Copa Davis: Francisco Cerúndolo y Sebastián Báez sufrieron, pero cumplieron con el favoritismo ante Lituania y la Argentina quedó a un paso de los Qualifiers

La Copa Davis es un evento tenístico en el que el ranking no importa ni pesa tanto y en el que se producen más batacazos de los habituales. “Jugar por el país” provoca que entren en escena otras cuestiones anímicas y no todos los jugadores reaccionan con la misma fortaleza que en el tour. La Argentina encaró el desafío con Lituania, por el repechaje del Grupo Mundial I (en busca de un boleto para los Qualifiers 2024), sobre el polvo de ladrillo del Buenos Aires Lawn Tennis Club, con un amplio favoritismo (y con mucho más por perder que por ganar). Más allá de varios momentos de tormentos y tensión, el equipo capitaneado por Guillermo Coria cumplió con lo pautado y se adelantó 2-0, tras los éxitos de Francisco Cerúndolo (21°) ante Vilius Gaubas (18 años, 476°) por 6-1, 6-7 (6-8) y 6-2, y de Sebastián Báez frente a Ricardas Berankis (231°, 33 años) por 7-6 (8-6), 5-7 y 6-3, en 2h41m.

La competencia seguirá este domingo, desde las 11, con el punto de dobles (Andrés Molteni y Máximo González será la pareja nacional). Luego están programados dos singles. En caso de que la Argentina logre sellar la victoria en el tercer punto, probablemente el cuarto lo jugará Tomás Etcheverry (representaría su debut).

Cerúndolo fue el primero en salir a escena. Con un escenario central radiante (por el clima) y completo desde las tribunas (por unas cinco mil personas), pegó primero y rápido, quebrándole el servicio a Gaubas en el game inicial del match. En su tercera convocatoria a la Copa Davis (la primera en nuestro país), la mejor raqueta sudamericana del ranking le marcó la cancha a un joven rival al que el polvo de ladrillo no le es ajeno: de los 21 torneos profesionales que actuó en la temporada, 16 fueron sobre superficie lenta (ganó dos Futures, ambos sobre clay). Más allá de todo, el porteño se adueñó del primer set en solamente 31 minutos: la velocidad de sus tiros fueron incontrolables para la resistencia de Gaubas.

Luego de semejante demostración tenística (y de personalidad), todo indicaba que Cerúndolo cerraría el partido con la misma autoridad demostrada hasta entonces. Sin embargo, los demonios internos lo perturbaron. Entró en juego la tan temida tensión. Gaubas, con frescura y desparpajo, se soltó y empezó a arriesgar (y a acertar) más, con tiros profundos. El argentino, entrenado por Kevin Konfederak, empezó a maldecir, a sufrir; el europeo se agrandó. Gaubas llegó a sacar para set (5-4), pero le pesó la responsabilidad y Cerúndolo le quebró (5-5). En el undécimo game sacó mal, el lituano tuvo cuatro chances de rompimiento, pero -al final- el argentino sostuvo su saque (6-5). Gaubas sacó sin margen de error, Cerúndolo lo presionó y le hizo sentir el compromiso; el lituano sirvió 15-30, pero pudo frenar el impulso del mayor de los hermanos Cerúndolo y llevó el segundo set al tie-break.

Cerúndolo martilló y tuvo match point, sacando 6-5, pero tiró una derecha afuera (6-6). El argentino volvió a sacar y subió a la red para cerrar el punto, pero Gaubas lo pasó de drive (7-6) y, para sorpresa del público en el BALTC, ganó el set (8-6). Se sintió el cimbronazo en la Catedral del tenis argentino: muchos se quedaron callados. También lo sufrió el capitán argentino, Guillermo Coria.

Gaubas arrancó el tercer parcial con su servicio, envalentonado, pero quedó muy complicado rápidamente: 0-40. Sin embargo, Cerúndolo no supo cómo aprovechar la oportunidad y el lituano terminó resolviendo el game (1-0). El argentino ganó su turno de saque (1-1) y tuvo una chance de quiebre en el tercer game: esta vez sí lo consiguió (2-1) y se desahogó, levantando los brazos al público. Francisco sumó con su saque (3-1) y otra vez lo hizo dudar a Gaubas. Cerúndolo empezó a aflojarle la pelota al rival, por momentos se calmó, hizo buenos cambios de direcciones y le quebró, una vez más, el saque (4-1). Cualquiera podría imaginarse que, ahora sí, Cerúndolo había encaminado el partido, pero sacó 15-40 y los fantasmas volvieron a sobrevolar el ambiente del BALTC. Claro que Gaubas no supo cómo subirse a ese último vagón de tren y Cerúndolo sostuvo su servicio (5-1). El lituano sintió el impacto y el argentino tuvo un segundo match point..., que no aprovechó. Gaubas, un optimista, siguió aferrándose de la inestabilidad del local y estiró el partido (2-5).

Cerúndolo sacó para partido. Se adelantó 40-0. Pero Gaubas siguió complicándolo y recortó la distancia (40-30). Tenso, el porteño cometió una doble falta (la octava del partido) y llegaron al deuce. Cerúndolo tuvo match point por sexta vez y, por fin, Gaubas se equivocó tirando larga una derecha y el argentino pudo quitarse un gran peso de encima. Así, con más obstáculos de los esperados, el favoritismo del equipo argentino empezó a anotarse sobre el resultado. Los albicelestes dieron el primer paso.

La oportuna reacción de Báez

Báez, el jugador nacido en Billinghurst que llegó a la serie con el impulso de haber ganado dos títulos (Kitzbühel y Winston-Salem) y alcanzado por primera vez la tercera ronda del US Open, debió medirse con el mejor jugador lituano: Berankis. Para el jugador entrenado por Sebastián Gutiérrez fue un alivio imponerse en el primer parcial, sobre todo de la manera en la que lo hizo: levantó un 1-6 en el tie-break (cinco set points para el europeo), ganando siete puntos consecutivos (8-6). El público en el BALTC lo ovacionó de pie.

Luego, fortalecido por haber superado semejante obstáculo, el argentino pareció jugar con mayor convicción. Báez sacó para partido (5-4), pero Berankis, una vez más, lo puso en aprietos, le quebró el servicio y festejó (su gritó retumbó en todo el estadio). El lituano elevó la calidad de sus tiros y se adueñó del segundo parcial por 7-5. Esa reacción llenó de dudas a Báez, en la que fue su segunda serie como local (había debutado en febrero del año pasado ante la República Checa).

Báez tuvo dos break points en el primer game del tercer set, pero no los aprovechó. Berankis no sólo sostuvo su servicio sino que también le rompió el siguiente al argentino para distanciarse por 2-0. Pero Báez siguió luchando, varió la altura de sus golpes, el lituano falló y cedió su saque (2-1). Llegaron 3-3 al séptimo game y Báez dio otro golpe sobre la mesa logrando un nuevo quiebre (4-3). Lejos de sentirse bajo control, el argentino sacó 0-40, pero ganó cinco puntos seguidos para adelantarse 5-3 y poner a Berankis bajo presión. Más allá de su veteranía y experiencia, Berankis se sintió acorralado, Báez apretó el acelerador, se nutrió del aliento del público, le hizo añicos el saque al rival (por séptima vez) y, por ende, cerró el partido. Alivio para la Argentina, que quedó match point (2-0).

Un espacio especial por los 100 años en la Davis

Para conmemorar los cien años del primer partido de la Argentina en la Copa Davis (en 1923, ante Suiza, en Ginebra), la serie frente a Lituania en el BALTC actuó como incentivo para una muestra con artículos simbólicos del recorrido albiceleste en la competencia de la Ensaladera. Raquetas, camisetas, tapas de diarios y otros objetos se lucieron en un espacio armado en la zona comercial del BALTC. Además, hubo una muestra con material audiovisual de distintas épocas.

En otro rincón del BALTC se levantó el espacio Gaming Maycam Evolve Prex, reservado para los amantes del gaming. Allí, los espectadores pudieron experimentar con simuladores y consolas.

La AAT, asimismo, recolectó polvo de ladrillo de las canchas donde comenzaron a desarrollarse muchos de los máximos referentes del tenis de nuestro país en la Copa Davis, de los que disputaron al menos 20 partidos con la camiseta del conjunto nacional y de los integrantes del equipo que se consagró campeón en Zagreb 2016. El Club Náutico de Mar del Plata (donde se formó Guillermo Vilas) e Independiente de Tandil (Juan Martín Del Potro y Juan Mónaco) fueron dos de las instituciones que “aportaron” polvo de ladrillo.

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