Intimidad
A simple vista, esta escena está más emparentada con lo que se entiende como una costumbre íntima y hogareña que con lo que se espera ver en público. Quizá se trate de otra de las derivaciones de la tan mentada nueva normalidad que promete la etapa "pospandémica" aún por venir: en el año en que nuestros hogares se transformaron en el espacio en el que se cumplen tareas que solían reservarse únicamente al ámbito público y a determinados sitios destinados exclusivamente a tales efectos, vemos que el cambio también sucede en sentido inverso; los territorios de lo íntimo y lo compartido se confunden. Así, es cada vez más habitual salir vestido de entrecasa aun para efectuar trámites para los que antes se dedicaba otro tipo de preparación. No debe extrañar, entonces, ver a alguien casi sin ropas leer el diario en la calle como si estuviera en su casa. Esa distinción ya es ociosa.