En 2004, Tom Cruise interpretó a un asesino a sueldo en Colateral, de Michael Mann, y convirtió a ese personaje en uno de los mejores de toda su carrera en el cine.
“La estrella es posible en la medida en que el actor de cine no hace teatro”, escribe Edgar Morin en su canónico e imprescindible ensayo Las estrellas de cine. Dice allí que durante el proceso de “desteatralización” los actores de cine se despojan de toda exageración en el gesto y en la voz, algo que solo parece necesario cuando están en un escenario y a poca distancia del público.
Morin dice algo todavía más importante, fundamental para alejar cualquier riesgo de confusión o equívoco: “El cine puede exigir actores superiores, capaces de expresar su personaje aunque estén privados del apoyo del público”. Los grandes actores no necesitan exagerar la expresión y se convierten en “autómatas”, en el sentido en que filman planos dispersos, fragmentados, unidos más tarde por un director en la sala de montaje. Es la cámara con su movimiento y el montaje (con la unión y la sensación de continuidad surgida del armado de secuencias separadas) lo que construye en conjunto una actuación cinematográfica. Agrega Morin: “El espectador continúa viendo al actor invisible y leyendo en su rostro ausente sentimientos que lo emocionan”.
Tom Cruise, estrella y actor de cine en su máxima expresión, es el ejemplo ideal que corrobora todas estas reflexiones. Podemos comprobarlo ahora mismo en su excepcional regreso a la aventura como protagonista de Misión imposible 7. O revisando su impresionante trayectoria, sobre todo a través de una galería de héroes cinematográficos pródiga en apariciones inolvidables.
De lo que menos se habla a propósito de la historia de Tom Cruise en el cine es de su gran papel de villano en Colateral (Collateral, 2004), otra de las magistrales películas de Michael Mann. Allí, con la cabellera teñida de un extraño color ceniza, sombra de barba y un impecable traje gris, Cruise se transforma en el despiadado e implacable Vincent, un asesino a sueldo contratado por un jefe narco para ejecutar a cinco personas a lo largo de toda una noche en distintos lugares de Los Ángeles.
Al Vincent de Tom Cruise le cae a la perfección la dimensión de “autómata” descripta por Morin. Pero es justamente ese mismo atributo lo que hace más grande su presencia en esa película, filmada por Mann con las herramientas digitales de altísima definición que empezaban a usarse en aquel tiempo. Desde esos gestos mínimos, capturados y puestos en movimiento por la admirable cámara del realizador, se va configurando ante nuestros ojos la personalidad de ese asesino despiadado, impasible y extremadamente profesional.
Colateral cumplirá el año que viene 20 años, una distancia que queda expuesta a partir de uno de los principales detalles argumentales. Para llevar a cabo ese raid asesino a través de las calles y autopistas de Los Ángeles, Vincent viaja a bordo de un taxi. Si la película se hiciera hoy, el personaje de Cruise se movería ciertamente a bordo de un Uber. El conductor del taxi se llama Max y está magníficamente interpretado por Jamie Foxx.
Max es quien conduce, pero no tardamos en comprobar que el siniestro pasajero será en varios momentos el encargado de manejar la situación. Mann es lo suficientemente hábil para mostrar cómo esos roles van intercambiándose durante la acción, sobre todo a partir del momento en que Max comprende de manera definitiva quién es Vincent, cuáles son sus motivaciones y de qué manera cumple con los mandatos de su tétrico oficio.
Cruise lo sabe y lo demuestra en la pantalla con la misma fórmula que utiliza en sus personajes altruistas y heroicos, los que siempre definieron su lugar en el cine. Muestra una vez más, como dijo en su momento Mann, “una extraordinaria habilidad en todo lo que intenta en términos de acción” y además siempre deja lugar para el lucimiento de sus compañeros de elenco. Al ver la película tenemos todo el tiempo en claro que el protagonista es el personaje del taxista. Sobre todo porque el relato está contado desde su punto de vista.
Pero al final, por el peso propio de su nombre y todo lo que significa su presencia, el nombre de Cruise aparece primero en los créditos. Los afiches promocionales de la película dicen lo mismo de manera todavía más explícita: el apellido Cruise, escrito en grandes caracteres, tiene un tamaño similar a la del título de la película, acompañado por una imagen en primerísimo plano del rostro del actor en decidida actitud de villano. De Foxx no hay noticias hasta que buscamos los créditos casi con una lupa y lo encontramos como un apellido más.
Es posible que un atento recorrido por las siete películas de Misión Imposible, especialmente las tres últimas, nos ayuden a entender mucho mejor el lugar de villano que ocupa Cruise en Colateral. En 2004 tenía al igual que hoy marcada a fuego para el público la imagen de figura heroica.
En esa época Cruise parecía abrirse cada vez más a la interpretación de personajes complejos, menos simpáticos y bastante más introspectivos, especialmente cuando Steven Spielberg lo convocó para protagonizar películas como Minority Report: sentencia previa y La guerra de los mundos. Pero lo que pocos esperaban en 2004 era ver a Cruise convertido en un sicario al servicio de la industria del narcotráfico.
Pero además de asesino a sueldo, el actor conserva buena parte de su encanto habitual. Eso explica que Mann lo haya elegido en lugar de algún otro actor más acostumbrado a representar desde un personaje a la maldad. Cuando habla, Vincent sugiere que es una persona con razonable formación, agradable conversador y buen lector. También sabe bastante de jazz (una de las especialidades de Mann) y conoce a sus personalidades más destacadas.
Pero las cartas quedan a la vista de manera inevitable, y allí el espectador descubre en la mirada de Cruise un brillo gélido y el gesto inequívoco del profesional disgustado por las dificultades inesperadas con las que se topa para ejecutar su tarea. Cuando la sangre tiñe de un rojo metálico (tonalidad acorde con la escenografía nocturna propuesta por Mann) la ropa de Vincent, el rostro y la pose de Cruise adquieren la dimensión de los villanos más amenazadores. El personaje mete miedo de verdad cuando se mueve entre las sombras, al acecho de su víctima final en un edificio de oficinas del Downtown de Los Angeles.
Algunas apariciones de Ethan Hunt en los capítulos más recientes de Misión Imposible en el cine nos muestran que Cruise es capaz de explorar el lado oscuro y hasta violento de sus mejores personajes. Pero hasta Colateral, y probablemente nunca más desde allí con la misma fuerza, no había llegado tan lejos con su capacidad para moverse en las sombras con un personaje verdaderamente aterrador, capaz de asesinar a una persona con la máxima eficiencia y el mínimo remordimiento. Un verdadero monstruo.
Para lograrlo, Cruise se sometió a un entrenamiento muy meticuloso. Reveló a partir de una conversación entre Mann y su colega Ava DuVernay, de la que fue testigo, que actor y director de Colateral formaron parte a escondidas de un “juego” preparatorio de la transformación de Cruise de héroe a villano. Debía identificar a un grupo de personas seleccionadas por Mann entre los miembros de su equipo de filmación, estudiar cuidadosamente sus patrones de comportamiento y aplicar un plan de acción para “ejecutarlas” sin que se dieran cuenta, mediante el sencillo trámite de pegar un papel adhesivo en la espalda de cada una con la leyenda “Estás muerto”.
Con el tiempo también empezó a circular en YouTube un video en el que Cruise se esconde detrás de un bigote postizo, una gorra y un uniforme como empleado de una empresa de mensajería. Allí lo vemos moviéndose de un punto a otro entregando paquetes y charlando con algunas personas sin ser reconocido. Tenía que aprender a pasar inadvertido para preparar una de las escenas más importantes de la película, en la que Vincent debe encontrar a una de sus víctimas en un club nocturno atestado de gente.
La paleta de estados de ánimo que Cruise recorre durante su viaje junto a Max por la fascinante geografía nocturna de Los Angeles es notable. Detrás de su frialdad congénita y el aire distante que se impone a sí mismo para darle más sentido a su cruenta misión, Vincent es un profesional que calcula márgenes y riesgos, que sabe encontrar alternativas cuando aparecen dificultades y que dispone en su cabeza con mil y un recursos para asustar a sus víctimas, con Max a la cabeza.
No hace falta hablar mucho o llenar el rostro de gestos, mímicas o muecas para mostrarlo. Muchos todavía confunden esa economía de recursos con una supuesta inexpresividad. Son los que todavía no distinguen las cualidades del verdadero actor de cine. Hay un momento en que Cruise pasa de la confianza absoluta en su capacidad profesional para cumplir la misión asignada a la más completa desolación.
“La mirada en el rostro de Cruise es algo que nunca le has visto hacer, ni antes ni después. Se ve enfurecido, enojado, quemándolo todo. Pero también herido. Vincent sabe que lo han visto y no le gusta”, señala el crítico Darren Franich en una evaluación retrospectiva de la película publicada el año pasado en Entertainment Weekly.
“Cuando Vincent muestra esa famosa sonrisa, un escalofrío recorre tu columna vertebral”, agrega Franich. Esa misma sonrisa es la que Cruise transmite cuando oficia de estrella en las veladas de estreno con alfombra roja típicas de Hollywood que la huelga de actores acaba de interrumpir por tiempo indeterminado. Una sonrisa idéntica a la que Ethan Hunt lucía de principio a fin de Misión Imposible 2, estrenada cuatro años antes que Colateral y decisiva para empezar a configurar el giro adoptado por Cruise a partir de ese momento.
“En los dos polos de la interpretación del actor de cine se encuentran, por un lado, la máscara hierática, y por el otro, la naturalidad. Pueden alternar según la naturaleza del plano o las cualidades del actor y pueden confundirse en la llamada sobriedad”, escribe Morin en otro tramo de Las estrellas de cine. Ideas y conceptos que Cruise luce en Colateral con la misma perfección que el traje gris de Vincent, el villano de la película. El más inesperado de los grandes personajes interpretados por Tom Cruise, un gran actor de cine convertido en estrella.
Colateral: lugar y tiempo equivocado está disponible en Netflix (hasta el 1° de agosto), HBO Max y Paramount+
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