Pese a no responder a los cánones de belleza de la época, se consagró como una de las actrices más reconocidas y recordadas a través de papeles que exponían su enorme capacidad para transformarse
Parecía que no tenía el material con el que suelen estar hechas las estrellas. Después de conocerla en una audición, un ejecutivo de Universal se burló: “Tiene tanto sex appeal como Slim Summerville”. Bette Davis era distinta. Estaba hecha con otro molde. No poseía, por ejemplo, los rasgos de Ingrid Bergman o Lauren Bacall. Sin embargo (o por eso mismo) fue una de las actrices que más destacó en la época de oro de Hollywood.
Creía en la cultura del trabajo que se logra mediante la disciplina. No temía ir a donde nadie se atrevía. Orson Welles decía que ni siquiera podía tolerar mirarla, mucho menos verla actuar. “Es mejor ser odiado por ser quien sos, que amado por ser quien no sos. A veces es un signo de valor ser odiado por las personas correctas”, casi como si fuera una misiva mordaz contra las personas que no supieron valorarla, escribía la actriz en su autobiografía, Una vida solitaria.
Una dama de armas tomar
10 nominaciones al Oscar, dos estatuillas ganadas, y una filmografía llena de clásicos, atestiguan el enorme talento de la que es considerada una de las mejores actrices de la historia del cine. Con William Wyler colaboró en varias ocasiones. Fue bajo su dirección que ganó el primer Oscar, como actriz protagónica de Jezabel, la tempestuosa. Era la historia de una mujer sureña que, no sin su grado de malicia, se desenvuelve en un mundo de hombres. No sería la última colaboración con el director, ni tampoco la última vez encarnando a una dama del sur. Curioso, pero uno de pocos papeles que Davis persiguió (pero no consiguió) fue el de otra mujer del sur: Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó.
La misma filosofía de vida que tenía para sí misma parecía aplicarla a las películas que hacía. Bette Davis se tomaba muy en serio el cine. Cuando vio el primer corte de La carta, un sólido exponente de los tropos del cine negro donde ella interpreta a la femme fatale protagónica, se puso a llorar. Wyler, el director, había agregado escenas para hacer más simpático al personaje de la mujer despechada. “Es imposible complacer a todos los espectadores, pero con estos agregados vamos a perder a la gente inteligente que esté en la audiencia. Si tratamos de complacer a todos, no nos quedará nadie”, dijo ella.
Wyler estaba casado, pero mantenía un romance no tan secreto con su actriz favorita. Ella, al comenzar el rodaje de La carta, descubrió que estaba embarazada pero no sabía quién era el padre. Fue el tercer aborto que tuvo en su vida.
La relación que tuvo con el director fue especial: “Era un genio. Muchos directores eran como hermanas débiles para mí. No tenían creatividad, eran inseguros, tenían miedo de pelear contra mí. Pero ese tirano me hacía sentir segura”.
Una loba en un juego de tronos
Es una historia de ambición, codicia y luchas familiares por el poder, ambientada en una casa aristócrata en el sur de Estados Unidos. La protagonista es la despiadada Regina Giddens, que combate, como si fuera un juego maquiavélico de ajedrez, contra sus dos hermanos para quedarse con el ingenio azucarero familiar.
Detrás de cámara, Bette Davis se tuvo que enfrentar con dos de los hombres más duros de la industria: William Wyler y el productor Goldwyn Meyer. Ambos querían que Regina, a diferencia de la versión teatral escrita por Lillian Hellman, tuviera cualidades benévolas que la redimieran. Davis, impasible, advertía que, cambiando la esencia de la vil Regina, trataban de complacer a los espectadores más estúpidos. La actriz tenía razón.
La loba se convirtió en un clásico. Bajo la dirección de Wyler, la fotografía de Gregg Toland (el mismo de El ciudadano) y el aborrecible personaje que interpretó Davis, consiguieron escenas terroríficas como esa en la que Regina deja que su marido suba las escaleras, desesperado por un ataque al corazón, sin dirigirle la mirada. Uno de sus hermanos le dice: “El mundo está abierto para las personas como nosotros, que algún día vamos a dirigir este país”. La maldad tenía su encanto.
Fue la última colaboración que hicieron juntos Wyler y Davis. El cineasta, director de clásicos como Ben-Hur y Los mejores años de nuestras vidas, le pidió casamiento a la actriz por medio de una carta. La oriunda de Massachussetts se arrepintió de no haberle contestado al amor de su vida. Muchos años después, confesó: “Debí haberme quedado con Willy”.
La mujer que quería florecer
La idea es presentarla como una mujer insegura, fea y torpe que hace un viaje en crucero hacia América del sur, para escapar de la tutela de su cruel madre. La extraña pasajera no fue el primer reconocimiento crítico de Bette Davis, pero sí representó el pico de su carrera como la actriz mejor paga del mundo. Charlotte, el personaje del título (inspirado en un poema de Walt Whitman), es una mujer que quiere crecer y vivir. Parece ser todo lo que Davis no representaba. Tal vez, como sugiere la película y la vida de la propia actriz, porque la singularidad va de la mano con la belleza que el personaje teme dejar florecer.
Solo una actriz como Bette Davis podía lograr convertir a esa mujer lastimada, frustrada y reprimida, en otra que (por extraño que parezca) convive con la personalidad que alguna vez fue. La extraña pasajera se convirtió en el éxito de taquilla más grande para Bette Davis, que probaba que también podía brillar en una historia romántica alejada de los roles más oscuros que solía interpretar. La sensualidad y el coqueteo que tiene en pantalla con Paul Henreid llevó a toda una generación de fumadores a imitar el modo en el que el actor encendía dos cigarrillos al mismo tiempo.
La temible muñeca de porcelana
La última de las nominaciones al Oscar que recibió Bette Davis corresponde a una de las películas más extraordinarias que haya hecho la actriz. La historia del detrás de escena es casi tan fascinante como la rivalidad entre dos hermanas que ocupa la pantalla. Cuenta la leyenda que la rivalidad entre Davis y Joan Crawford llegó a límites insospechados, como Crawford haciendo campaña activa para que su coprotagonista perdiera el Oscar. Imposible saber cuánto de ese “odio” entre las actrices estaba orquestado o no, porque en la ciudad de las estrellas todo era parte del espectáculo. Lo que sí es posible es admirar el talento que despliegan las dos frente a cámara en ¿Qué pasó con Baby Jane?.
Bette Davis, de nuevo, como una profesional que iba más allá de la actuación, se opuso a que la película estuviera en color. Era una historia triste, lúgubre y macabra que merecía estar contada en blanco y negro. Para conseguir el aspecto grotesco, demacrado y patético de Baby Jane, la mujer que delira grandeza en una casa derruida, la propia Davis se encargó de su maquillaje. “Ningún hombre se atrevía a maquillarme como yo lo hacía”, contaba la actriz. Hasta el propio director le dijo que dejara de hacerlo, pero ella amenazó con renunciar si no la dejaban maquillarse.
El contraste entre Joan Crawford y Bette Davis funcionó para el relato. Baby Jane es una mujer que vive recordando sus épocas de gloria como una niña estrella, mientras atormenta y tortura psicológicamente a su hermana parapléjica. Es un monstruo que parece una de esas muñecas de porcelana que asustan.
Todo sobre Bette
Aunque tuvo un revival en 1981 con la canción de Kim Carnes, “Bette Davis Eyes” (coronada con el Grammy como Mejor canción del año) y la que la actriz le escribió una carta de agradecimiento por volver a hacerla “cool” (en 1978 había tenido su última participación, secundaria, en una película popular como Muerte en el Nilo), la primera vez que la carrera de Davis “revivió” fue con La malvada, uno de los grandes clásicos de 1960. La carrera de Bette Davis parecía olvidada a fines de la década de 1950, hasta que llegó la obra maestra de Joseph Mankiewicz.
Una obra sofisticada e ingeniosa que muestra a una actriz de teatro aclamada pero bastante cínica y hasta sádica con todos los que la rodean, en especial frente a una joven y bella admiradora que quiere seguir sus pasos. Eve, la joven del título, es ingenua y dulce solo en apariencia. Es quien planea el ascenso a la fama usando como escalera a su ídola. No sin razón, el crítico Roger Ebert notó que este era el mejor papel en la carrera de Davis. Ella misma decía que fue su mejor experiencia en la industria del cine.
“Parece encontrarse como una mujer derrotada frente a los engaños de una actriz joven, pero en realidad muestra el triunfo de la personalidad y la voluntad frente al poder superficial de la belleza”. Ebert no se equivocó.
Dónde ver las películas
- ¿Qué pasó con Baby Jane?: HBO Max, Qubit TV, Apple TV+ (alquiler).
- Muerte en el Nilo: Prime Video, Movistar Play, Apple TV+ (alquiler).
- La carta: Qubit TV, Apple TV+ (alquiler).
- Canción de cuna para un cadáver: Star+.
- El favorito de la reina: Star+.
- La malvada: Qubit TV.
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