Lo que se manifiesta en el presidente argentino es el fervor de los conversos: habla de religión de manera diferente incluso que Benjamín Netanyahu, líder de derecha israelí e hijo de un estudioso de la historia judía
WASHINGTON.- Alrededor del mundo, son muchos los líderes de extrema derecha que apoyan al Estado de Israel sin ser judíos. Basta pensar en el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, un aliado de Benjamin Netanyahu que se describe a sí mismo como defensor de la cristiandad, o incluso el expresidente norteamericano Donald Trump, que el año pasado escribió que “fácilmente” podría ser primer ministro de Israel, a pesar de sus orígenes presbiterianos.
Pero Javier Milei, flamante presidente de la Argentina tras un meteórico ascenso a la política, va mucho más allá. A pesar de haber sido criado en el catolicismo, Milei dice venir estudiando la Torá desde hace varios años, y hasta ha dejado entrever sus intenciones de convertirse el judaísmo, una religión que no suele andar buscando nuevos adeptos.
Los estudios religiosos de Milei no son su interés más acuciante. Apenas dos días después de asumir, el autoproclamado anarcocapitalista anunció un feroz recorte del gasto público y una fuerte devaluación del peso. Sin embargo, en cierto sentido su devoción por el judaísmo es otra señal de su inusual personalidad: la de un ferviente converso.
Poco después de ganar la segunda vuelta de las elecciones, Milei llegó a Nueva York para presentar sus respetos ante la tumba de Menachem Mendel Schneerson, un renombrado rabino judío ortodoxo enterrado en el barrio de Queens: es al menos la segunda vez que Milei visita su tumba en los últimos años.
Y el domingo, tras su asunción como presidente, Milei le entregó una menorá al presidente ucraniano Volodimir Zelensky e hizo referencia a la rebelión de los macabeos contra la opresión helénica de los seléucidas.
La adopción del judaísmo por parte de Milei podría terminar influyendo en la política exterior de Argentina. El mandatario ya se comprometió a trasladar la embajada de Argentina de Tel Aviv a Jerusalén, a pesar de que esta última ciudad es terreno de disputas.
El martes, durante el festejo judío de Jánuca en Buenos Aires, Milei dio su apoyo inequívoco a Israel en medio de su guerra con Hamas en la Franja de Gaza. “Sabemos que las fuerzas del cielo van a apoyar a la Argentina y a Israel en este momento. Muchas gracias, ¡y viva la libertad, carajo!”, arengó.
Milei es totalmente idiosincrático. Se hizo famoso por su estilo extravagante, incluida su cabellera, se autodenomina “anarcocapitalista” con todo orgullo, y ha prometido terapia de shock para levantar la economía argentina, que atraviesa una larga crisis. Se cree que sus recortes del martes son sólo el comienzo: quiere que Argentina abandone el peso para adoptar el dólar.
Argentina es hogar de una gran comunidad judía estimada en alrededor de 250.000 personas y en general ha mantenido buenas relaciones con Israel. Las mayores tensiones se dieron después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Argentina se convirtió en refugio de algunos exjerarcas nazis fugitivos, pero con el tiempo las relaciones mejoraron, y durante la dictadura militar argentina, Israel incluso le vendió armas al país.
Pero el camino que llevó a Milei a apoyar a Israel viene de otro lado. En un artículo publicado en noviembre en Tablet, el periodista argentino Martín Sivak escribió que las acusaciones de miembros de la élite política argentina de que Milei era simpatizante nazi habían herido al economista de extrema derecha. En respuesta, Milei recurrió a un miembro judío de su partido, Julio Goldestein, quien le presentó a Shimon Axel Wahnish, el rabino a cargo de ACILBA, organización que representa a la comunidad judía marroquí de Argentina.
“Hablaron largamente y luego devino en una reunión cabalística en la que el rabino le dijo a Javier que lideraría un movimiento de liberación en la Argentina. Milei salió emocionado de la reunión”, le dijo Goldestein a Sivak.
Sin conversión
Fue la semilla de un interés que se mantuvo en el tiempo. De hecho, Milei ha sugerido que si no se convierte al judaísmo, no es por razones políticas, sino religiosas. “Si sos judío porque tu madre es judía, no estás obligado a cumplir los preceptos del judaísmo. Pero si te convertís al judaísmo, estás obligado”, dice Sivak en su libro, citando a Milei. “Si llego a presidente, ¿qué hago durante el Sabbat? ¿Me voy a desconectar del país desde el atardecer del viernes hasta al atardecer del sábado? Cuestiones como ésa lo hacen incompatible”.
Comentarios como estos nos recuerdan lo diferente que es Milei a otros mandatarios. El presidente argentino puede ser agrupado con Orban, Trump o su vecino de Brasil, el expresidente Jair Bolsonaro, pero ninguno de ellos opinaría tan públicamente sobre los preceptos del judaísmo. Lo que se manifiesta en Milei es el fervor de los conversos: habla de religión de manera diferente incluso que Benjamín Netanyahu, líder de derecha israelí e hijo de un estudioso de la historia judía.
Cuando uno lee la transcripción de la entrevista que Milei le concedió en septiembre a la revista The Economist, allí no encuentra el sexismo cínico o el burdo machismo de otros líderes de derecha, sino algo mucho más inusual. Allí habló de su adopción del judaísmo en términos económicos.
“Como soy liberal-libertario, está claro que el libro de Shemot, en español, el libro del Éxodo, para mí es absolutamente revelador: narra la salida de Egipto hacia la tierra prometida. Así que para mí es una epopeya. Obviamente, en ese contexto, mi admiración por Moisés es... digamos... absoluta. ¿Por qué? Porque él es, si se quiere, el primer gran libertador. Y él y su hermano Aarón se enfrentaron al faraón, que era el líder de la superpotencia mundial de aquel momento”, dijo Milei en esa entrevista.
El judaísmo es sólo un ejemplo de la inusual variedad de intereses del nuevo presidente argentino. En la misma entrevista, Milei habló de los límites de la economía keynesiana, su amor por las bandas de rock británicas, como los Beatles y los Rolling Stones, y su interés por el cosplay. Y se negó a confirmar o negar que sus perros —cinco mastines ingleses, todos clonados y en su mayoría con nombres de economistas conservadores norteamericanos— lo asesoran sobre sus programas de gobierno.
Es probable que Milei sea uno de los pocos aliados de Israel en América Latina, donde algunos países han tomado medidas diplomáticas en protesta por las operaciones militares de Israel contra Hamas en Gaza. El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Eli Cohen, visitó esta semana Buenos Aires, donde Milei le dijo que apoyaba “el pleno derecho de Israel a defenderse contra estos ataques terroristas”.
Pero Milei también puede entrar en contradicciones. A principios de este mes, concitó la atención de los medios israelíes, pero no por su interés en el judaísmo, sino por nombrar a Rodolfo Barra como procurador del Tesoro: en 1996, cuando era ministro de Justicia, Barra se vio obligado a renunciar a su cargo, tras conocerse su pasado en una violenta agrupación neonazi.
Traducción de Jaime Arrambide
Más notas de Contenidos especiales
"The Killer". El escándalo que empañó la carrera del hombre que “hacía bailar a las piedras”
El auténtico 007. El ruso que quiso matar a Lenin, espió para los británicos y con su estilo inspiró el personaje de James Bond
El demonio de Yorkshire. El enterrador que decía escuchar voces que le impusieron la misión de exterminar prostitutas
Más leídas de El Mundo
Conmoción en Chile. Una emboscada, una ráfaga de tiros y tres policías calcinados: qué se sabe del triple crimen de carabineros
“El peor escenario”. El atentado contra los carabineros expone el dilema de Boric frente a la crisis de seguridad
Nueva York. Harvey Weinstein fue internado luego de que se anulara su condena
Herencias. La Gran Sucesión de los ‘baby boomers’: sus hijos heredarán más riqueza, pero también desigualdad