A 60 años de su estreno llegó a HBO Max Doctor Insólito, la mejor muestra del talento camaleónico de Peter Sellers, que en esta sátira de la Guerra Fría interpreta a tres personajes fundamentales
En 2024 se cumplirán 42 años de la muerte de Peter Sellers. Y las cuatro décadas pasadas desde aquel 24 de julio de 1980 no son suficientes para establecer un veredicto definitivo sobre la vigencia de quien llegó en su momento a ser definido como el mayor genio cómico del siglo XX, superado nada más que por Charles Chaplin. Están los que dicen que el genio de Sellers envejeció durante estos 40 años de una manera tal que solamente queda de él un recuerdo difuso, asociado ocasionalmente a alguno de sus más celebrados personajes, empezando por el inspector Jacques Clouseau en las películas de La pantera rosa. Del otro lado, en tanto, aparece en estos días una sorprendente reivindicación del arte cómico impar de Sellers, estimulado por la llegada a Amazon Prime Video de La fiesta inolvidable, una de las más grandes comedias cinematográficas de todos los tiempos.
Hay, con todo, un punto de convergencia entre quienes rescatan la plena actualidad de la obra de Sellers y aquellos que siguen recordándolo con una sonrisa, pero desde lejos, sin que su influencia siga presente hasta hoy. Unos y otros reconocen al actor británico como uno de los más antológicos artistas de la transformación. Pocos intérpretes tuvieron ese don natural para ser camaleónico que supo lucir en sus mejores películas.
“Sellers podía aprender a hablar como otro, otros de otros lugares, con una capacidad de variaciones delirante: era el rey de los acentos. Alguien que podía mutar y mutar, alguien que hasta llegó a decir que carecía de identidad y de personalidad propias. Sellers solo se hallaba dentro del disfraz, dentro de los disfraces”, escribió en LA NACION Javier Porta Fouz al cumplirse los 40 años del fallecimiento del actor.
A Stanley Kubrick, que lo dirigió dos veces en el cine, se le atribuye una respuesta cruda y casi despiadada a la pregunta acerca de quién era Peter Sellers. “No existe esa persona”, respondió. Lo primero que hicieron juntos fue Lolita (1962), con Sellers en el papel de Clare Quilty. Dos años después llegó una de las películas que definieron para siempre a su intérprete principal. Doctor Insólito (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love The Bomb) fue la muestra más acabada de lo que siempre significó para Sellers ser actor, sumergirse de lleno en un personaje hasta desaparecer en él por completo asumiendo como si fuera propia la personalidad de ese ser de ficción.
El mejor aliado
Sellers se unió por triplicado a un proyecto que Kubrick imaginó al comienzo como un drama expuesto con toda seriedad, en línea con el texto de la novela de suspenso Red Alert, de Peter George, en la que se inspira la película. El director transforma en sátira y comedia negra el inquietante escenario de una guerra nuclear abierta con “destrucción mutua asegurada” planteado en el libro. Y Sellers es su mejor aliado.
Se cuenta que Columbia Pictures, uno de los grandes estudios de Hollywood, aceptó financiar una película con todos los riesgos que entrañaba cualquier proyecto de Kubrick con una sola condición: que Sellers pudiese interpretar simultáneamente a varios de los personajes más importantes. Kubrick aceptó con reservas, aunque con el tiempo la decisión quedaría sellada como una de las grandes virtudes de la película.
Seis décadas después del estreno queda claro que sin la presencia multiplicada de Sellers la máxima que guió a Kubrick en la realización de Doctor Insólito (“La única respuesta verdaderamente creativa a esta situación es una visión cómica de la vida”) no hubiese perdurado. La película pasó a la historia como un gran lienzo desde el cual se observa con mirada sarcástica y bastante audacia (atenuada con el paso del tiempo) el inquietante escenario de una crisis internacional con riesgos ciertos de estallido y consecuencias imprevisibles.
De los cuatro personajes que Sellers iba a interpretar en un principio quedaron finalmente tres: el militar británico Lionel Mandrake, el presidente de los Estados Unidos Merkin Muffley y el hombre que le da título a la película, el mismísimo Dr. Strangelove, presentado como “director de investigación y desarrollo de armas” del gobierno estadounidense. Mandrake (que en el subtitulado de la flamante versión disponible en HBO Max aparece como “Mandrágora”) es un alto oficial de la Royal Air Force de aspecto agradable, disciplinado y flemático, Muffley se muestra como un presidente atento, sensible, dispuesto a escuchar y a no tomar decisiones apresuradas, y Strangelove, en cambio, se muestra como un verdadero lunático con poder. Desde su inglés de acento alemán su mirada se ilumina cuando detrás de la bomba atómica aparece la posibilidad de cumplir por fin sus sueños ligados a cierta variante de la “solución final”.
Sellers también iba a personificar al mayor J. T. “King” Kong, jefe del escuadrón encargado de lanzar desde un avión de la Fuerza Aérea estadounidense la bomba atómica contra la Unión Soviética siguiendo las órdenes del enajenado general Jack D. Ripper (Sterling Hayden), pero finalmente el papel quedó en manos del excelente actor estadounidense Slim Pickens.
Es fácil reconocer el rostro de Sellers bajo la máscara de estos tres personajes. Pero apenas detenemos la vista en él y nos concentramos en cada uno de ellos no tardamos en descubrir toda la meticulosa elaboración que el actor hizo a través de una serie de movimientos, acentos, matices de voz y expresiones. Sellers se transforma por completo, sucesivamente, en un puntilloso oficial británico, en un presidente estadounidense que medita sus decisiones en plena crisis y en un trastornado y cada vez más enloquecido Strangelove. Hay que ver a este último, por ejemplo, maniobrando uno de sus brazos (que permanece inmóvil, fruto de una parálisis) mientras se desplaza, feliz del poder que ejerce sobre los demás, en su silla de ruedas.
“Siempre empiezo con la voz –dijo Sellers una vez cuando se le pidieron definiciones sobre su método de asimilación a cualquier tipo de personaje-. Descubro al principio cómo suena el personaje. Y a través de su forma de hablar voy descubriendo todo lo demás”.
¿Qué viene después? Lo primero es establecer cómo camina el personaje, agregó Sellers. “El paseo es muy importante. Y entonces, de repente, sucede algo extraño. Este personaje empieza a hacerse cargo de lo que hace. Aquello que estás interpretando empieza en ese momento a existir”, explica.
Estas reflexiones nos sacan por un instante de Doctor Insólito y nos llevan a toda velocidad a otra de las genialidades de Sellers. Llegó tres años después a los cines, en 1967, se conoció en la Argentina como La fiesta inolvidable (The Party es su título original) y todos guardamos en la memoria esta película como una de las más grandes comedias jamás hechas. Muchos recuerdan también que cuando se reestrenaba en la Argentina (y eso ocurría muchas veces) siempre el éxito de público era completo.
El invitado “por error”
La cámara del director Blake Edwards y su extraordinario ingenio para el humor visual, casi sin palabras y aprovechando todo el espacio que ofrece la pantalla ancha, hacen el resto. Y sobre todo confirman al pie de la letra todo lo que dice Sellers acerca de cómo se aproxima a una nueva personalidad desde la ficción. Lo primero que hace Hrundi V. Bakshi, el entusiasta aprendiz de actor de origen indio, al llegar a la lujosa fiesta organizada por un productor de Hollywood en la que es invitado por error, es caminar. Su andar primero es normal hasta que cambia abruptamente cuando pierde su zapato en medio de la sofisticada ambientación que incluye una amplia superficie con un espejo de agua. Más tarde retomará su tímida, cautelosa y regocijante rutina.
La imagen le da inmediatamente toda la razón a Sellers. Bakshi cobra vida cuando empieza a caminar. Pero un rato antes asistimos a su primera configuración observando la transformación de su rostro (todo un homenaje a la ternura, a la ingenuidad y al puro despiste) y el modo en el que aprovecha al máximo el inglés con acento indio que maneja a la perfección. Allí Sellers se presenta ante nosotros con todo su talento, y su figura se agiganta a partir de esa portentosa capacidad actoral, en el mismo momento en que su propia personalidad termina absorbida completamente por el personaje que está interpretando.
El Hrundi V. Bakshi de La fiesta inolvidable (un personaje irrepetible, que las nuevas reglas de Hollywood jamás tolerarían en la actualidad por cuestiones de “apropiación cultural”) es la puerta de entrada a esa galería de posibilidades infinitas que Sellers triplicó en Doctor Insólito y llevó todavía más allá, porque los diálogos e intervenciones de esos tres personjes (Mandrake, Muffley y el propio Dr. Strangelove) fueron en su mayoría improvisados.
Kubrick aceptó el desafío y sumó este aporte actoral a su puntilloso trabajo. “Donde quiera que mires vas a ver alguna versión de Peter Sellers que tiene en sus manos el destino del mundo”, llegó a decir el director acerca de esa capacidad sin igual que Sellers tenía para personificar de la manera más inesperada (natural, temible o estrafalaria, nadie podía imaginar cuál de ellas podría adoptar finalmente) a figuras representativas de algún tipo de autoridad.
La más popular y celebrada de todas a través del tiempo, el inspector Jacques Clouseau, aparecería por primera vez un año antes que Doctor Insólito en La pantera rosa (The Pink Panther, 1963), película original de la larga serie también concebida y dirigida por Blake Edwards. La segunda, Un disparo en la sombra, se estrenó pocos meses después que Doctor Insólito, en 1964.
El crítico británico Alexander Walker, biógrafo de Kubrick y de Sellers, dijo alguna vez que el protagonista de Doctor Insólito actuaba como un músico de jazz: “Nadie podía anticipar lo que haría. Kubrick sometía a sus actores a 101 tomas diferentes del mismo plano para obtener todas las variaciones posibles en la forma en que desempeñaban sus papeles. Con Sellers solo necesitó tres tomas, y en cada una de ellas conseguía un tipo diferente de interpretación, cada cual más divertida”.
Solo un cómico con el genio de Peter Sellers podía ser capaz de expresar con un personaje el pánico que le generaba la conducta de otro personaje interpretado en el mismo relato… por Peter Sellers. Detrás de todo ese asombro y también, por qué no, de la inquietud de encontrarnos con una sátira de la Guerra Fría que en más de un momento coquetea peligrosamente con algunas señales de la agenda internacional de estos días, afortunadamente siempre aparece la risa.
En Doctor Insólito y también en La fiesta inolvidable el mundo entero se convierte en una gran broma. Un sentimiento que Peter Sellers y todos los personajes que habitaban en el interior de ese actor enigmático, atormentado, caprichoso y dueño de un ego tan inmenso (diría Guillermo Cabrera Infante) como su talento siempre consiguieron duplicar, triplicar o multiplicar. Cuatro décadas después de su muerte, el streaming nos ayuda a rescatarlo.
Más notas de Peter Sellers
Más leídas de Espectáculos
“Mano de obra defectuosa”. Los escándalos del “hermano a la obra” que se casará con la actriz Zooey Deschanel
“Muy hermosa, talentosa y brillante”. Los elogios de Milei a Fátima Florez tras su reciente separación
Tras 8 meses. Burlando reveló que recibieron un dato de laboratorio clave sobre la muerte de Silvina Luna
“Ese no es el objetivo del programa”. El creador de Bebé reno rompió el silencio y le hizo un pedido a los fans de la serie