En Torrente pasional, estrenada en 1953, la estrella interpreta a una mujer adúltera llevada por el deseo a planificar un acto criminal. Fue la primera revelación de las dotes dramáticas de Marilyn y a la vez un gran vehículo promocional para las cataratas del Niágara
Un solo dato alcanza para dejar bien a la vista que Rubia, la biografía novelada de Marilyn Monroe que dirigió Andrew Dominik, está más cerca de la ficción que de la realidad. En uno de los tramos más reveladores y sexualmente explícitos de esta película que puede verse en Netflix, Norma Jean-Marilyn (Ana de Armas) se ve a sí misma en la pantalla. sentada en un cine junto a sus dos amantes, Cass Chaplin (Xavier Samuel) y Eddy Robinson (Evan Williams).
Lo que el trío está viendo es el tráiler de Niagara (1953), película que se estrenó ese año en la Argentina con el título de Torrente pasional. La imagen que surge de la enorme pantalla de cine tiene la plenitud del Technicolor, uno de los detalles que mayor relieve adquirió con el tiempo cada vez que volvía a hablarse de esta producción. Rubia tenía que destacarlo, sobre todo en ese tramo de la vida de la protagonista, cuyo personaje era descripto en ese avance como “un torrente impetuoso de emoción que ni la naturaleza puede controlar”. Marilyn despertaba allí “pasiones que pueden llevar a un hombre a la cima del mundo o hacerlo tocar fondo”.
Podemos volver a ver ese tráiler hoy cuantas veces querramos a través de YouTube, pero siempre en blanco y negro, tal como ocurrió siete décadas atrás. Proyectarlo en colores, como se le ocurrió a Dominik en Rubia, no le hace honor a la estricta verdad histórica. El color recién llegó con el estreno de la película, corroborando ahora sí todo lo que el tráiler prometía. Sobre todo a Marilyn mientras hace pleno alarde de todos sus encantos. “Atrayendo hombres todo el tiempo para su eterna destrucción”, como se lee en el anticipo.
Torrente pasional es una verdadera rareza. Quizás sea el único gran ejemplo en la historia del Hollywood clásico de cine negro filmado en radiante Technicolor. A la vez, estamos aquí ante una de las mejores demostraciones interpretativas de Marilyn en su breve carrera como actriz de cine. Responde muy bien al papel de femme fatale y símbolo sexual de colosal presencia en la pantalla que le asigna la película.
En un tiempo del cine de Hollywood completamente sometido a las exigencias de sus códigos de censura, la trama de Torrente pasional rebosa de erotismo gracias al arrollador poder de seducción que ejerce Marilyn gracias al control perfecto de su cuerpo como herramienta que puede inducir hasta la idea de un asesinato.
Esta perspectiva introduce un matiz fundamental en la configuración de Torrente pasional como ejemplo de lo que entendemos como film noir. Aquí el crimen no se trama y se ejecuta desde un propósito económico, ligado por ejemplo al ansia de enriquecimiento. El móvil de la acción es puramente pasional, derivado de la pulsión sexual del personaje de Marilyn y la atracción irresistible en términos de deseo que comparte con su amante, a la vez cómplice y beneficiario del plan.
Aprovechando al extremo la voluptuosidad de su figura y el típico ronroneo de su voz, Rose (el personaje de Marilyn) parece controlar a su antojo a George Loomis, interpretado por Joseph Cotten. La pareja se aloja en un resort para mieleros con privilegiada vista a las cataratas, pero la relación está en ese momento lejos de cualquier instancia idílica. Aparece atravesada por los recelos, el egoísmo, las sospechas, la indiferencia y, sobre todo, la traición. Rose vive a plena conciencia una relación adúltera, la disfruta, y no duda en despreciar y humillar todo el tiempo a su atribulado marido, golpeado en su ánimo por el desprecio de su mujer y las secuelas de un pasado doloroso.
El destrato que sufre George y el plan que empieza a urdir Rose para sacárselo de encima son descubiertos por Polly (Jean Peters), que llega junto a su esposo Ray (Casey Adams, seudónimo de Max Showalter) al lugar dispuesto a disfrutar de una demorada luna de miel. De a poco y sin crear sospecha, Polly empieza a involucrarse en la compleja relación que mantienen los Loomis y a descubrir junto con los espectadores las posibles derivaciones policiales de una trama que empieza a hacerse cada vez más y más peligrosa.
El guión de Torrente pasional lleva la firma de Charles Brackett, destacado autor que se ganó un lugar en el reconocimiento y la admiración de los observadores del Hollywood más clásico por sus logrados trabajos junto a Billy Wilder. Cuentan que Brackett llevaba un buen tiempo interesado en ambientar en las cataratas del Niágara una historia de intriga, suspenso y pasiones con el estilo característico del cine negro.
Para una producción que en un momento llegó a imaginarse con Alfred Hitchcock como director, los estudios 20th. Century Fox convocaron en ese lugar a Henry Hathaway, un artesano hábil y confiable con alguna experiencia en el género que se ocupó muy bien en profundizar el conflictivo aspecto de la relación entre George y Rose Loomis, y dejar a la vista las características de ambas personalidades como factor de un inevitable estallido en términos trágicos.
A la vez, supo colocar a los personajes dentro de una historia en la que el elemento natural que los rodea ejerce una influencia decisiva. Las cataratas, con alguna exageración en el uso alegórico de su imagen, parecen en más de un momento determinar conductas, impulsar estrategias o establecer límites como si fuesen un personaje más.
Torrente pasional nos ofrece otro contexto para analizar la peripecia de sus protagonistas. Estamos en los años 50, el momento de mayor optimismo económico de la vida de los Estados Unidos durante el siglo XX. El personaje de Ray Loomis expresa a la perfección ese espíritu pródigo en sonrisas, actitudes positivas y confianza en el futuro. Su esposa Polly parece tomar un poco de distancia de ese estado de ánimo mientras representa una suerte de contrafigura del personaje de Marilyn en cuanto a sensualidad y poder de seducción.
Peters, una actriz talentosa y muy bella de espléndidos ojos verdes, encarna a través de este personaje los valores conservadores de un tiempo que también tiene establecido entre sus reglas un castigo hacia quienes se dejan llevar por los impulsos del deseo. Desde esta perspectiva, Torrente pasional ofrece un escenario muy interesante. Polly es la heroína de la historia, una mujer que no se priva de mostrar su hermosura, pero ante todo expresa una conducta virtuosa y decidida. A Rose (Marilyn) solo le queda en cambio afrontar las consecuencias de un comportamiento lujurioso del que no tarda en surgir un impulso criminal. Y lo hace con un erotismo a flor de piel que la película explota al máximo en un tiempo raramente habituado a esas demostraciones.
Basta con mencionar lo que la historia luego llamó la “caminata más larga” de toda la filmografía de Marilyn y seguramente de toda la historia del cine. Que por la misma razón funcionó también como el momento más publicitado de toda la película. Un paseo por los alrededores de las cataratas durante el cual nuestra mirada no puede dejar de seguir obsesivamente a Marilyn mientras ella se desplaza, de espaldas a la cámara, rumbo a su destino. Vestida con una chaqueta roja, una pollera negra muy ajustada y zapatos de taco alto, la estrella muestra al caminar una sensualidad tan espontánea y tan convincente que hasta sus exagerados movimientos parecen naturales.
Gracias a esa caminata y a otros momentos clave atrapados por la cámara de Hathaway en algunos de los lugares más icónicos de esa atracción, las cataratas del Niágara se convirtieron después del estreno de la película en uno de los destinos más buscados por las parejas estadounidenses para disfrutar de la luna de miel. Algunas crónicas de la época, a la vez, dieron cuenta de la cantidad inusual de pedidos de vacantes y reservas para el complejo turístico con vistas privilegiadas del salto de agua en el que transcurre gran parte del relato. Con paciencia, los responsables oficiales del lugar debieron explicarles a los ansiosos visitantes que el lugar era ficticio y había sido deliberadamente armado para la película.
Solo la habilidad de los artesanos del Hollywood clásico consiguió como en este caso que una trama cargada de suspenso conviviera, sin que se notara demasiado, con una sucesión de imágenes y episodios circunstanciales que parecen inspirados en algún plan estratégico para atraer visitantes a las cataratas del Niágara. Hay experiencias turísticas auténticas (un paseo en barco al borde de la caída de agua, una excursión a la Cueva de los Vientos) aplicadas a distintos momentos de la trama que siguen vigentes hasta hoy para quienes visitan esta atracción muy bien explotada a ambos lados de la frontera noreste que separa a los Estados Unidos de Canadá. De hecho, la trama se desarrolla del lado canadiense del salto.
Torrente pasional llegó a los cines inmediatamente después de Los caballeros las prefieren rubias. De hecho, el tráiler hasta llega a invocar al personaje que la estrella encarna en el musical de Howard Hawks. “Le cantó al amor como vivió para el amor. Como una Lorelei, ostentando sus encantos”, se lee en la pantalla.
Los caballeros las prefieren rubias hizo que todos empezaran a tomarse en serio a Marilyn como actriz, en este caso desde un personaje de comedia y una brillante trama musical. Enseguida, Torrente pasional consolidó ese camino, al mostrarla por primera vez en la plenitud de un papel dramático. También logró salir airosa de este desafío.
Con la imagen a toda pantalla de la majestuosa caída de agua y el poderoso rumor que la envuelve, una frase impactante cierra el tráiler: “Niágara y Marilyn Monroe, las dos vistas más electrificantes del mundo”. Marilyn aparecía por entonces como una fuerza de la naturaleza. Frente a los admirados ojos del mundo de aquellos días, nadie podía adivinar que en menos de una década su vida culminaría de una manera trágica. Ninguna ficción puede competir con la realidad.
Torrente pasional está disponible en Star+
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