María Laura Tramezzani: “Un país no crece con solo estabilizar las cuentas públicas”
La economista, experta en temas financieros, sostuvo que la Argentina necesita tomar una senda de crecimiento de mediano y largo plazo y evitar la mirada cortopleacista; su visión sobre lo que se debate en el Congreso
- 10 minutos de lectura'
Estudió Economía en la UCA y Sistemas en el ITBA; fue CEO de 1784, una compañía de fondos mutuos de BankBoston, y Head de Research en la misma institución; fue CEO de Consultatio Asset Management y se desempeñó como Directora Ejecutiva de J.P. Morgan; es socia fundadora de Action Advisory Group.
María Laura Tramezzani ingresó al mundo financiero cuando todavía las mujeres no abundaban en las mesas de dinero. Se recibió de licenciada en Sistemas, en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y de licenciada en Economía, en la Universidad Católica Argentina (UCA). Comenzó su carrera en BankBoston y a los pocos años la eligieron CEO de 1784, la primera compañía de fondos mutuos del país.
“En la Argentina no había fondos comunes de inversión, los trajimos nosotros con BankBoston, porque queríamos darle a los clientes la posibilidad de ahorrar como se ahorra en el mundo desarrollado. Lo hicimos también contra viento y marea del sistema financiero, porque este negocio es de comisiones, mientras que el negocio de los bancos es express: hacen la diferencia entre lo que se toma como depósitos y lo que se le paga al cliente”, dice la economista.
Recientemente publicó el libro Todo valió la pena, en el que cuenta su experiencia al frente de la compañía durante la crisis de 2001. “Auge y caída de los fondos comunes de inversión contados por una de sus principales protagonistas”, dice la presentación del escrito.
Tramezzani continuó luego su carrera como CEO de Consultatio Asset Management. Estuvo nueve años como directora ejecutiva de J.P. Morgan, en el área de Wealth Management, con responsabilidades en la Argentina, Uruguay y Chile, y luego fundó Action Advisory Group, una empresa de asesoramiento financiero dedicada a clientes de alto patrimonio.
–¿Cómo ve la situación económica de la Argentina?
–Las medidas que se han tomado hasta el momento desde la asunción del actual presidente son condición necesaria para tener un país que funcione, pero no son suficientes. Hasta el momento se tomaron medidas necesarias para normalizar la economía y lograr estabilizarla. Venimos de una situación de crisis fenomenal; llegamos al borde del precipicio, casi tambaleando. El Gobierno estabilizó y empezó a pararse firme. Eso es lo que en términos macro está significando ir al corazón del problema, que es el motivo por el cual hace 80 años que la Argentina entró y nunca terminó de salir de un proceso de decadencia continua. El motivo final de esto es el déficit público y un Estado quebrado. Para resolver este tema hay que sanear las cuentas públicas. Todo el resto, sino, es un parche sobre otro parche. Es muy positivo que hayan ido al corazón del problema con un diagnóstico realmente muy certero de la situación. Una vez que se resuelva esto tendrán que darse otro tipo de condiciones suficientes para que esto pueda realmente cambiar. Con solo estabilizar las cuentas públicas un país no crece. Al final del día hay que lograr poner a la Argentina nuevamente en una senda de crecimiento de mediano y largo plazo; no en una senda de crecimiento que funcione sobre la base de expectativas de corto, que es lo que hoy está pasando cuando vemos el mercado financiero. Este mercado funciona con expectativas, pero para construir una línea de tendencia y tener activos financieros donde uno compra para su jubilación, en vez de para especular, se necesita que el país esté funcionando en una tendencia positiva de largo plazo. Para eso se necesitan reformas estructurales, que son las que pareciera que empezamos a ver con la media sanción en Diputados del paquete de leyes.
–Usted trabajó en otros países de la región. ¿Por qué esas economías lograron tener un mercado de créditos, algo que tanto falta en la Argentina?
–Para tener crédito hay que tener moneda. Te presto dinero para que me devuelvas dinero. Si eso que te presto se licúa en el camino y lo que te devuelvo no es lo mismo que te presté, esa relación entre el tomador de crédito y quien otorga el dinero no puede existir. No hay moneda porque te la corroe la inflación, y eso sucede porque estamos en un país donde quien está comiendo y destruyendo esa moneda es el propio Estado. Otra vez volvemos al corazón del problema: si sanamos las cuentas públicas está la posibilidad de reconstruir la moneda y empiezan los negocios que se generan con esa estabilidad. Dos grandes negocios se generan con la moneda: el crédito y las inversiones de mediano y largo plazo.
–Eso lleva tiempo, ¿se puede lograr un atajo con la dolarización o no es recomendable?
–Los atajos se pueden lograr, obviamente que sí. La dolarización tiene un montón de implicancias de las cuales ya se han conversado un montón. Tiene implicancias en términos de contratos, de temas operativos. Está bueno en el sentido de que atas al Estado de pies y manos para poder realizar emisión monetaria. Es como si a una persona que tiene problemas de obesidad se le cose la boca. No puede comer más y va a adelgazar, pero, además, en alguna de esas tiene algún otro problema. Está bueno, es cierto, pero tiene algunas implicancias. Por eso no existen en el mundo prácticamente esquemas de convertibilidad, pero también porque existen estados muy conscientes de que no se puede emitir sin fin.
–Hay algunos bancos que empezaron a lanzar créditos hipotecarios UVA. ¿Es buena alternativa o todavía es muy apresurado, teniendo en cuenta que hay controles de cambio en la Argentina?
–Sí, pero el tema del UVA iría contra pesos. En realidad, el análisis que cualquier persona tomadora de crédito hace es: ¿lo voy a poder pagar? Para poder pagarlo, como está indexado con inflación, hay que tener mínimamente asegurado que los ingresos se indexen. Así vas a tener ingresos relativamente asegurados. Y si no tenés otra forma de financiarte para poder acceder a la vivienda, si no hay otra cosa mejor, entonces, ante la nada, es bueno.
–¿En qué momento el dinamismo de la economía real empieza a converger al optimismo del mercado financiero?
–Siempre los mercados se anticipan. Esa es una regla de oro del mercado, porque funciona en principio sobre la base de expectativas. Y las expectativas lo que están diciendo es que hay, entre comillas, una muy buena esperanza de cara a la Argentina. Si esas expectativas no se traducen en realidades cambian rápidamente y los mercados se dan vuelta. Las expectativas de los países de un mercado de frontera, como es la Argentina son híper volátiles, porque ni siquiera es un mercado subdesarrollado, es una economía de lo más riesgosa en el mundo. En los países así se puede ganar muchísimo dinero y perder también muchísimo. En este momento se está en la parte de la curva ascendente, porque las expectativas son positivas y porque venimos del subsuelo. Estas expectativas empiezan a transformarse, en realidad lo que llamamos los fundamentals, cuando los números empiezan a cerrar, cuando la tasa de inflación cae realmente muy abruptamente, cuando los números fiscales cierran por todos lados, están bien prolijitos, cuando se va en un camino de cuidar el no endeudamiento del Estado. Con las reformas estructurales, las expectativas de mediano plazo empiezan a cambiar. Ahí se puede sostener esta suba de mercados, que ahora está tremendamente explicado por un cambio de expectativas muy drásticas. Por el otro lado, hay que tener un camino en paralelo de la economía real, que todavía no está, para que empiece a mostrar las expectativas en números. En última instancia, también debe traducirse en la mejora de la calidad de vida de la población. Cuando se empieza a ver que estos caminos confluyen, el de los números fiscales, el de los mercados y el de la actividad económica junto con la calidad de vida de la población, ahí se empieza a cambiar el estilo de país para pasar a una senda de crecimiento donde todos sus agentes económicos se benefician.
– ¿Qué similitudes ve con la década de los 90?
–En los dos casos se aplicó una política de shock. En los 90 hubo un shock tremendo por la convertibilidad. Se le cambió la expectativa a la gente, porque se dijo que la moneda iba a estar atada al dólar; no hubo más inflación, no hubo más déficit público, porque no se podía hacer política monetaria. Lo similar a hoy es que también dijeron que no hay más déficit, no porque está la convertibilidad, sino porque no emiten más. Las reformas estructurales que se hicieron durante la década del 90 fueron las privatizaciones. Hoy está la posibilidad de privatizaciones, pero además se proponen cambios en materia jubilatoria, para no generar déficit y caída de subsidios. Otra vez se está atacando al corazón del problema. En los 90 esto duró un tiempo, se privatizó, pero el problema fue que empezaron a generar déficit con convertibilidad y se endeudaron cuando había que ver cómo se financiaba. Ahora estamos todavía en los albores de todo esto. Están diciendo que no van a tener déficit público, que es ir más lejos que decir que no habrá emisión monetaria. Si esto es real, habrá un país que tiene todas las condiciones para ponerse a crecer. Para eso también es necesario atraer la inversión, que haya aumento de la productividad y que crezcan los salarios reales.
–Cuando habla con inversores del exterior, ¿qué le preguntan del país?
–Todavía está todo muy a la expectativa. Lo que hay por ahora es el flujo financiero, que es siempre el más mercenario, el que entra y sale rápidamente, y es muy vivaz, muy hábil. Entra y así como llega se va. Lo que se va a necesitar son inversiones en el sector real, y para eso se necesita poder repatriar dividendos, porque nadie va a traer dinero para no poder llevarse sus utilidades. Eso es muy sencillo. Nadie invierte en algo en donde después no se puede llevar la plata. Hoy está el dinero muy golondrina.
–¿Cómo surgió escribir el libro Todo valió la pena?
–El libro fue una catarsis, un duelo que hice en 2003, como cierre de un negocio que había sido una cosa increíble, que nació de la nada y llegó a administrar US$2000 millones de 100.0000 argentinos, que ahorraban bajo el modelo de fondos comunes de inversión. El negocio murió en la nada como una empresa quebrada con sus pobres inversores, sin nada de todo lo que habían invertido. Esa fue la crisis del 90. Esa empresa había sido construida con mística. Eso es uno de los grandes mensajes que me gustaría que se tome de este libro. Para que las empresas sean grandes y que su personal se comprometa y te acompañe en las buenas y en las malas hay que generar mística, porque nadie da su vida solo por dinero, la da por un ideal más alto. Este libro quiere ser un mensaje para la población joven, para decir que se puede, que a pesar de todos los golpes, de todo lo que te puede pasar en la vida, cuando vos realmente querés y le pones mucho entusiasmo a lo que hacés, se logran cosas extraordinarias. La empresa tenía equipos altísimamente motivados. Teníamos 150 personas pensando en hacer una empresa mejor.
Otras noticias de Actividad económica
Más leídas de Economía
Minuto a minuto. ¿A cuánto cotizaron el dólar oficial y el blue este miércoles 30 de octubre?
“Desastre absoluto”. Por los graves daños de dos animales exóticos, en una provincia exigen tomar una drástica decisión
Operación millonaria. La petrolera argentina Pluspetrol se quedó con los codiciados activos de ExxonMobil en Vaca Muerta
De cuánto será y a quiénes les corresponde. El Gobierno oficializó el bono extraordinario para jubilados en noviembre