Echale la culpa al rating: La cajita social show, el Saturday Night Live argentino que no pudo ser

Hacer humor en la Argentina nunca fue tarea fácil y en televisión, menos aún. Si bien en los años 70 y 80, la pantalla chica estuvo invadida de ciclos liderados por capocómicos, de a poco, esos envíos fueron desapareciendo hasta llegar a este 2022, donde ya nos hemos quedado sin programas ni figuras que despierten carcajadas en los televidentes.

Viendo a Biondi, No toca botón, La tuerca, Las mil y una de Sapag, Calabromas, Las gatitas y ratones de Porcel, El Palacio de la risa y Juana y sus Hermanas, entre tantos otros, supieron cosechar altos números de rating, además del cariño y la admiración del público.

El 6 de abril de 2001 debutó en la pantalla de Canal 13 La cajita social show, un ciclo de humor creado por los hermanos Alejandro y Sebastián Borensztein. El envío que recuperaba y adaptaba bastante del espíritu del emblemático programa norteamericano Saturday Night Live (SNL), tuvo corta vida al aire probablemente porque proponía un estilo de humor y una estructura muy poco habitual para la TV local.

Parecidos, pero no tanto

Luego de meter mano y modernizar el programa de su padre, Tato Bores, La cajita social show marcó la vuelta de los hermanos Borensztein al canal de Constitución. Lo último que habían hecho en televisión juntos había sido Good Show, los especiales mensuales en Telefe con los que su padre y enorme cómico se despidió de la TV.

El formato de La cajita social show era muy ambicioso: un presentador rotativo y un elenco de once actores, conformado, entre otros, por Antonio Grimau, Pablo Rago, Mike Amigorena, Vanesa Miller, Eduardo Calvo y Pacha Rosso, el intérprete de Menem en el programa de Tato que en esta nueva etapa se mostraba “fuera del poder”.

Pablo Echarri fue el primer presentador, seguido luego por otros reconocidos colegas como Luisa Kuliok, Juan Leyrado, Gastٕón Pauls y Georgina Barbarossa. Además de sketchs, la estructura del programa incluía monólogos, sátiras, pasos de comedia y pequeños cuadros coreográficos.

Nació con la idea de ironizar sobre la realidad social, en tiempos políticos tan convulsionados como estos (o más), y contaba para ello con un equipo de diez guionistas. Sin embargo, La cajita social show no tuvo la suerte de SNL, el programa de humor americano que aun hoy, después de 47 temporadas, sigue al aire. “Como no teníamos un capocómico, uno que, como el viejo, se cargara el programa al hombro, se nos ocurrió invitar a una figura por emisión. Pero el peso del humor está puesto en el elenco estable”, contaron en aquel entonces los hermanos productores.

Si bien tomaron varias cosas de SNL, como el escenario y la manera de presentar a la figura invitada, el televidente argentino nunca terminó de comprar la idea de un espacio pensado como el semillero de nuevos cómicos y sin una cara famosa visible del rubro, como tenían la mayoría de los programas de ese estilo. Por su parte, los hermanos Borensztein negaron, en su momento, las similitudes con el icónico programa de Estados Unidos. “Ellos son todos capocómicos y acá en este esquema es justamente eso lo que no tenemos”, declararon.

El programa logró sostenerse poco más de un mes en el aire con un promedio de 8 puntos de rating, números muy escasos para aquella época. “La decisión se tomó porque la audiencia que logramos no alcanzó las expectativas nuestras (las de su productora) ni las del 13″, reconoció entonces Alejandro Borensztein al hablar del levantamiento del ciclo. Su lugar fue ocupado por El mundo del espectáculo, un clásico del canal, que emitió tanques como Jurassic Park 2, Mentiroso, mentiroso, Enemigo público, Full Monty y El Mañana nunca muere.

Entre la crisis y los realities

2001 fue el año de los reality shows. Gran Hermano puso primera y lo siguieron El Bar, la segunda temporada de Expedición Robinson y Reality, Reality, el experimento de Azul TV en el que un grupo de actores y actrices se encerraban en una casona del norte del Gran Buenos Aires a vivir experiencias teatrales.

En lo que a Canal 13 se refiere, la salida del aire de La cajita social show, no fue la única. Ese año dejaron de emitirse, de un momento para el otro, la tira Ilusiones, protagonizada por Oscar Martínez y Catherine Fulop, y el programa de juegos Codicia, un ciclo de preguntas y respuestas por un premio de 500 mil pesos, conducido por Eduardo de la Puente. Con el objetivo de tener un prime time más competitivo, Hugo Di Guglielmo, gerente de aquel entonces, decidió que 22, el loco pasara de proyecto unitario a tira.

A pesar la crisis que explotó a finales de año, Julián Weich comenzó a conducir la versión argentina de ¿Quién quiere ser millonario?. Por otro lado, Telefe estrenó Números rojos, un reality game show donde se jugaba por la posibilidad de cancelar deudas económicas.

La final de Gran Hermano, que consagró a Marcelo Corazza como primer ganador promedió 41 puntos. El sodero de mi vida, con Andrea del Boca y Dady Brieva arrancó con 30,6 puntos de promedio en la pantalla de Canal 13. Videomatch se emitió dos veces por semana y Susana Giménez, solo una.

Pero como la televisión siempre da revancha, los hermanos Borensztein, ese mismo año, estrenaron en la pantalla de Telefe, la segunda temporada de Tiempo final, un unitario -o serie de antología, para usar términos actuales- de suspenso que contaba historias que comenzaban, se desarrollaban y terminaban en tiempo real. El envío sí logró una importante repercusión y además se terminó exportando a distintos países del mundo.

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