No puede pedir más: el monarca Hindú expande su reinado con buen juego
El conjunto de Don Torcuato consiguió su séptimo título en el campeonato; se impuso en Virrey del Pino a Belgrano por 38-23
Si antes del partido muchos hinchas neutrales querían que ganara Belgrano por la simple excusa de que "Hindú gana siempre", la excelsa demostración de rugby del equipo de Don Torcuato bastó para convencerlos de lo contrario. Si Hindú es el equipo más ganador de esta era es, fundamentalmente, porque es el mejor. Pero también es el que más lindo juega y actuaciones como las de ayer, con toda la dificultad que implica jugar un choque de esta connotación, contra un rival que lo supo poner en aprietos y un marco adverso, hacen al deleite de cualquiera que le guste este deporte.
No es fácil lograr lo que Hindú, monarca absoluto del rugby argentino con cuatro títulos en dos años. Con la victoria 38-23 ante Belgrano en la final del Nacional de Clubes, el bicampeón del torneo de la URBA alcanzó también la segunda corona consecutiva a nivel nacional. Más difícil es haberlo alcanzado manteniendo un estilo tan efectivo como vistoso que lo pone un escalón por encima del resto y que consigue desplegar aun en momentos críticos. Como ayer.
Cualquiera al que se le pregunte cuál es el secreto de Hindú responde lo mismo: divertirse dentro de la cancha y cada vez que empieza el año guardar el elefante (signo de su grandeza que ayer no pudo hacer su gloriosa aparición porque el Gobierno de la Ciudad no lo autorizó), es decir, olvidarse de lo hecho en el pasado, y empezar de cero. Simple.
En el sentido abrazo que protagonizaron entre lágrimas en medio del naciente festejo Nicolás Fernández Miranda y Lucas Ostiglia da cuenta de lo segundo y refleja la esencia de esta absoluta hegemonía de Hindú, que ya suma diez campeonatos en once años. Dos entrenadores que ganaron todo dentro y fuera de la cancha y fueron partícipes del momento más glorioso del seleccionado argentino (Francia 2007) se emocionaron como en el primer título.
Más visible y más disfrutable es, en cambio, lo primero. Hindú se divierte y divierte.
Ayer le tocó sortear un duro escollo. Belgrano llegó al último partido invicto y con la esperanza de subsanar una sequía de 48 años sin títulos. Su gente lo respaldó haciendo rebalsar el club y haciendo sentir la localía; no perdía allí . Más adversidad encontraba en el pack del Marrón, que se presumía superior e hizo trabajar al de Hindú. Pero éste estuvo a la altura que la batalla exigía. A partir de allí, pudo lucirse donde más le gusta: moviendo la pelota a la punta con precisión y oportunismo. Los cuatro tries fueron verdaderas obras de arte impropias de una final, todos rubricados por los backs.
Cuando Belgrano, gracias al poder de un scrum (un ítem que Hindú no pudo igualar pero se las ingenió para al menos sacar la mayoría de las pelotas propias) que le dio siete penales, llegó a igualar 16-16 a los 13 minutos del segundo tiempo, el campeón respondió con un contraataque desde su campo que terminó en try de Bautista Álvarez tras una preciosa "pared" con redoble incluido con Sebastián Cancelliere, el otro wing, que selló la victoria con dos conquistas más. Esta vez no necesitó de un milagro de Joaquín Díaz Bonilla como una semana atrás en la semifinal ante el Tala o un año atrás en la final ante Newman, pero el apertura fue igualmente la figura por su claridad en la distribución del juego.
Allí está el eterno Hernán Senillosa levantado en andas con la copa en sus manos festejando frente a una tribuna que lo ovaciona. Entre la experiencia del Chori, protagonista de la primera doble conquista de 1996 y de 13 de los 15 títulos de Hindú, y la desfachatez de los más chicos hay 21 años llenos de gloria que se agigante y nadie parece poder frenar. La razón es simple: nadie juega como Hindú.
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