Jugamos como un superequipo
SAN ANTONIO.- Fue un momento único lo que viví, por varias razones: porque hace mucho que no lo vivíamos, porque estábamos mal acostumbrados de entrada, porque los primeros cinco años ganamos tres veces el anillo, entonces, si bien uno lo disfruta y lo vive con enorme pasión y orgullo, cuando hubo tantas frustraciones en el medio y en especial la del año pasado que fue dolorosísima, este título se hace especial. Porque lo de año pasado no sólo fue muy duro para mí, por haber jugado tan mal aquel partido seis, sino también para Tim, Tony, Pop...
Yo comí con ellos después de aquello y las caras, los sentimientos, las emociones, la frustración, el hecho de no poderse sacar las dos jugadas de la cabeza, estuvo en nosotros durante el receso. Tuvimos la revancha ideal. No se podía planear mejor, que sea inmediatamente después, en la siguiente temporada, con el mismo rival, jugando de la manera que lo hicimos, ganando con la contundencia que la que ganamos, fue muy bien escrito este guión. Es una satisfacción enorme y a la mañana siguiente empecé a ver lo que la gente escribió y pude ver videos y eso te pone un poco sentimental. Me escribí mensajes con compañeros y hablamos de lo increíble que fue la temporada... Son cosas que uno hace cuando está sensible. Se te caen las lágrimas en ese momento de vulnerabilidad emocional.
Lo que se generó con este logro lo pude ver en mi gente. En unos días podré tomar dimensión de lo que pasó con este nuevo anillo. Los más cercanos, que no pudieron venir, me dicen que lo siguieron por la tele y que lo vieron con sus hijos... Eso me conmueve, me hace sentir halagado. No puedo saber mucho más, porque después de la celebración en el estadio volví a casa y estuve con la familia hasta la 4 de la mañana y dormí una hora o una hora y media como máximo. Estuve mirando todo lo que pasó, compartí con mis hijos mucho tiempo y todo hace que la sensación sean incomparable.
Sí tengo dimensión de lo que se habla de los Spurs por su historia. En las entrevistas uno pone todo en contexto, por el tema del trío, con Tim y Tony y con Pop por encima. Jugamos a un nivel increíble. No soy un gran estudioso de las finales, porque cuando quedo eliminado, borro la temporada y no miro más nada. Pero un equipo que tenga esta claridad, contundencia, que haya ganado por los márgenes que ganamos y contra el equipo que lo hicimos... ¡No es que le ganamos a cualquiera! Con todo respeto, pero Cleveland, que le ganamos en 2007, no es este Miami. Cuando arrancó aquella final la confianza era diferente, pero ahora sabíamos que teníamos enfrente al bicampeón, que jugaban la cuarta final seguida. Cuando lo veía desde afuera era impresionante. Los movimientos de balón, la intensidad con la que se jugó y la verdad es que disfruté de ver al equipo así. Así que fue un gran honor y orgullo ser parte de este equipo.
Recibí algunos mails que me decían que fue un placer vernos, que jugamos un basquet que no se veía desde hace mucho tiempo. No fue algo pensado para lucirse. Estoy convencido de que en 2005 y 2007 jugamos muy bien, pero con otro estilo. El hecho de ver los errores que cometimos el año pasado y que no nos permitieron ganar y entender cuál era la mejor forma de vencer a Miami, todo eso hizo que llegásemos a nuestra mayor expresión del pase extra, que es lo que cuidamos tanto. El pase fácil, al mejor ubicado fue lo que intentamos en un equipo que todos contribuyeron. Porque Patty Mills el año pasado era el que revoleaba la toalla, Kawhi Leonard tenía 21 años y se vislumbraba lo que podía ser este año. Danny Green, Tiago Splitter... ¡Boris Diaw fue un gladiador! Por ahí el que no entiende tanto de básquet y mira a Boris y ve que hace seis, ocho o cinco puntos, pero lo que nos dio en la cancha fue increíble. Todos hablan de este Big Three, del que hablan porque somos los viejos, los que estamos desde el inicio, pero son tantos los que aportaron una mano que jugamos como un súper equipo. Si Kawhi de los últimos tres partidos, en uno no marcaba 20 puntos o era menos brillante, no sabían a quién darle el MVP. ¿A quién se lo daban? Se lo tenían que dar a Pop. Jugar en este equipo me hace muy bien.
Ahora necesito gozar, relajarme, disfrutar de mi familia, de todo lo que no hice en los últimos ocho meses, porque el desgaste mental es grande. Pero no tengo dudas que cuando nos juntemos para la temporada que viene y empecemos a entrenarnos y comience el campeonato, vamos a ir otra vez por todo. Es así como funciona esto. Todos jugamos al básquet no sólo porque es nuestro trabajo, sino porque es nuestra pasión, sabemos hacerlo y disfrutamos de hacerlo. Y sin duda que uno se siente mejor cuando se juega bien. No hablé ni una palabra con Tim, sobre su futuro, no creo que haya que convencerlo de nada, salvo que pase algo muy radical en el equipo, no tengo muchas dudas de que va a seguir, calculo que hablaré con él para saber qué va a hacer. Pero espero sigamos juntos.
Me preguntan mucho por la bandera de la Argentina. Es mi mujer la que la guardó, tiene manchas de champagne. Estuvo en los tres anteriores festejos y es una especie de tradición tenerla, es como que tiene las manchas de otras batallas, incluso, parece sucia, pero son marcas de una bandera que me acompaña en cada logro. Y anoche volvimos a festejar juntos algo increíble.
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