Quién quiere ser millonario: Catherine Fulop confesó que cuando conoció a su marido estaba “flojita de papeles”
Desde que llegó a Quién quiere ser millonario, Catherine Fulop desplegó su acostumbrada verborragia e histrionismo, producto un poco del entusiasmo y mucho de los nervios. "Yo no sé si ir porque para algunas cosas soy un poco burra", fue la frase que le dijo previamente a Santiago del Moro y que él deschavó al aire.
Eso sí, a la hora de pasarle factura al resto de los integrantes del Clan Sabatini fue impiadosa: "Mi familia es de lo último, me dejaron sola. Oriana estaba con sus cosas, y el Ova es re bajo perfil. Ya está, salió en la televisión y no quiere saber nada".
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Para relajarse, y antes de la ronda de preguntas, Catherine hizo un resumen de su carrera local. "Llegué aquí el 30 de septiembre de 1993. Es mucho tiempo, es casi la mitad de mi vida. Es mi país, mi hogar, acá está mi familia, mi casa. En Venezuela tengo afectos pero soy argentina. Vine para hacer Déjate querer, con Carlos Mata. Después le siguió Cara bonita. Luego hubo un rollo con las ficciones y empecé a hacer otra cosa, a conducir, a participar de otros programas. En Talento argentino estuve de jurado. Entro acá y es como si entrara a mi casa, porque nos conocemos de toda la vida con los técnicos, con los camarógrafos".
Pero Fulop confesó que no son los únicos recuerdos que le traen los estudios de Telefe. "Al Ova lo conocí por estos pasillos, en un estudio vacío, capaz que este mismo. Era el día de la presentación de elenco y él llega tarde con Alejandra Gavilanes. Los dos en vaqueros, botas, chaqueta de cuero. Y yo veo un morocho altote y digo: ‘Qué bellos, deben ser pareja’. Después me entero de que son amigos. Yo lo veía al Ova y me encantaba, desde el primer momento que lo vi fue una fascinación".
Aunque entonces ella estaba en pareja con Fernando Carrillo, la atracción pudo más. La conductora le contó a Del Moro los detalles de aquel momento, y aprovechó para hacer una confesión: "Los dos estábamos flojitos de papeles. Pero lo que siempre digo es: viste cuando algo se murió y uno le hace el velatorio un día, dos días, tres meses, un año… Y la cosa ya está muerta, lo que había que hacer era enterrarlo. Yo estaba velando a un muerto y no lo terminaba de enterrar. ¿Flojita de papeles? Ok, pero en realidad no tanto".
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