Federico Pizarro: “Pasaron de ni mirar videos a saber cuál argentino está enfrente”
Referente de Los Gladiadores, exalta el respeto que se ganó el seleccionado argentino, que en enero afrontará el Mundial de Francia
El deporte se toma vacaciones en enero. Sólo parciales. Estarán los clásicos: Dakar, Abierto de Australia, fútbol de verano. Y habrá algo como para vibrar con una camiseta celeste y blanca: el Mundial de Francia de handball, en el que la Argentina tratará de dar otro paso en el crecimiento que disfruta desde aquel cimbronazo de 2011 de imponerse a Suecia en su propio Mundial, casi un Maracanazo de este deporte.
Por garra, conducta e identificación con los colores, los Gladiadores ya son una marca registrada del deporte nacional. Tienen, en ese sentido, un parentesco con la Generación Dorada; les faltan resultados de ese calibre y les sobran amateurs (un tercio del plantel). Y entre ellos, Federico Pizarro es referente. Vive en el centro porteño, tiene un gimnasio en Lanús –más algún emprendimiento familiar– y juega en Luján. Es el típico deportista no profesional que, con ayuda de becas estatales, se destaca. Bastante, por cierto: viene de ganar el Olimpia de Plata por sobre dos compañeros que actúan en Europa, Diego y Sebastián Simonet. Fue figura del seleccionado en Río de Janeiro 2016 y ahora encara otro desafío, el Mundial, en que el equipo dirigido por Eduardo Gallardo debutará el viernes 13. Ante un rival algo exigente: el campeón olímpico, Dinamarca.
“El Olimpia es una alegría muy grande, un hito de mi carrera. Hemos tenido la suerte de ganar todo en la Liga, he salido goleador... Pero el Olimpia es lo más importante que hay como premio individual”, festeja el extremo derecho de Universidad Nacional de Luján (UNLu), campeón de cuatro competencias en la temporada.
–¿A qué va la Argentina?
–Hay que pasar de rueda, y para eso hay que ganar por lo menos dos partidos en la zona, a priori los de Bahréin y Egipto. Fuera de eso tenemos tres monstruos: Dinamarca es el campeón olímpico, Qatar es el subcampeón del mundo y Suecia, si bien está en un período de recambio, no deja de ser una potencia mundial. Ganando aquellos dos partidos nos meteríamos a los octavos de final, pero lo ideal es ganar uno más para no tener un cruce tan complicado.
–En el Mundial regresará Diego Simonet, ausente en Río 2016. ¿Cuán importante es?
–Vital. Diego es una figura mundial, que nos desatasca en momentos difíciles. No tenerlo hizo que el seleccionado se replanteara un montón de cosas en el ataque.
–En los últimos años, la Argentina ha tenido buenos resultados parciales, pero las posiciones finales fueron 10ª, 12ª. ¿Cuándo puede darse el salto?
–Meterse entre los cuatro o seis mejores del mundo no es sólo por trabajo de los jugadores; es algo mucho más profundo. Un proceso. Ojalá se dé en este Mundial; el handball y el equipo lo merecen. Pero no debemos pensar en eso, sino en poner la cara por el handball argentino en cada torneo. Ya no podemos ir a ver qué pasa, sino ser protagonistas. Si el resultado es bueno, mejor; y si no, aun así el equipo transmite un montón de cosas, y la gente y la prensa compran eso de los Gladiadores. A eso no podemos fallarle.
–Nueve jugadores se repitieron en los tres últimos grandes torneos. ¿Eso genera identidad?
–Ya es un logro en sí. Encontrar una mística es muy importante. Matías [Schulz], El Negro García, Pablo Portela, que quizás –ojalá no– están en sus últimos torneos, nos han mostrado a los que veníamos abajo cómo hay que jugar en el seleccionado, cómo hay que comportarse, y creo que eso es lo más importante que un jugador puede dejar. Y desde que vino Dady [Gallardo], en 2008, subieron chicos que hoy son tremendos jugadores, como Diego [Simonet], Fede Fernández, Fede Vieyra, Colo Vainstein... Muchos que Dady tenía en las juveniles se acoplaron, cayeron 10 puntos en el grupo y trajeron frescura. Nos hicimos grandes amigos fuera de la cancha. Y cuando un equipo tiene buena química afuera, en la cancha se le hace mucho más fácil.
–¿Cómo se llevan con el apodo “los Gladiadores”?
–Tenemos que hacerle honor cada vez que entramos en una cancha. Ser gladiador no implica sólo tirarse a morir en todas las pelotas; es, más allá del resultado, mostrar un plus, algo extra al partido, al deporte en sí. Los más chicos que van sumándose lo tienen clarísimo y por eso se adosan muy bien.
–¿Cómo ven los rivales a la Argentina? ¿Cuánto lugar ha ganado en la escena internacional?
–Un montón. Pasaron de ni mirar videos en 2008, 2009, a saber cada jugador cuál argentino está enfrente, por dónde puede tirar. Es una muestra de respeto. También la prensa extranjera ha cambiado radicalmente en cómo trata a la Argentina, mérito de lo que fueron logrando Los Gladiadores.
–¿Un deseo personal para 2017?
–Todo lo que hago es para rendir bien en el seleccionado, para que le vaya bien. Se necesita jugar en un club para estar en el seleccionado, y no voy a decirte que no me importan; ojalá se repita lo de UNLu de este año. Y ojalá esté a la altura en el seleccionado. Lo más importante es ayudar al equipo.ß
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