Disponible en Netflix y Amazon Prime Video, la ficción creada por Julian Fellowes anticipó el efecto de éxito global que luego traería el streaming
Hacia principios de 2011, el hecho de que los medios de los Estados Unidos se ocuparan de escribir extensamente sobre una serie británica ambientada a principios de siglo XX era una rareza. Antes de que el streaming, con Netflix a la vanguardia, achicara las distancias y acortara los tiempos de la circulación de las ficciones por el mundo, que una producción de época grabada en Inglaterra consiguiera convertirse en fenómeno no era cosa de todos los días. Ocurría, por supuesto, pero pocas veces con la intensidad del suceso de Downton Abbey.
La historia de los habitantes de la aristocrática casa solariega, los de arriba y los de abajo, encendió la mecha para un nuevo tipo de relato que hasta ese momento no contaba con la exposición necesaria para llamar la atención de los espectadores de todo el mundo. El cuento de la familia Crawley al comienzo del último siglo impactó tanto en el público como en los creadores televisivos, que ante la consagración de aquel relato -que se extendió por seis temporadas y hasta dio el salto al cine en dos ocasiones-, empezaron a revisar el valor de los melodramas y de sus personajes con buenas intenciones y mejores galas.
1. Julian Fellowes. En el comienzo, la primera carta de presentación de la serie era su creador. Ganador del Oscar en 2001 por el guion original del film Gosford Park: crimen de medianoche, dirigido por Robert Altman, Fellowes aprovechó la chispa de aquella película, que transcurría en la mansión campestre en la que las diferencias de clase y los secretos guardados creaban intrigas y provocaban el crimen del título para imaginar una narración episódica que pudiera ampliar la riqueza de esas tensiones dramáticas. Con experiencia como novelista y sus años de entrenamiento actoral en los que integró un reconocido grupo de comedia universitaria, The Cambridge Footlights (en el que también habían participado John Cleese y Eric Idle antes de formar Monty Python y Hugh Laurie, años antes de interpretar al doctor House), Fellowes siempre explica que la mayor inspiración para escribir Downton Abbey fue su propia historia como hijo de una familia de clase alta con un padre diplomático, una madre con pretensiones de alcurnia y la tiránica tía abuela Isie en la que se basó para crear a la incomparable lady Violet Crawley.
2. La época. Uno de los mayores atractivos de la serie era su mirada ficcional sobre hechos conocidos y el modo en que se los aprovechaba como punto de partida del relato. Así, la trama comienza en 1912 con el naufragio del Titanic, una tragedia que afectaba directamente a Robert Crawley, conde de Grantham y a toda su familia, porque en el desastre marítimo moría su heredero (tiene tres hijas mujeres que, como cualquiera que haya visto la serie sabe, no podían sucederlo ni en los títulos ni en las propiedades). Con el avance de los episodios y las temporadas, otros acontecimientos reales como la expansión de innovaciones tecnológicas, la gripe española, la Primera Guerra Mundial, la guerra de independencia irlandesa y la lucha de las sufragistas se entremezclaban con los dramas cotidianos de los Crawley y su ejército de sirvientes.
3. Los personajes. Más allá de la fascinación que los dramas de época pueden ejercer sobre el público, Downton Abbey se destacó por su fabulosa y variada galería de personajes, cada uno capaz de encabezar una serie por sí solo. Primera en la fila, claro, está la condesa viuda, interpretada por Maggie Smith, el ácido centro de un universo familiar encabezado por su hijo Robert (Hugh Bonneville), tal vez el personaje que mayores cambios atravesó durante el programa. De envarado y algo distante señor de sus dominios hasta el padre comprensivo y marido amoroso del final, su historia de amor con Cora (Elizabeth McGovern), la millonaria norteamericana en busca de un título nobiliario, inspiró también la serie La edad dorada (disponible en HBO Max), también creada por Fellowes. De la nueva generación, las hijas del matrimonio, Mary (Michelle Dockery), Edith (Laura Charmichael) y Sybil (Jessica Brown Findlay) demostraron que había muchas historias para contar detrás de los buenos modales de las señoritas bien y muchas más aún del lado de sus doncellas, cocineras, mayordomos y valets, feroces guardianes de los secretos de sus empleadores.
4. Un fenómeno global. Pocos meses después de su estreno en Gran Bretaña, la serie debutó en el canal público de la TV norteamericana, PBS, como parte del ciclo que alojaba ficciones adaptadas de clásicos de la literatura. Y aunque Downton Abbey todavía no era un clásico ni una adaptación de un texto famoso, su buena recepción le consiguió la atención de los críticos, que rápidamente descubrieron el potencial de la ficción. Al poco tiempo, esa mecha encendida se extendió al resto del mundo. En la Argentina se estrenó en el 1° de septiembre de 2011, a través de la señal Film &Arts. Después vendrían quince premios Emmy y la fama para muchos de sus actores, que como la talentosa Michelle Dockery lograron darle un gran impulso a su carrera. Eso supuso para la deliciosamente pérfida Mary conseguir personajes protagónicos en series hechas en Hollywood como las muy destacadas Godless (disponible en Netflix) y Good Behavior, además de películas como Los caballeros de Guy Ritchie y la anunciada Please Don’t Feed the Children, el debut como directora de Destry Allyn Spielberg, la hija de Steven.
5. Las películas. Después de cinco años, seis temporadas y 52 episodios Downton Abbey, la serie, llegó a su fin. Una despedida que a muchos espectadores dejó con ganas de más. Y aunque en su momento los productores entendieron que era el momento de terminarla, también dejaron abierta la posibilidad de un regreso. Que, finalmente, se concretó en 2019 con el estreno de Downton Abbey, la película (disponible en Movistar Play), un largometraje que retoma la historia y a los personajes del ciclo televisivo y los enfrentaba con las preparaciones de la visita del rey Jorge V y la reina María a la mansión. De presupuesto y ambiciones modestas, el film se convirtió en un éxito de taquilla tan rotundo como inesperado hasta por sus propios productores que el año pasado lanzaron una secuela, Downton Abbey: Una nueva era (disponible en HBO Max), otro suceso que dejó abierta la posibilidad de la continuidad de la saga.
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