Sea Massa o Milei, en diciembre vuelve a ponerse el corazón en Medio Oriente
Los dos candidatos dependen de conseguir dólares frescos en el exterior para amortiguar la transición y ambos miran a Medio Oriente a la búsqueda de un salvavidas; cualquiera que gane el domingo deberá desarmar una bomba económica, compuesta por el atraso en el dólar y en las tarifas, reservas negativas y fuertes vencimientos de deuda
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Primero la elección, después el dólar. Una discusión insoslayable se dará apenas se conozca el resultado del domingo: cómo hará el nuevo gobierno para ajustar el precio del dólar. Tanto en los planes de Sergio Massa como en los de Javier Milei hay una coincidencia. Los dos dependen de conseguir dólares frescos en el exterior para amortiguar la transición y ambos miran a Medio Oriente a la búsqueda de un salvavidas. Será la tercera vez que la península arábiga sale en auxilio de la Argentina: con el mundial primero; el préstamo puente de Qatar después, y ahora con un nuevo desembolso.
Los países de Medio Oriente tienen excedentes de dólares y un interés de largo plazo por garantizarse la seguridad alimentaria, tal vez, uno de los pocos frentes en los que la Argentina cotiza en moneda dura. Tanto en los equipos de Massa como de Milei ya hubo contactos informales. Nadie hoy puede cerrar ningún acuerdo sin tener antes confirmado que será quien responda por la gestión del país en los próximos cuatro años. De conseguir el fondeo en dólares, para Massa se trataría básicamente de un préstamo puente para sortear el verano y llegar a la cosecha de soja, mientras que cerca de Milei lo contemplarían como alternativa para fortalecer las reservas en caso de avanzar, en una primera etapa, hacia una economía bimonetaria. Todo suena viable en el plano de las ideas.
El mercado vive hace ya varias jornadas una tensa calma. Sin encuestas certeras, parece haber decidido que Sergio Massa es el candidato con mayores chances para acceder a la presidencia. Sólo tal hipótesis, y el férreo control de cambios, explican la relativa estabilidad de los dólares financieros de las últimas semanas. No sería, sin embargo, la primera vez que el mercado le erra en una apuesta. Es de esperar que si, una vez más el mercado prueba estar equivocado, el martes observemos un nuevo cimbronazo en los precios. Uno más.
La realidad es que las encuestas -no importa cuál se mire- dan un escenario de relativa paridad. Aun las que le llegan al empresario Francisco de Narváez, hombre clave de la campaña del candidato del oficialismo, y el único que, en privado, admitía antes de las elecciones generales que tenía a Massa arriba, y por bastantes puntos, hoy muestran un escenario abierto. “Massa estaba unos seis puntos abajo hasta el debate -reconoce una fuente con acceso al campamento del Frente de Todos-. Desde el debate, en las últimas semanas, esa diferencia se achicó en algo”, confían.
Cerca de Massa no pierden las esperanzas. Pero, casi como cábala, tienen cualquier definición económica postergada hasta el mismo domingo. “Una vez que ganemos nos reuniremos el domingo o lunes para definir qué hacemos a partir del martes”, apuntó un hombre del equipo económico. Una de las definiciones que, de ganar, Massa espera tener es la de su ministro de Economía. Pese a que cerca del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, buscaron desactivar las versiones, no está descartado del todo que vaya a sumarse a un eventual gabinete massista. Algunos de sus economistas hasta manifestaron que podrían acompañarlo. Pero no tiene sentido asociarse a un espacio hasta no tener certezas del resultado. Las elecciones generales hicieron una primera reorganización de las principales coaliciones políticas; habrá que esperar el resultado del balotaje para que terminen de perfeccionarse.
En la La Libertad Avanza (LLA) tampoco pueden por estas horas ofrecer demasiadas definiciones sobre quién conducirá la economía que viene. El expresidente Mauricio Macri está buscando incidir en la elección. Esta semana citó a Roque Fernández, uno de los referentes del espacio de Javier Milei, para profundizar en el tema. Macri tiene a Luis “Toto” Caputo entre sus candidatos favoritos. Junto con Nicolás Posse, el coordinador de los equipos de Milei, el expresidente del BCRA del gobierno macrista incluso habría participado la semana pasada de un call informal con la gente del Fondo Monetario Internacional (FMI) para tener una visión más clara del organismo de crédito sobre las propuestas de Milei. Quienes lo frecuentan a Caputo dicen, sin embargo, que tampoco estaría tan convencido de volver a asumir un puesto de tanta exposición en el sector público; el costo familiar la última vez fue grande.
Los economistas más técnicos que rodean a Milei, como el propio Fernández, se inclinarían en cambio por otros nombres como el de Federico Sturzenegger, que todavía no recibió ninguna oferta firme, pese a haber sido elogiado por el líder de la LLA, o incluso el de Luciano Laspina, referente durante toda la campaña de Patricia Bullrich. Difícil conciliar nombres para el Palacio de Hacienda con la propuesta de dolarización de Milei que, aunque postergada a una segunda o tercera etapa de la gestión, sigue vigente. Para Macri, la cuestión económica es central. No habrá consistencia política sin éxito económico. La gestión de Sergio Massa es una anomalía dentro de los manuales políticos.
Sin embargo, no es en el único terreno en el que busca incidir. También envió interlocutores al búnker de la LLA para negociar una participación en áreas clave, como el Ministerio de Justicia y el Ministerio Público Fiscal. Además, aspira a tener injerencia en la definición de la candidatura para ocupar la vacante que existe en la Corte Suprema. Por ahora son negociaciones sin resolución. La incertidumbre de cara al resultado del domingo les resta dramatismo a algunas conversaciones. Distinto será el caso si el domingo llegara a confirmarse una victoria de Javier Milei en las urnas.
La realidad que deberá asumir el próximo presidente es de extrema fragilidad. Requerirá no solo de buenos equipos técnicos, sino también de una sofisticada gestión política. Cerca de Milei aseveran que, de ganar, el candidato avanzaría con un discurso de unidad esa misma noche. El experimentado Guillermo Francos, a quien Milei definió como su eventual Ministro del Interior, viene conversando en esa línea con gobernadores aliados desde hace semanas. Incluso, en privado, desliza que podría convocar a aliados políticos del oficialismo, como Daniel Scioli, para que continúen en sus cargos. “Daniel se llevó bien con Bolsonaro y con Lula; sería un gran cuadro para mantener en Brasil”, esgrimen.
Pero la gran incógnita será si Milei logra asumir un discurso conciliador, y además sostenerlo a lo largo de las semanas. Es probable que, de ganar el candidato de la LLA, los tiempos económicos se aceleren. Para el mercado, Massa representa lo malo conocido; Milei es un gran signo de pregunta. Y nada peor para el capital que la incertidumbre.
La realidad se impone por sí sola y ya en el cortísimo plazo luce bien desafiante. Según Facimex, el tipo de cambio real multilateral -que contempla el peso relativo de las monedas con las cuales comercia la Argentina- está llegando al balotaje en mínimos desde diciembre de 2015, con una apreciación del 14,2% desde el viernes previo a las PASO ($408 a precios de hoy) y del 28,5% desde el lunes 14 de agosto ($490). Una ajuste del tipo de cambio oficial luce inevitable quien quiera que asuma. Pero un salto cambiario podría llevar a que el ajuste de otros precios relativos, como el de los servicios públicos, se vuelva casi indigerible.
Nicolás Arceo, exvicepresidente de YPF durante el gobierno de Cristina Kirchner y director de la consultora Energía y Economía, advierte, por caso, señala que hoy los individuos de altos ingresos están pagando una tarifa de gas equivalente a 2,5 dólares por millón de BTU (la medida de la industria) al dólar oficial, pero que con un dólar a $500 se transformaría en apenas 1,7 dólares, cuando el costo de abastecimiento promedio está en 4,8 dólares. En otras palabras, con un dólar devaluándose a $500, las tarifas de gas debieran aumentar casi 182% para cubrir el costo real de abastecimiento. Un cuadro similar se da con la electricidad y con los combustibles.
Tan pronto como en enero, además, el nuevo gobierno enfrentará vencimientos en moneda extranjera por US$3983 millones: US$1945 millones con el FMI, y US$1579 millones por bonos en poder del mercado. Se trata de una millonada para un Gobierno que llegará a diciembre con reservas netas negativas, con un acuerdo con el FMI caído, y sin acceso a los mercados de deuda. A esto se suman, según datos de Facimex, vencimientos de obligaciones de deuda emitidas por empresas privadas por casi US$1500 millones de acá a abril. Una devaluación no sólo pone en jaque a los consumidores, sino que tiene a varias grandes empresas -entre ellas, YPF- en alerta. Quien quiera que gane el domingo deberá desarmar una bomba. Tocar el cable equivocado en el momento equivocado puede ser mortal.
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