Las exigencias de los mercados demandan la adaptación de las empresas a los nuevos aspectos de la globalización pospandemia
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Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales, presentó las nuevas condiciones del éxito en los agronegocios en el marco del Capítulo 6 de Negocios del Campo, encuentro organizado por LA NACION. A raíz del hecho de que el 70% de todas las exportaciones argentinas provienen del sector agroproductivo, es de suma importancia que el país entienda qué pasa en los mercados globales.
El orador comenzó por destacar la resiliencia tanto de la globalización como de los productos que se vinculan con la producción agroalimenticia en tiempos de pospandemia. Tal es así, que la Organización Mundial del Comercio ya está anticipando un crecimiento del 8% en relación al año anterior.
Sin embargo, la globalización atravesó cambios cualitativos que redefinieron su perfil y el de las empresas que desean formar parte del mercado. Entre las consideraciones que hay que advertir sobre la producción y comercialización de la Argentina hacia el mundo, Elizondo destacó cinco elementos principales.
En primer lugar, el país vive en un “escenario de tremendo cambio tecnológico, que no es sólo un cambio en las máquinas, sino en los modelos de producción, en la tecnología de gestión, satelización, modificaciones genéticas, agricultura de precisión; pero, además, información en los productos, en la vinculación entre empresas, en el modo de organizar la producción intangibles que son críticos para la oferta”, enlistó.
El segundo punto que destacó fue la creciente relevancia de la geopolítica. Señaló que “elegir mercados ya no debe ser algo que sólo surja de la evolución de la demanda, sino de la configuración en la relación entre los países, sobre todo en la agroproducción”. El tercer punto se desprende como consecuencia de este argumento, ya que comentó que los requisitos de los países no se limitan a la reducción arancelaria, sino que demandan exigencias ambientales, sanitarias y de seguridad que deben ser consideradas ante regulaciones internacionales.
La relevancia de las empresas globales para competir es el cuarto factor que determinó importante en este contexto, dado que ya no basta sólo destacarse con los productos, sino que “se debe ser una empresa con atributos internacionales”, dijo.
Por último, remarcó la difuminación de los límites entre los sectores productivos: “El agro, la industria, la producción manufacturera y los servicios están integrados en ecosistemas que deben ser considerados para concebir el negocio de acceso a mercados externos”.
Los seis flujos de la globalización
Elizondo, que también es director de la Maestría en Estrategia y Tecnología en el ITBA, marcó que existen seis seis flujos en la nueva globalización: el comercio internacional de bienes, de servicios, la inversión extranjera directa, flujos de financiamiento, vinculación entre los países a través del intercambio de datos e información y las telemigraciones, es decir, quienes operan desde distintos países a través de las tecnologías de la información.
La pregunta que se desprende de esta globalización hexagonal es dónde se genera el valor en la agroproducción. Elizondo analizó que ya no es donde está el clima, el suelo fértil, la manufacturación o el proceso de producción básico, sino que “el valor se produce antes: en la generación de conocimiento, investigación de desarrollo, en la tecnología, en lo que podríamos considerar el proceso previo de incorporación de saber antes de la producción”. Y agregó: “No sólo en la modificación genética, sino en la tecnología de producción. En la organización de factores, el capital intelectual o el valor se genera al final, en la cadena productiva comercial, en la vinculación con los clientes en los servicios posventa y en la generación de información relevante para que los clientes nos valores”.
A partir de estas actualizaciones, se pueden vincular dos componentes críticos. Por un lado, que la carga arancelaria en frontera ya no representa tanto un obstáculo principal. Fundamentó este punto diciendo que los aranceles en frontera han caído en promedio de 15% a 5% en poco más de 20 años y que el principal costo de ingreso en mercados hoy es de requisitos vinculados con condiciones de calidad, con estándares, con normas técnicas, sanitarias, medicinales, ambientales y de seguridad. Por ende, hoy “hay que concebir distinto el acceso a los mercados de este conjunto de requisitos especiales, novedosos, propios de esta nueva globalización en la que el paradigma no es el menor costo y la mayor escala sino la mayor calidad, las condiciones diferenciales singulares de la oferta”, resolvió.
El experto opinó que esto provoca que aquellos que producen “tengan que concebirse a sí mismos más que como productores, como empresas internacionales”. Deben tener atributos competitivos a partir de los cuales uno genera todas estas condiciones. En la actualidad, Elizondo detalló que el 80% de la inversión en investigación y desarrollo en los países desarrollados se genera en las empresas, por lo que hizo énfasis en la importancia de “concebirse como una empresa que produce, diseña, que tiene estrategias, que crea ecosistemas, arquitectura vinculares a partir del desarrollo sistémicos constantes, virtuosos en el mundo para tener éxito”.
¿Qué tiene que hacer la Argentina para seguir compitiendo exitosamente?
En materia de agroproducción, la Argentina representa el 2% de todas las exportaciones globales. Para mantenerse como uno de los principales agroexportadores del mundo, Elizondo señaló que hay que adaptarse a esta nueva globalización hexagonal, cuya oferta está basada en el capital intelectual.
Para lograrlo, el especialista en negocios internacionales opinó que no sólo hay que pensar en la microeconomía, “sino en la mesoeconomía, ir generando alianzas virtuosas en su derredor inmediato de la empresa para tener garantizado el acceso a insumos, a recursos humanos, a tecnología, a fierros, a conocimientos e incluso alianzas para que aquellos a los cuales les vendemos no sean sólo clientes, sean socios”.
Por otro lado, instó a que el país se adapte: “La Argentina tiene que poner en marcha una agenda de políticas adecuadas, en las cuales hay que tratar de ir dejando de lado prohibiciones a las exportaciones, restricciones en frontera y problemas en los desincentivos que generan las políticas”.
Para ello, listó siete recomendaciones que facilitan la adaptación de las políticas locales.
- Estabilizar el entorno macroeconómico, ya que es difícil proyectar e invertir en la nueva economía si uno tiene un desorden en la tasa de inflación, cambiaria y de interés.
- Reducir la presión impositiva.
- Normalizar el régimen cambiario, teniendo en cuenta que la brecha genera un enorme desincentivo que no permite la previsibilidad que los mercados cambiarios conceden.
- Morigerar la congestión regulativa en un entorno regulativo que rigidiza la fluidez propia del movimiento de las empresas.
- Modernizar la infraestructura y los servicios: los transportes, la logística, la conectividad, el acceso por ejemplo a buenos servicios en los puertos es muy importante para competir en ese escenario nuevo.
- Fortalecer la institucionalidad, donde estén vigentes las garantías, los derechos individuales, que los contratos se cumplen, que si hay controversias haya resolución de estas por la autoridad en base a principios de legalidad.
- Crear una fuerte arquitectura internacional a base de acuerdos de libre comercio, actos con terceros países, complementación económica, integración, reducir obstáculos en la frontera en el ingreso de nuestros productos al mercado y generar influencias regulatorias con mercados que son muy exigentes.
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