La historia de los siete jugadores de los Cedros encarcelados en Brasil

Siete jugadores del club Los Cedros, que participa en el Grupo III de la URBA, está viviendo una historia de terror. Casi un mes después de haber partido con todo el plantel superior a una gira a Río de Janeiro, tres de ellos permanecen en la prisión de Bangú, un claustro de alta seguridad, luego de haber protagonizado una pelea en un bar.

El jueves 10 del corriente tuvieron el día libre y aprovecharon para conocer la noche brasileña. Un grupo fue al bar Palaphita Kitch, del barrio de Gávea, al sur de Río de Janeiro, y fueron parte de un altercado que modificó los días que seguirían en sus vidas.

"Dos chicos se pelean con dos brasileños. Uno era militar y otro el policía, que estaban de civil y no se identificaron", contó a LA NACION, Pablo Di Nisio, el entrenador. "El policía quedó en el medio y recibió una piña de un chico que está en Buenos Aires. La seguridad cerró el boliche, los chicos logran salir y afuera los rodearon y la policía iba identificando a los argentinos y se los llevaban. A las 6 de mañana se llevaron a los siete, estuvieron en la comisaría hasta las 16, fueron a un juzgado y el juez de turno, según las declaraciones de la policía, decidió que cuatro quedaran presos y tres libres esperando acusaciones sin poder salir de Brasil. A ninguno de los siete se les retuvo el pasaporte."

El comisario Gustavo Ribeiro, implicado en la pelea, sufrió una fractura en el maxilar y la rotura de un diente y denunció a los argentinos por "lesiones corporales graves" y "desacato". Entonces, el juez Marcello Baptista aceptó la denuncia y ordenó la detención preventiva de los jugadores Patricio Velázquez, Hernán Gabriel González, Adrián de Donato y Tomás Fernández, quienes fueron ingresados en el presidio de Bangú. Ignacio Iturraspe, Matías Agustín Tapia Gómez y Fermín Ibarra fueron liberados en forma provisional sin permiso para salir de Brasil hasta que obtuvieran una autorización judicial.

En la decisión que justificó el arresto, el juez indicó que los detenidos "son deportistas con un porte físico superior al de un hombre medio común y practican un deporte en que el adquieren pleno conocimiento de la fuerza que pueden emplear contra otros".

Di Nisio plantea que aquí surge la primera irregularidad en la causa: "Los abogados en Brasil fueron muy claros y muy enfáticos en decirnos que en Brasil nadie queda preso esperando acusaciones", aseguró sobre la situación de Velázquez, González, de Donato y Fernández. Iturraspe, Tapia Gómez e Ibarra recibieron el miércoles la tan esperada autorización para salir de Brasil.

"Como se dilataba el tema de las acusaciones por parte del fiscal, presentaron el miércoles un habeas corpus y el abogado que estaba de turno lo tomó y le dio cabida", continuó Di Nisio. "Vio que los tres chicos no eran reconocidos dentro de las denuncias y que no habían intentado volverse todavía a Argentina. Entonces, sacaron el pasaje y fueron al aeropuerto junto al abogado y la notificación. Justo antes de despegar, la policía subió al avión y los metió en una cárcel en el aeropuerto de Galeao. El jueves, el juez volvió a hacer un habeas corpus, que fue rechazado, y los trasladaron a la cárcel donde están los otros cuatro. La jueza que tiene a cargo la causa habló con la fiscal para acusar a los siete de lesiones graves, lesiones leves y desacato. Y, a los tres en particular, los acusó de intento de fuga y pidió 12 años de prisión para ellos".

El jueves, en tanto, se presentó una eximición de prisión junto a un video de 40 minutos de las cámaras de seguridad de la discoteca donde ocurrieron los hechos, junto a la confesión del jugador que golpeó al policía, quien se encuentra en la Argentina. No obstante, el juez al que le presentaron el habeas corpus no se presentó a trabajar y solamente recibieron la presentación en su juzgado.

Mientras esperan su sentencia, los siete jugadores están en un presidio que fue construido en 1987 en Bangu, una región agrícola que está en las afueras de Río de Janeiro, al Oeste de la ciudad. Tiene 26 unidades carcelarias y aloja tanto a hombres como a mujeres. Una de esas cárceles fue denunciada en 2008 como una de las peores y más "insalubres" de Brasil. Y la situación no parece haber mejorado con el tiempo: en 2014, según informó el sitio web Notibras.com, hubo una acción judicial contra el Estado por las condiciones del hospital del complejo, la falta de profesionales y la mala salud generalizada de los internos.