Violeta Rivas: una primera dama del musical
La ductilidad de Violeta Rivas para la actuación, ganada a través de sus trabajos televisivos, la llevó también al teatro, concretamente a la comedia musical. Su primer trabajo en el género fue en 1966, en la cabalgata musical arrevistada Buenos Aires canta al mundo, de Mariano Mores, Francisco Carcavallo y Martín Darre, en la que encabezaba el elenco, segundada por Ubaldo Martínez, Nito Mores, Alba Solís, Eddie Pequenino y Javier Portales, entre muchos otros. Pero su primer gran personaje sobre un escenario fue en 1969 y se lo dio el director y productor Carlos A. Petit. Le tocó el papel de la monja María Rainier en la primera versión local de La novicia rebelde, en el teatro Cómico de Buenos Aires y en el Auditorium, de Mar del Plata. Allí estuvo acompañada por José Cibrián, Thelma del Río, Mario Fontana, Rosa María Isusi y Ricardo Dupont, entre muchos más.
Varios años después, en 1983, trabajó en la comedia musical Para alquilar balcones, dirigida por Enrique Carreras, junto a Mercedes Carreras, Carlos Estrada, Néstor Fabián y Carlos Garaycochea, tanto en Buenos Aires como en Mar del Plata. Y su segundo gran protagónico fue de la manos del director y coreógrafo Ricky Pashkus, en la comedia musical Calle 42, en 1989. Allí encarnaba a Dorothy Brock, una diva en decadencia, a través de la cual Violeta volvió a descollar tanto en lo interpretativo como en lo vocal. Estuvo acompañada en escena por Rodolfo Valss, Daniela Fernández, Diego Jaraz, Adriana Aizemberg y un extenso elenco. Luego vino Gloria (1991), de Ángel Mahler y Jorge Santandreu, dirigida por Alfredo Zemma; y Buenas noches, aunque llueva (1994), dirigida por Enrique Carreras.
"Violeta Rivas se desenvuelve con solvencia y demuestra que, además de tener voz para el canto, su estilo se ajusta con precisión a las exigencias de un texto dramático", señaló Susana Freire en este diario en su reseña de Gloria. "Violeta Rivas es una de las voces más bellas de América y tiene canciones con ‘calderón’, finales que le permiten el lucimiento de su coloratura", dijo por su parte, el gran Leo Vanés, en las páginas de Crónica sobre el mismo trabajo.