

-Esa vez, Ruggeri se enteró…

-El Cabezón lo conocía al pelotudo este de Carrario y entonces apenas empezó el partido lo veo a Ruggeri apoyándole la mano en el hombro y hablándole. Así varias veces. “¿Qué te dijo Marchetta de mí, qué te dijo?”, le insistía. Hasta que le dijo. San Lorenzo nos ganó sobre la hora 2-1 y Ruggeri vino a gritármelo a la cara. Un crack el Cabezón, el último caudillo del fútbol argentino. Y Carrario, un cagón.

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