Martín Palermo: el día que el N° 9 le pidió perdón a Carlos Griguol tras hacer un gol de Boca
El delantero, un símbolo de Estudiantes, festejó con locura un gol que le dio el triunfo al Xeneize en el Apertura 97, pero cuando se dio cuenta de que había quedado cara a cara con Timoteo, le pidió disculpas y le dio la mano
LA NACIONMartín Palermo fue un símbolo de Estudiantes y Boca, aunque luego quedó en la historia por ser el máximo goleador xeneize, con 236 conquistas, entre las anotaciones más recordadas están las que le hizo a Real Madrid, en Japón, en la victoria por 2-1 que le dio la Copa Europeo-Sudamericana 2000. Los 236 festejos los consiguió en 404 partidos, la mayoría en el recordado ciclo de Carlos Bianchi como entrenador.
Siempre tuvo festejos curiosos, con bailes o peinados con colores que le potenciaron el perfil. Porque Palermo, sobre todo en sus comienzos en Boca, hacía goles y al mismo tiempo tenía un perfil alto. Antes de la llegada del Virrey, el 7 de diciembre de 1997, el 9 platense (que tenía una gran rivalidad con el Lobo), le anotó de cabeza un gol a Gimnasia, por el Apertura de ese año. Fue en el último minuto y significó el triunfo por 1-0 del equipo de Héctor Veira que estaba peleando el campeonato aunque luego lo perdería con River en el final. Sin embargo, un joven Palermo tuvo un gesto peculiar ese día con Carlos Timoteo Griguol, quien falleció este jueves a los 86 años.
El gol de Palermo a Gimnasia y el pedido de perdón a Griguol
Palermo convirtió de cabeza y empezó un festejo furioso. El 9 de Boca lo sintió como un desahogo porque significaba el triunfo en el último minuto, porque su equipo iba a seguir en la pelea por el campeonato y por todos los insultos que había recibido de los hinchas de Gimnasia por su pasado en Estudiantes.
Empezó una carrera loca del área de Gimnasia hacia la mitad de la cancha y pasó cerca de la platea del Lobo con un festejo interminable, incontrolable. Pero en un momento se dio cuenta de que había quedado frente a frente con Carlos Timoteo Griguol. Al darse cuenta de que estaba frente al director técnico rival, un emblema de la institución, juntó sus manos pidiéndole perdón y luego le dio la mano a Griguol.
Estas reacciones de respeto despertaba un maestro del fútbol como Carlos Griguol.
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