La crisis migratoria escala y Lukashenko amenaza con cortar el gas hacia la UE
Mientras el bloque evalúa ampliar las sanciones contra el régimen, Belarús advirtió que podría cerrar un paso energético clave; hay miles de refugiados en la frontera con Polonia
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PARÍS.– El enfrentamiento entre la Unión Europea (UE) y Belarús escaló peligrosamente en las últimas horas, después de que Bruselas anunciara su intención de ampliar las sanciones contra el régimen de Minsk por su instrumentalización de migrantes en la frontera polaco-bielorrusa. De inmediato, el autócrata Alexander Lukashenko amenazó con cerrar el paso del gas ruso que atraviesa su territorio con destino a Europa.
“Si nos imponen nuevas sanciones debemos responder”, advirtió este jueves el dictador bielorruso. Una transcripción publicada en el sitio de la presidencia evoca en particular la posibilidad de suspender el funcionamiento del gasoducto Yamail-Europa, que atraviesa Belarús y conduce esa fuente de energía vital para muchos europeos, en particular para alemanes y polacos.
“Nosotros damos energía a Europa y ellos amenazan con cerrar la frontera. ¿Qué pasaría si cortáramos el gas natural que reciben? Yo aconsejaría a los dirigentes polacos, lituanos y otros descerebrados que reflexionen antes de hablar”, amenazó Lukashenko.
Visa de tránsito
Miles de migrantes que llegaron a Belarús con una visa de tránsito con la esperanza de entrar en la UE se encuentran desde hace días bloqueados en la frontera polaco-bielorrusa, víctimas del frío y el hambre. Desde el comienzo de esta inédita crisis, a comienzo de mayo, siete personas murieron en su intento por ingresar en Polonia, que erigió un imponente alambrado y movilizó cerca de 15.000 miembros de las fuerzas de seguridad, que patrullan los 418 kilómetros de frontera con Belarús.
Varsovia, que por el momento no acepta la intervención de la agencia europea de gestión de fronteras (Frontex), denuncia un “ataque híbrido” autorizado por Moscú y orquestado por Minsk, en venganza por las sanciones aplicadas por la UE tras su violenta represión de la oposición en las últimas elecciones, de agosto de 2020.
“Todo esto fue anunciado hace meses por el mismo Lukashenko. Cuando la UE adoptó las sanciones, dijo explícitamente: ‘Si me agreden les enviaré migrantes, droga y mafia’”, señaló el historiador Paul Gradvohl.
Lo que sucede en la frontera entre Belarús y Polonia “no es una crisis migratoria, sino un ataque híbrido, una tentativa de desestabilización de la UE”, ratificó Romain Le Quiniou, especialista de Europa del este en el think tank Eurocreative.
“La UE es agredida por Lukashenko, que se comporta como un traficante de Estado de seres humanos”, respondiendo así a una estrategia orquestada por Moscú, agregó.
En ese sentido, Bruselas reconoce que Rusia es uno de los 20 países particularmente monitoreados por la UE por su posible papel en el tráfico de migrantes hacia Belarús. “Rusia está entre aquellos países que observamos con mucha atención, evaluando su eventual implicación”, reconoció Peter Stano, vocero del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Respuesta enérgica
Decididos a dar una respuesta enérgica a la provocación, los 27 países del bloque mantendrán una reunión de crisis el lunes 15, donde deberían adoptar un nuevo paquete de sanciones contra el régimen de Minsk. La opción fue confirmada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “A comienzos de semana ampliaremos las sanciones”, dijo, después de una entrevista con el presidente Joe Biden en Washington.
Entre las sanciones estudiadas, el bloque analiza la posibilidad de incluir las compañías aéreas que se prestan a esos tráficos de migrantes.
Desde hace meses, en efecto, miles de extranjeros son incitados por Minsk a viajar a Belarús con visas de turismo. Un tráfico en el que participan numerosas compañías, no solo bielorrusas, sino rusas, turcas y mediorientales. El precio del pasaje fijado por los traficantes oscilaría entre 5000 y 15.000 dólares. Los candidatos al exilio llegan de Irak, Estambul, Dubai, Damasco o Kabul. Gran parte son kurdos iraquíes. Actualmente serían unos 15.000 en la capital bielorrusa. Una vez allí, las fuerzas de seguridad los conducen hacia Polonia, Lituania y Letonia –en total, más de 1000 kilómetros de frontera con la UE–, en zonas de bosques y pantanos. Algunos migrantes consiguen entrar, pero aquellos que ingresan a Polonia no se quedan, todos intentan seguir a Alemania.
Para tratar de poner fin a la crisis, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debía mantener una reunión de urgencia en Nueva York. Por su parte, el Parlamento lituano decidió declarar el estado de emergencia en su región fronteriza con Belarús, una decisión inédita desde que el país declaró su independencia de la Unión Soviética, en 1990.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su gran aliado Lukashenko manifestaron “una particular inquietud por el aumento de tropas regulares polacas en la frontera” y señalaron “acciones violentas de fuerzas polacas contra los civiles”.
Sobreviviente de la época soviética, el régimen de Lukashenko se ve seriamente jaqueado desde las elecciones de 2020, cuyos resultados falsificó masivamente. Ese nuevo fraude provocó protestas que fueron reprimidas con mano de hierro, con el apoyo de Rusia, que aprovechó la ocasión para aumentar su control sobre ese país.
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