Karine Tuil: "El único modo de cambiar la sociedad es debatiendo"
Con su premiada nueva novela, que pronto llegará al país, la escritora francesa abrió una polémica centrada en el consentimiento en las relaciones sexuales
Dentro de una hora más de 200 personas acudirán a escucharla en la sede de la Alianza Francesa de la capital española. Karine Tuil (París, 1972) es un fenómeno editorial en Francia y su fama precede su obra. Su novela Las cosas humanas (Adriana Hidalgo), que acaba de traducirse al castellano y que llegará a la Argentina en junio, obtuvo el premio Goncourt des Lycéens. Aunque sus lectores hispanoparlantes recién podrán acceder al texto a través de esta traducción, su novela ha generado grandes debates más allá de las fronteras y ha intentado iluminar zonas grises de un asunto controvertido. Las cosas humanas indaga en la cuestión del consentimiento en las relaciones sexuales y en las discusiones legales que se dirimen en los tribunales ante hechos de agresión sexual.
Esta ficción, inspirada en un hecho verdadero, narra la acusación que se le hace a un joven francés de clase alta, estudiante de la Universidad de Stanford, cuyo padre es un famoso periodista de televisión y su madre, una intelectual feminista de prestigio.
Alexander es acusado de abusar de una menor de edad en una fiesta donde se mezclan apuestas sexuales, drogas y alcohol. Mila, la víctima, es la hija de la nueva pareja de su madre. Tuil plantea los dos relatos de los hechos en una trama en la que se confrontan la palabra de uno contra la del otro.
¿Hubo una intimidación de la menor por parte de Alexander? ¿Dijo explícitamente “no” la adolescente? “No tenemos la verdad porque no hay una, sino dos verdades. Pero debemos encontrar una verdad judicial”, dice el abogado de la defensa en la novela.
“Veinte minutos de acción”. Esta expresión fue la que pronunció, la que lanzó como un dardo, el padre del acusado en 2016 durante el juicio verdadero, conocido como “el caso Stanford”, ya que el joven era un estudiante de esa universidad norteamericana. El hombre argumentaba que no se podía destruir la vida de un joven solo por “veinte minutos de acción”.
Tuil quiso sumergirse en la cabeza del joven en su novela. Intentar comprender qué ocurría dentro de él, así como también dentro de la psiquis de la víctima.
“El libro aborda el tema del consentimiento, de manera compleja, ambigua, mostrando los diferentes puntos de vista, el de la familia del acusado y el de la víctima. Cuando se publicó en 2019 era algo muy novedoso”, explica a LA NACION la escritora, que tiene formación como abogada y quien siguió de cerca procesos judiciales de violaciones.
“A ella le gustaban las discusiones, las contradicciones, los cuestionamientos, no la simplificación, no la agresividad”, escribe Tuil en la novela sobre Claire, la madre del acusado, heredera de la tradición feminista que inicia Simone de Beauvoir. Se trata de un personaje que ha construido una sólida arquitectura de pensamiento para denunciar la cultura de la violación, pero cuyo mundo se derrumba cuando su propio hijo es acusado de ese delito.
El tema del consentimiento es en la actualidad sensible y candente en diversos escenarios judiciales. Por un lado, hay quienes rechazan todo intento de seducción y, por el otro, quienes sostienen que hay matices en los comportamientos masculinos. “Cuando existen estos debates, las democracias están vivas”, dice Tuil.
El Ministerio de Igualdad español impulsó en 2023 la sanción de la “ley del solo sí es sí”; sin embargo, la norma trajo efectos indeseados y se rebajó la pena de muchos agresores sexuales; incluso algunos fueron excarcelados. “Creo que el libro no ha sido traducido antes al castellano porque aquí había precisamente tantos debates y quizá no era un buen momento para editarlo”, opina Tuil.
Tuil comenzó a escribir Las cosas humanas antes del estallido del #MeToo e incorporó esta ebullición a su novela. “Fue un movimiento de liberación a través de la palabra, un movimiento de transformación social muy importante. Por fin se escuchaba la palabra de las mujeres. Hubo una gran revolución feminista en todas partes que también tocó a Francia, pero que mostró además una fractura interna: el feminismo muy de izquierda, por un lado, y el feminismo que no estaba afiliado políticamente”.
Tuil toma además como trasfondo los hechos ocurridos el 31 de diciembre de 2015 en Alemania, principalmente en Colonia, donde se registró una ola de abusos sexuales (hubo más de 1100 denuncias, la mayoría de ellos perpetuados por inmigrantes pertenecientes a países musulmanes).
En el tercer capítulo de la segunda parte del libro, llamado “El territorio de la violencia”, Claire, ubicada dentro del segundo grupo de feministas, acude a un debate en la radio donde rechaza las acusaciones de ser islamofóbica: “Para mí se trata de actos sin trasfondo político (…) Simplemente, esos jóvenes que provienen de países musulmanes, educados en un ambiente patriarcal muy fuerte, en el seno de sociedades que se rigen por el orden religioso, desconocen completamente los deseos femeninos, y en los más jóvenes hay una verdadera miseria sexual porque en las familias hay muchas prohibiciones”.
Las cosas humanas explora un juicio donde se enfrentan dos versiones: la de la víctima y la del acusado. Tuil recorre minuciosamente los argumentos de cada una de las partes, los interrogatorios, las preguntas ante los 24 miembros del jurado y los laberintos judiciales, así como el pasado de la vida de todos los personajes. Interviene también un personaje abstracto, pero poderoso y clave: las redes sociales como verdugos, antes que como jueces imparciales.
“Las redes sociales no son peligrosas si sabemos usarlas, pero la gente no sabe hacerlo. Ellas revelan lo peor de nosotros, y además se encuentran dentro de un fenómeno de muchedumbre: te exigen que reacciones en caliente y eso puede destruir tu reputación en un tuit, así como podés destruir una vida con una imagen o con una palabra. Las redes se convierten, a veces, en una herramienta antidemocrática cuando supuestamente están para servir a la democracia y ofrecernos libertades”, dice Tuil, quien se alejó por completo de sus redes sociales en 2017.
“Durar, ese era el verbo que concentraba todas las alienaciones existenciales de Jean Farel”, escribe Tuil sobre el padre del acusado. La cuestión del poder es clave en la novela y está atravesada por la lógica de una sociedad donde las mujeres han conquistado derechos, pero aún hay algunas batallas que realizar: “La obsesión de Jean es conservar el poder. Su exmujer, en cambio, está dispuesta a perder su poder económico por amor y su poder social, para defender a su hijo. Mientras ella envejece, pierde el poder, pero mientras él envejece, lo conserva”, explica Tuil.
Las cosas humanas fue también adaptada al cine en una producción dirigida por Yvan Attal, protagonizada por su esposa Charlotte Gainsbourg y el hijo que tiene con la actriz, Ben Attal. Hay algunas diferencias entre ambos discursos (por ejemplo, hay un personaje llamado Françoise, amante de Jean, que ha sido suprimido en el film), pero las diferentes versiones y puntos de vista que propone Tuil han sido trasladas con nitidez a la pantalla.
Las cosas humanas fue y es debatida en escuelas francesas y Tuil ha podido participar de muchos encuentros con jóvenes, una actividad que celebra: “Considero que la literatura por esencia es política y creo que la novela es un instrumento de transformación social porque suscita debates y discusiones. Estoy convencida de que el único modo de cambiar la sociedad es debatiendo. No imponiendo verdades o censurando. Incluso con temáticas conflictivas y peligrosas, estoy convencida de que la novela cristaliza esta fuerza”.