Tras la derrota más dura, el exilio y la internación, Tosti elige pelear para quebrar la mala racha

LA ROMANA, República Dominicana.– Al final, la vida y el deporte son indivisibles. Excepto que sea un robot, lo que vive un deportista en un campo de juego repercute directamente en sus entrañas. A los 19 años, el golf crujió en el cuerpo de Alejandro Tosti y lo dañó. Es aquel rosarino que acarició el pasaje para el Masters en enero de 2015, en Pilar Golf Club, y que fracasó tras declinar en los últimos hoyos. Un año después, el aficionado del Club Mitre de Pérez buscará su desquite en el paradisíaco campo de Diente de Perro, pero entre el primer Latin America Amateur Championship que ganó el chileno Matías Domínguez, y éste que comenzará hoy, su salud lo arrinconó y lo tuvo en jaque.

"Luego de aquel torneo en Pilar me mudé a los Estados Unidos para ingresar en la Universidad de Florida. Gente y cultura nueva, todo fue novedoso para mí, al punto que en el campus cenaban a las 5 de la tarde. Tras ese segundo puesto en el LAAC tenía que estudiar, jugar al golf, faltar a clases y ponerme al día con las materias. Fue muy difícil y me estresé demasiado. Y después del primer cuatrimestre sufrí una enfermedad importante que me hizo ver el mundo con otros ojos. Hasta ese momento quería hacer todo perfecto y me di cuenta de que pasan cosas que hacen que nada pueda ser perfecto.

–¿Qué te pasó?

–Toda la presión que sentí en ese primer cuatrimestre la pagué con una infección en una muela que tenía desde hacía cuatro años y de la que no estaba al tanto. Empecé a recibir tratamiento, mi cuerpo se relajó, me bajaron las defensas, el virus subió por los nervios de la boca hasta el cerebro y en mayo me dio una encefalitis. Fue muy duro porque en ese momento estaba practicando con Ángel Cabrera en Houston; sufrí muchos dolores de cabeza, náuseas, vomitaba, estaba sensible a la luz, no podía moverme y dormía todo el tiempo. El día en que el Pato me buscó en el aeropuerto me dormí en el auto a los 10 minutos; me estaba muriendo. Y del viaje de vuelta desde Houston a Miami, directamente no me acuerdo de nada. Así que fui al hospital, me hicieron exámenes de sangre, una resonancia magnética, punción lumbar y de ahí fui derecho a la cama con suero. La parte más difícil fue que estaba solo y mis padres recibieron mensajes diciendo que estaba internado. Hasta ese momento, nadie de mi familia se había subido nunca a un avión y estaban muy preocupados.

–Después jugaste el British Amateur Championship y estuviste en los Panamericanos de Toronto, entre otros torneos. ¿Estás totalmente recuperado?

–Sí, pero tuve suerte: podría no haber estado acá en el LAAC.

–¿Cómo nació tu relación con Ángel Cabrera?

–La primera vez que nos vimos fue en el Abierto de 2012, en Nordelta, cuando gané el premio al mejor aficionado. Después de eso nos conocimos más, nos saludábamos cada vez que nos veíamos. Él no es muy abierto con la gente. No sé, supongo que el Pato ve en mí a una persona parecida a él. Después nos encontramos en la Copa Andes y me siguió en la cancha. A partir de ahí hablamos mucho y fue entonces que me invitó a su casa en Houston.

–¿Qué mensaje podés darles a los aficionados jóvenes que se identifican con vos?

–Bueno, yo no soy viejo, tengo 19. Pero lo que noto mucho es que los jóvenes están presionados por los padres y así no creo que logren sus objetivos. En mi casa nadie jugaba al golf y yo arranqué porque me encantaba. Caminaba seis cuadras hasta la parada del colectivo y de ahí tenía una hora hasta el club para practicar. Recibía invitaciones todas las semanas para las fiestas de 15, pero no iba a ninguna porque tenía que practicar los domingos a la mañana. No me gustan esos padres que quieren que sus hijos sean buenos y los presionan porque ellos mismos juegan al golf.

–A punto de arrancar el LAAC, ¿Qué tan difícil es para vos no pensar en que podés ser el cuarto argentino en entrar en el Masters?

–Sé que con mi juego puedo conseguirlo, pero es solo una semana más en mi vida, no voy a cambiar mis planes. Solo voy a esperar y dejar que los resultados me acompañen.