Huelgas y manifestaciones masivas en Francia en contra de una reforma clave de Emmanuel Macron
Más de un millón de personas salieron a las calles en una jornada de huelga contra el proyecto de retrasar la edad de jubilación a 64 años del presidente, quien se juega su crédito político
PARÍS.– Entre uno y dos millones de franceses en las calles y una participación al paro nacional de alrededor de 50%... El primer día de pulseada entre el gobierno francés y los sindicatos puede ser considerado un éxito para estos últimos, aunque no suficiente para modificar la determinación del presidente Emmanuel Macron de imponer su prometida reforma de la jubilación, que debe prolongar de 62 a 64 años la edad del retiro, una medida rechazada por dos tercios de los franceses.
“La movilización fue realmente importante. Más que la de hace tres años. Pero no tuvo nada de excepcional como para hacer cambiar de rumbo la posición del gobierno. Esto recién empieza. Digamos que, como en el boxeo, se trató apenas de un primer round”, analiza el economista Philippe Aghion.
Según el Ministerio del Interior, 1.120.000 personas se manifestaron en todo el país, de las cuales 80.000 lo hicieron en las calles de París. Para el secretario general de la CGT, la central de orientación comunista, los manifestantes a nivel nacional fueron más bien “dos millones”. En todo caso, el llamado unánime de las ocho centrales sindicales más importantes fue bien seguido: además de las protestas callejeras, los franceses respetaron masivamente la huelga, sobre todo en los transportes, el sector de la energía, la educación nacional y la función pública.
En París, los subtes funcionaron únicamente en horas pico, para que los manifestantes pudieran viajar. Los ómnibus circularon apenas un poco más, mientras los trenes de corta y larga distancia estuvieron casi ausentes del territorio nacional. El cierre de la mitad de las escuelas y liceos obligó a los padres a recurrir a soluciones alternativas. A su vez, la mayoría de los hospitales públicos postergaron intervenciones e internaciones no urgentes.
Pero los franceses, genios en el arte de la huelga y la protesta social, también lo son en la habilidad para sortear los obstáculos creados por las mismas. Días de recuperación laboral, teletrabajo, abuelos que se precipitan para ocuparse de sus nietos, autos alquilados por jornada y compartidos entre varios colegas, todo es bueno para sobrevivir a una “jornada negra”.
Más de 200 manifestaciones se realizaron en todo el país. Y si bien el desfile parisino, donde participaron unas 80.000 personas, estuvo marcado por algunos incidentes menores, la jornada se desarrolló mayoritariamente en calma. La primera ministra, Elisabeth Borne, se congratuló en Twitter por “el trabajo de las fuerzas del orden, así como de las organizaciones sindicales, que permitió que las manifestaciones se realizaran en buenas condiciones”. La jefa del gobierno lanzó al mismo tiempo un llamado a “seguir debatiendo y tratar de convencer”.
Según un balance provisorio de la prefectura de París, 38 personas fueron detenidas en la capital, sobre todo por “portar armas”, “ofensa y rebelión”, “lanzamiento de proyectiles y degradaciones”. En Lyon, en el centro del país, hubo 18 arrestos, según la prefectura.
Masivamente opuestos -como cerca del 70% de los franceses- a la reforma jubilatoria, que debe prolongar progresivamente hasta 2030 la edad del retiro de 62 a 64 años, tanto los sindicatos como las formaciones políticas de izquierda y los cinco principales movimientos estudiantiles alcanzaron el objetivo buscado de poner un millón de personas en las calles de Francia.
“Seamos un millón el jueves 19 de enero”, había arengado el secretario general del Partido Comunista, Fabien Roussel. A nivel nacional, la movilización fue superior a la del 5 de diciembre de 2019, cuando -durante su primer quinquenio- Macron lanzó las negociaciones para hacer votar su prometida reforma, detenida poco después por la pandemia de Civid-19. Aquel día, la policía había registrado 806.000 manifestantes en Francia.
“Claramente nos hallamos ante una fuerte movilización. Mucho mayor de lo que pensábamos”, dijo a su vez el número uno del sindicato moderado CFDT, Laurent Berger.
Decididos a renovar la apuesta y aprovechar el momento de efervescencia popular, las centrales sindicales anunciaron anoche su intención de continuar la presión con una movilización nacional para el martes 31 de enero.
Desde Barcelona, adonde viajó con 11 de sus ministros para firmar un tratado de amistad bilateral, Macron se refirió a esta primera jornada de movilización, afirmando que “es bueno y legítimo que todas las opiniones puedan expresarse”. Pero juzgó, sin embargo, que había “presentado con claridad” su proyecto durante la campaña presidencial.
“Un proyecto ratificado por las urnas y después por las elecciones legislativas”, dijo.
Si bien ciertos miembros del gobierno habían dejado entender que el ejecutivo podría hacer algunas concesiones en función de la envergadura de la movilización, el presidente insistió ayer en la importancia de la reforma “para preservar el equilibrio financiero del sistema por repartición” -por el cual los activos cotizan para pagar la pensión de los jubilados-, cimiento de lo que llamó “el pacto entre generaciones”.
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