La decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de invadir Ucrania provocó un encarecimiento global del valor de los alimentos
Sugestiva resultó la tapa de la revista Time de enero de 1980: Grain as a weapon (grano como arma). Por ese entonces, un productor estadounidense de maní devenido en presidente de los Estados Unidos llamado Jimmy Carter le imponía un embargo cerealero a la Unión Soviética. El motivo: La invasión rusa a Afganistán. La mejor manera -según Carter- de presionar a la Unión Soviética para que desistiera de semejante operación sería dejar de venderle granos. Durante los años 70 las grandes compras de granos desde dicha región habían ayudado al auge de la agricultura estadounidense. En la portada, se veía un campo de trigo a punto de ser cosechado.
Hoy Rusia está invadiendo Ucrania. Ya tendríamos una primera coincidencia. Si la “afamada” tirada de ese entonces se hiciera en la actualidad en el contexto internacional que estamos viviendo sería exactamente igual, solo que en sentido inverso. El que estaría usando al “grano como un arma” sería en este caso el presidente ruso, Vladimir Putin.
Evidentemente, la experiencia pasada sirvió para que nunca más sucediera algo igual y, por el contrario, pueda ser utilizada ahora como la peor de las armas. Y no solo eso. También podría ocurrir lo mismo con la energía y con los fertilizantes. En este sentido, Rusia anunció que dejará de exportar granos (léase trigo, cebada, centeno y maíz) a la región euroasiática hasta fines de agosto de este año. El empobrecimiento global acaecido luego de la crisis económica derivada del Covid se estaría acelerando con la decisión de Putin, primero de invadir Ucrania y luego de restringir las exportaciones de granos.
Ello podría generar un éxodo a escala global desde los países pobres (que ahora estarían más empobrecidos), hacia las economías más ricas en busca de oportunidades. Si sumamos esta posibilidad a la salida de los propios ucranianos desde su país, la situación podría no tener precedentes. Y, por supuesto, ningún líder occidental quiere que ello ocurra.
Hoy, pareciera haber ciertos acercamientos diplomáticos entre ambos países. Pero mientras Putin comienza a mostrar una posición “algo” más conciliadora en ese terreno, en la práctica continúa bombardeando Ucrania de manera despiadada. Las posiciones resultan muy complicadas, por cuanto pareciera existir más consenso sobre que Ucrania suspenda su ingreso en la OTAN, pero resulta más difícil que reconozca a Crimea como territorio ruso y a las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk como territorios independientes.
El mercado se sume en una montaña rusa sin precedentes. Las volatilidades implícitas de las opciones sobre futuros agrícolas están en los máximos. La decisión de una sola persona puede resultar determinante en este sentido. El mayor problema es que Putin resulta imprevisible y esta jugado. Para un productor en nuestro país, dejar librado al azar hacia donde se va a mover el fiel de la balanza resulta mucho más temerario aún.
Finalmente, la decisión del presidente Carter no tuvo el efecto deseado. Esperemos que esta sea una segunda coincidencia y el presidente ruso no puede usar a los granos como un arma, quizá más poderosa que cualquier “fierro” usado para la guerra.
El autor es socio de Nóvitas SA
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