River: Enzo Pérez y Bruno Zuculini no juegan juntos, pero son dos bomberos encolumnados por la causa de Gallardo
Dos volantes centrales tan distintos como necesarios para un Millonario en reconstrucción
Bruno Zuculini se despega de su marca, se eleva, impacta la pelota de lleno con su frente, convierte el 3-0 de River ante Central Córdoba y desata la locura de las 72 mil almas que colmaron el Monumental. Al marcar, se cae y se incorpora automáticamente con una velocidad frenética para agitar sus brazos, estirar la camiseta y gritar fervorosamente su gol de cara a la exigente platea San Martín. “¡Vamos!”, grita con toda su energía y, segundos después, se funde en un abrazo con sus compañeros. Eso es Zuculini. Energía, contagio, impulso para los que juegan con él. Una carta invaluable para Marcelo Gallardo que acompaña y releva en silencio al experimentado Enzo Pérez, quien a sus 36 años no detiene su marcha, sigue vigente y es una pieza fija para el entrenador. Dos volantes centrales tan distintos como necesarios para este River en reconstrucción.
Con pasado europeo y de selección, Pérez es un mediocampista completísimo. Tiene recuperación en campo propio y rival, precisión a la hora de manejar la pelota siendo siempre primer línea de pase, capacidad para entender los tiempos del partido, visión de juego para ordenarse y retroceder y voz de mando para ordenar a sus compañeros. Pero, claro está, su juego cada vez se acomoda más al paso del tiempo. Llegó en agosto de 2017 con 31 años después de su paso por Valencia de España y hoy, con 36, se adapta a lo que el equipo necesita de él: jerarquía, inteligencia y liderazgo, ya sin el mismo despliegue de área a área como lo hacía antes.
Pese a eso, Enzo sigue siendo indispensable para el Muñeco: de los 40 partidos que River jugó en el año, estuvo disponible para 35 de ellos y jugó 29, fue titular en 28 y acumuló 2.219 minutos. Se perdió cinco por dos lesiones musculares, no estuvo en otros cinco en los que el DT decidió darle descanso y se ausentó en uno por suspensión. Con un promedio de 76′ por juego, fue reemplazado en 13 encuentros y 12 veces ingresó Zuculini, mientras que una lo hizo Tomás Pochettino.
A diferencia del año pasado, nunca fueron ambos titulares, pero Zuculini ha tenido un rol preponderante en el recambio: jugó 26 encuentros (12 de titular) con 1.319 minutos sumados (50′ de promedio por juego) y dos goles -ambos de cabeza-. Así, en esos 14 ingresos, solo en dos no reemplazó a Enzo, por lo que únicamente compartieron 12′ ante Banfield (2-1) y 6′ ante Alianza Lima (1-0) en el primer semestre. En esas dos oportunidades, entró por Nicolás De La Cruz.
Zuculini es una pieza más funcional, complementaria, sin tanto brillo propio. Aporta ida y vuelta en defensa y ataque, salida desde el fondo, buen juego aéreo, velocidad para presionar, relevar o cubrir un espacio y una característica muy propia: siempre pisa por sorpresa el área rival. Tiempo atrás, en una entrevista con LA NACION, reconoció que su rol es “defender y estar ordenado tácticamente para robar en campo rival y volver a atacar”.
Zuculini llegó en enero de 2018 a River y siempre corrió desde atrás en la pelea con Enzo Pérez y Leo Ponzio, pero el cuerpo técnico se ha cansado de destacar su entrega y su compromiso. Nunca puso un pero. Nunca alzó la voz. Nunca cuestionó su cantidad de minutos jugados. Y siempre tuvo una enorme predisposición para entrenarse, crecer y esperar su lugar. Hoy es un nexo clave dentro del vestuario: con 29 años, es uno de esos líderes que une a los referente más experimentados con los más jóvenes. El trabajo que no se ve.
Y aunque en el mercado de pases se buscó un volante central a la espera de la recuperación total del juvenil Felipe Peña y hace tiempo se baraja la chance de una posible salida suya al exterior, el futbolista nacido en Belén de Escobar siempre tuvo los pies sobre la tierra. Y cuando no parece estar en el radar, irrumpe como una alternativa importante: cumplió ante Vélez (2-2), Gimnasia (1-0) y Aldosivi (3-0) el mes pasado cuando fue titular por la lesión muscular de Pérez, fue figura ante Independiente (1-0) tras ingresar por el golpe en la rodilla izquierda de Enzo a los 25′ y sumó positivos minutos en los últimos dos partidos con Arsenal (0-0) y Central Córdoba (3-0) desde el banco.
“El año pasado, cuando pude emigrar, fui a hablar con Gallardo. Las dos primeras veces no quiso. A la tercera me miró y me dijo: ‘¿dónde vas a ir?’. Ahí entendí que me tenía que quedar. Tuvo palabras importantes para mí y me dijo que iba a tener chances. Fue fácil”, reconoció hace un mes en conferencia. “A mí me gusta ayudar. Me apego a los más chicos para eso y a los más grandes para seguir aprendiendo. Si yo quiero dar un mensaje, tengo que escucharlos a ellos. River es un gran grupo humano. Y yo quiero que le vaya bien al que está al lado mío. Trabajo para eso. Yo este año renové mi contrato, así que me van a tener que seguir aguantando un poco más, je. Estoy muy cómodo y feliz acá. Soy un privilegiado: pertenezco a River que es el mejor club del mundo para estar”.
Los dos mediocampistas tienen contrato hasta diciembre de 2023 y, cada uno desde su lugar y con su rol bien definido, prometen seguir tirando del carro. Gallardo los necesita más que nunca mientras su equipo empieza a pisar más firme.
El gol de Zuculini a Central Córdoba
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