El presidente egipcio, acorralado por el ejército, la calle y la renuncia de ministros
Mañana vence el plazo fijado por las fuerzas armadas para que Mohammed Morsi atienda las demandas del pueblo; tras rechazar el ultimátum, se presentó como "garante de unidad nacional"
El presidente islamista egipcio Mohamed Morsi desafió hoy al ejército, que le dio plazo hasta mañana para atender las reivindicaciones de millones de manifestantes que reclaman su dimisión, mientras continuaban las renuncias en cadena de ministros y colaboradores.
En las últimas veinticuatro horas presentaron su renuncia los ministros de Relaciones Exteriores, Turismo, Medio Ambiente, Comunicaciones y Asuntos Jurídicos, además de los voceros de la presidencia y del gobierno.
En otro frente, la justicia egipcia ordenó la reincorporación del fiscal general, destituido en noviembre pasado por el propio Morsi.
Las Fuerzas Armadas amenazaron ayer con intervenir si las exigencias del pueblo no se satisfacen en 48 horas. No obstante, el presidente -elegido hace exactamente un año en las primeras elecciones democráticas de Egipto-, rechazó el ultimátum y se presentó como "garante de la unidad nacional y de la paz social".
Presión
La advertencia del ejército arrojó una enorme presión sobre Morsi y los Hermanos Musulmanes, la agrupación islamista a la que pertenece, para que concedan compartir el poder con la oposición liberal y de izquierda.
Mientras los opositores festejaban ayer, los seguidores de Morsi se mostraron furiosos con el comunicado. "La época de los golpes militares está terminada", dijo Yasser Hamza, del ala parlamentaria de los Hermanos Musulmanes. También varios analistas y funcionarios advirtieron que el ultimátum "tiene el halo de un posible golpe".
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