Copa de la Liga: las penurias de San Lorenzo se hacen crónicas, aunque haya rozado un empate

Las penurias se hacen crónicas en San Lorenzo. Su situación futbolística es de una precariedad alarmante. La decadencia que viene arrastrando ya empezó a consumir la energía renovada que había traído Pedro Troglio. En tres fechas, el entrenador todavía no se diferencia de la larga lista de sus antecesores que se hundieron en este barco a la deriva que es el Ciclón.

Un punto obtenido en tres fechas vuelve a sumir en la desesperanza a los hinchas, quienes al final atinaron a tibios aplausos para despedir a un equipo que, pese a que no evitó la derrota ante Defensa y Justicia, al menos se redimió de lo parecía una dura goleada.

“San Lorenzo necesita ganar ayer, hoy y mañana. Yo solo busco lo mejor para el equipo. A pesar de los problemas que estamos pasando, esta noche el equipo hizo un esfuerzo enorme. Creo que merecimos el empate. Si a mí las cosas me van mal, doy un paso al costado y que venga otro”, expresó Troglio en la conferencia de prensa minutos después de la derrota.

La endeblez estructural de San Lorenzo no está para absorber los inconvenientes que lo expusieron aun más ante un muy buen equipo como Defensa y Justicia, que en el primer tiempo lo superó en todos los aspectos: funcionamiento, velocidad, sincronización, capacidad individual.

A todos sus males, San Lorenzo le sumó el de las bajas por diferentes motivos: Gattoni, Ortigoza, Gordillo y Sabella. Hubo otros que “se sacaron” del equipo por bajo rendimiento, como Bareiro y Cerrutti. En este contexto, debutó el juvenil paraguayo Leguizamón, mientras que el pibe Luján debió dejar el campo a los 32 minutos con una fractura de clavícula; lo sustituyó otro debutante, Tomás Silva.

“Fue una semana complicada. Zapata y Peruzzi también estaban afectados por el virus, pero quisieron jugar”, expresó Troglio, que destacó la rebeldía de varios juveniles para pelear desde el resultado un desarrollo que le fue mayormente desfavorable. “Marta la rompió”, fue su elogió para Agustín Martegani, que ayudó a cambiar la cara en el segundo tiempo.

Defensa y Justicia no tardó en descubrir las falencias locales. El equipo de Beccacece está bien trabajado, por algo fue subcampeón de River. Maneja bien la pelota, se asocia con precisión en la construcción del juego y los cuatro del ataque, Pizzini, Bou, Rotondi y Merentiel, se saben buscar y son incisivos.

Respaldados por una sólida estructura para sacar la pelota limpia desde atrás, los cuatro de arriba fueron un tormento para la defensa local. El colombiano Zapata, que se empezaba a asemejar al zaguero con paso por el fútbol europeo, quedó mareado por los vertiginosos ataques de Defensa.

San Lorenzo concedió demasiadas ventajas. Defensa encontró todas las libertades para armar un avance por la derecha y poner la pelota en la cabeza de Walter Bou, descuidado por los dos centrales cuando conectó el cabezazo para el primer gol. Iban siete minutos y el partido ya se anunciaba como un martirio para San Lorenzo.

Otra virtud de Defensa es su madurez para no intimidarse de visitante ante rivales de renombre. Juega suelto y convencido. Su segundo y tercer gol fueron dos poemas: ambos nacieron desde los pies del arquero Unsain y en rápidas transiciones terminaron con Merentiel y Rotondi definiendo ante Torrico.

En San Lorenzo no había noticias de Centurión, intrascendente con la pelota y desprovisto de esa actitud sanguínea que se le conoce. No es el futbolista al que fueron a buscar.

Con el 3-0 al comienzo del segundo tiempo, desde las tribunas empezó a bajar el grito protesta que los hinchas están cansados de repetir: “¡Que se vayan todos, que no quede, uno solo!”. El entrenador no anduvo con vueltas después del partido: “No me importa que me puteen”.

Troglio había tocado una tecla que empezó a sonar bien. Entró otro juvenil de las inferiores, Agustín Martegani, que con un par de aciertos instaló una ilusión en medio del desánimo general. Con un remate de media distancia junto a un poste y un tiro libre que puso en la cabeza de Zapata, Martegani motorizó una reacción que no estaba en los cálculos de nadie.

Lo más destacado de un partido muy emotivo

En cuatro minutos, San Lorenzo se puso 2-3, se metió en un partido que le estaba quedando lejísimo. Defensa pagaba unos pasajes de distracción. Pasó el sofocón y volvió al plan original de control y profundidad. Torrico le atajó un penal a Merentiel, pero Pizzini, de gran noche, aprovechó con un taponazo alto uno de los tantos avances. Tuvo más ocasiones, pero falló en la puntada final.

San Lorenzo volvía a su triste realidad. Su ilusión había durado lo que la luz de un fósforo, más allá de un nuevo descuento con el gol en contra de Soto. Y el 4-4 que Unsain le sacó a Centurión en el descuento al menos le sirvió para darle un cariz emotivo a una derrota que lo mostró inferior.

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