En Santa Fe aprovecharon la cáscara de este producto para un nuevo fin y darle un valor comercial
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SANTA FE.- Nada se pierde. Esto es lo que resolvieron los investigadores. En este caso, se trata de un proceso inédito en la región. Refiere al aprovechamiento de la cáscara de arroz para generar óxido de sílicio y energía térmica, utilizado en múltiples industrias.
Fue desarrollado por un grupo de investigación de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ-Universidad Nacional del Litoral), Conicet e Ingar (Instituto de Desarrollo y Diseño), pensando que el sector industrial genera a diario enormes volúmenes de residuos que, en la gran mayoría de los casos, generan problemas ecológico-ambientales. De este modo, se aprovecha un residuo agroindustrial regional logrando uno de mayor valor comercial.
La valorización de las cáscaras de arroz producidas en grandes volúmenes en las plantas arroceras permite solucionar una problemática ambiental en la provincia de Santa Fe y fortalecer las capacidades competitivas de la empresa contribuyendo a mejorar la productividad y establecer vínculos con grupos de investigación de la Universidad y el Conicet.
Por eso, según los especialistas, “con el avance de la ciencia y la generación de nuevos conocimientos, los descartes agroindustriales pueden transformarse en importantes oportunidades de desarrollo productivo”.
El comienzo
El primer proyecto comenzó a desarrollarse en 2020, con la construcción y el diseño de una planta piloto para escalar la producción de sílice de alta pureza a través de la cáscara de arroz para ser empleada como materia prima y aditivo en diversas aplicaciones. En 2023, con la planta piloto en marcha, se desarrolló una tecnología para el aprovechamiento de la cáscara de arroz como combustible básico en la producción de sílice de alta pureza.
Al respecto, el decano de FIQ, Adrian Bonivardi, sostuvo que las iniciativas recibieron financiamiento a través de la línea “SF Innovar” de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esta firma está localizada en la ciudad de San Javier, en la provincia de Santa Fe y se dedica a la producción, industrialización y comercialización de arroz elaborado en distintas variedades y presentaciones.
“Esto es un claro ejemplo de los resultados que pueden obtenerse con la articulación entre el sistema científico y la industria. La innovación es fundamental para el crecimiento y la competitividad”, comentó Pablo Bode, graduado universitario e integrante de Risiera, firma que, según datos aportados a este diario, produce unas 250 toneladas de cáscaras por mes.
Usos
Para referenciar el valor de lo descubierto, los especialistas señalaron que “entre algunas de sus aplicaciones más usuales se encuentran pinturas y lacas; resinas de poliéster, resinas laminadas y gel; caucho de silicona; adhesivos y sellantes; tintas de impresión; compuestos y geles de cables; pastas de dientes, y en cosmética”.
“Es un producto utilizado como materia prima en una gran diversidad de mezclas; por eso pensamos que a partir de esto se pueden generar también otros planes de negocio, no sólo para nosotros, sino para otras empresas que quieran innovar”, agregó Bode
Debe señalarse que, en la actualidad, la sílice utilizada en varias industrias proviene de otro tipo de origen comercial o natural (siendo este no renovable) y en algunos casos es importada y presenta un elevado costo.
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