La llamada “red avispa” se infiltró exitosamente en la década de 1990 entre el exilio cubano en Florida, pero finalmente fueron descubiertos
Cuando de espionaje se trata, pocos podrían disputarle el trono en América Latina a los servicios cubanos. Bien adiestrados en su momento por la KGB soviética, y ellos mismos maestros de espías, se lanzaron a escarbar y protagonizaron, por ejemplo, un conocido caso en Florida en la década de 1990 cuando crearon el entramado conocido como “la red avispa”.
Fueron al menos diez los involucrados en la red, pero a la larga solo cinco fueron juzgados y sentenciados. Desde entonces se los conoce como “los cinco cubanos”, una etiqueta nada original pero fácilmente reconocible, como si fuera un grupo de música, quizás de rumba. Un nombre con el que el régimen de Fidel Castro batió el parche durante años en la escena internacional, exigiendo su liberación.
La historia de la red avispa tiene dos versiones, por supuesto contradictorias, como suele suceder entre Cuba y Estados Unidos. Las dos versiones coinciden sin embargo en lo fundamental, que efectivamente hubo una red de agentes secretos enviados de La Habana e infiltrados en Miami. Solo que los buenos y los malos cambian según quién la cuente.
Según la versión cubana, eran cinco héroes tratando de evitar maquinaciones terroristas de los anticastristas cubanos contra la isla. Según la versión norteamericana, los únicos sujetos peligrosos en esta trama clandestina eran los agentes de Fidel, que operaban bajo nombres falsos, buceando en silencio entre los exiliados cubanos y apuntando a secretos civiles y militares.
El FBI dijo que la célula de espías tenía como blanco principal el Comando Sur de Estados Unidos, con sede en Miami, que rige las misiones militares en América Latina y el Caribe.
¿Cómo trabajaba la red avispa? Los cinco cubanos -Fernando González, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González y Gerardo Hernández, el líder de la banda- se prepararon concienzudamente con el debido entrenamiento de la Dirección de Inteligencia de Cuba, madre de espías.
René González contó años más tarde que su generación “fue marcada por el espíritu de la revolución, los guerrilleros, la mística”. “Entonces para mí no fue difícil aceptar la misión y hacer el sacrificio. Para mí fue una continuidad de lo que había estado haciendo la generación de nuestros padres y la mía”, señaló.
Dijo también que le fue “fácil” mezclarse en el ambiente cubano de Miami, “pues la gente reaccionaria tiene una tendencia a querer ser engañada, viven en una nube de mentiras, y te das cuenta que ellos aceptan cualquier mentira con tal que sea lo que ellos quieren oír”.
Descubiertos
Fue así que a principios de los noventa se camuflaron entre el exilio cubano con documentos falsos. René González incluso se presentó como desertor del régimen, para abrirse camino más rápido. Tras unos siete años de actividad fuera del radar de las autoridades, el accionar de la banda quedó al fin expuesto y el FBI la liquidó con una redada de diez arrestos simultáneos, el 12 de septiembre de 1998.
Los cinco cubanos que llegaron a juicio se aferraron al mantra de que no estaban espiando a Estados Unidos sino realizando un “seguimiento” de grupos extremistas. “Existe algo llamado ‘defensa de necesidad’, que dice que, con el fin de evitar un delito, usted puede violar la ley, y eso es algo que uno puede entender”, dijo Gerardo Hernández en una entrevista.
“En mi caso, sí, yo había falsificado el documento de identidad, yo estaba trabajando para un gobierno extranjero, pero no para afectar los intereses de los Estados Unidos, sino para defender al pueblo cubano del terrorismo”, agregó el líder de la banda.
El caso más recordado que protagonizaron fue el derribo en 1996 de dos aviones de la organización Hermanos al Rescate. Esta ONG se ocupaba de localizar desde el aire a balseros cubanos que pretendían atravesar el estrecho hasta la costa de Florida, escapando de la pobreza y la represión del régimen.
El problema era que los balseros navegaban sobre objetos flotantes que en muchos casos llegaban más rápido al fondo del mar que a la costa de Florida. Los aviones de Hermanos al Rescate solicitaban la intervención de la Guardia Costera para los balseros que encontraban, que eran llevados a tierra.
“Las misiones consistían en cuatro o cinco aviones que salían bien temprano en la mañana y patrullaban todo lo que es el estrecho de la Florida, buscando balseros en altamar que estaban en cámaras de autos o cámaras de tractores, o embarcaciones precarias que las hacían de madera y de lo que pudiesen encontrar en la isla y flotase”, contó en una entrevista de 2006 con la fundación Cadal el piloto argentino Jorge Lares, que trabajaba ahí.
Pues bien, dos aviones fueron derribadas por cazas cubanos gracias a un dato que les pasaron los espías desde Miami, concretamente Gerardo Hernández, el número uno. Sabían cuándo y dónde volaban los aviones de Hermanos al Rescate, una organización que el gobierno de La Habana relacionaba con la CIA. Murieron cuatro personas.
Los cinco agentes fueron sentenciados en 2001 por los delitos de conspiración para cometer espionaje, conspiración para cometer asesinato, y actuación como agentes de un gobierno extranjero en suelo estadounidense, entre otras cosas.
Hernández fue condenado a dos cadenas perpetuas, Guerrero y Labañino a cadena perpetua, Fernando González a 19 años de cárcel y René González, a 15. Los únicos secretos de los que podrían enterarse de ahí en adelante serían sobre cómo vivir entre rejas.
Aunque luego se jactaron de sus proezas y de lo fácil que era engañar a sus compatriotas en Miami, los cinco espías objetaron que el juicio se hizo sin las debidas garantías. “Yo pienso que el jurado fue intimidado. Cualquier persona que viva en Miami, o sepa lo que sucede allí, podría entender que nada relacionado con Cuba es normal en Miami”, dijo Hernández.
El alquimista
Pero Cuba, conocida la condena, se movilizó. La alquimia de la propaganda castrista transformó a los espías en héroes. Fidel dio vuelta el relato y llevó agua para su molino revolucionario, vendiendo a los malvados agentes como ángeles malheridos. Según la nueva visión, les cortaron las alas.
Los espías tomaron un aura legendaria. El régimen ventiló su caso como un abuso más de Estados Unidos, y promovió acciones de repudio en otros países. Se convocaba a actos públicos donde se pedía por su liberación, apelando a la vieja mística revolucionaria que cautivaba, y todavía cautiva, a vastas audiencias. Asistían devotos del castrismo, de la extrema izquierda, y otros curiosos que se encontraban con un show de lamentos y fervores de oradores declamando contra el imperio.
El eximio novelista Gabriel García Márquez y otros reconocidos artistas e intelectuales firmaron por su parte una petición colectiva, donde se expresaron contra la injusticia cometida contra los cinco muchachos. Gracias a su gran amigo colombiano, Premio Nobel de Literatura, el comandante tenía quien le escribiera.
Retomando la retórica oficial cubana, el texto sostenía que los agentes no hicieron nada condenable. Solo monitoreaban a los terroristas de ultraderecha. Los cinco “héroes” habían sido sometidos a un “juicio político”. El trasfondo del pedido era que los agentes respondían a La Habana, y si respondían a La Habana tenían razón.
Tras cumplir sus condenas, por cierto rebajadas, dos de los agentes regresaron a su país, uno en 2013 y otro en 2014. Los otros tres fueron liberados también en 2014, en el marco del deshielo del presidente estadounidense Barack Obama con el régimen comunista, entonces a cargo de Raúl Castro, quien había reemplazado a Fidel como líder absoluto.
En 2020, cuando el caso había pasado de moda, la trama de espionaje de los cinco agentes cubanos salió de nuevo a la superficie con la película La red avispa, del director francés Olivier Assayas.
La obra causó revuelo por presentar, según sus críticos, solo el lado cubano de la moneda. Los cubanos residentes en Miami protestaron por verse representados como estereotipos de narcos y terroristas, en tanto los espías comunistas serían buenas personas con mejores intenciones. La producción tuvo dos juicios en contra por difamación, uno de los cuales se saldó con un arreglo judicial.
¿Y qué dicen los cubanos comunes y corrientes, pasados los años, sobre la épica del espionaje, el relato heroico, los cinco guerreros que se burlaron en las narices del imperio? La historia sigue dando que hablar, quedó en la memoria. Aunque no como hubiera querido el comandante Fidel Castro, su hermano y sucesor Raúl Castro y los demás príncipes comunistas de la isla.
El sitio de información independiente 14 y Medio recordó el caso a mediados del año pasado. Y lo hizo para titular una nota que trataba sobre la crónica escasez de la vida cotidiana, lejos de la leyenda y la propaganda: “Los ‘cinco héroes’ que faltan en Cuba: pollo, picadillo, salchichas, detergente y aceite”.
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