Por una ley de salud visual
En nuestro país existen dos tipos de profesionales involucrados en las múltiples patologías que pueden afectar nuestra visión: los médicos oftalmólogos -con quienes los pacientes realizan su consulta inicial- y los profesionales no médicos que intervienen respondiendo a una prescripción efectuada por el médico oftalmólogo (los ópticos técnicos, los estimuladores visuales, los ortoptistas, etc.).
La tarea de examinar los ojos, diagnosticar, prescribir y tratar es exclusivamente médica. La proliferación de "campañas visuales" en distintas regiones de nuestro país en las que el examen visual es realizado por personal que no tiene el título de médico oftalmólogo constituye una seria amenaza no solo para la salud visual, sino también para la vida misma de los pacientes.
En la consulta básica, el médico oftalmólogo no se limita solo a prescribir -de ser necesario- anteojos o lentes de contacto, sino que además puede lograr un diagnóstico precoz de enfermedades asintomáticas potencialmente muy peligrosas. Para ello, hacen falta los conocimientos que brindan los seis años cursados en la Facultad de Medicina para obtener el título de médico, más los tres años de formación en una residencia médica para ser especialista en oftalmología. Son nueve años de estudio e intenso entrenamiento.
Cuando el paciente es examinado por quien no es un médico oftalmólogo, si el paciente logra una visión satisfactoria ya sea con anteojos o lentes de contacto, siente que ha resuelto el problema que lo había movilizado a la consulta y queda con la falsa percepción de que ha completado su "control visual". El paciente asume que sus ojos están sanos, y esto, en muchos casos, puede no ser así.
Aquí están el núcleo y la gravedad del problema. El que sigue es un listado parcial de patologías oculares que pueden estar presentes a pesar de tener el paciente una visión excelente (con o sin anteojos) y no percibir ningún síntoma.
Glaucoma (enfermedad silenciosa con presión intraocular elevada y principal causa de pérdida irreversible de la visión); melanoma de coroides u otros tumores oculares; retinopatía diabética (principal causa de ceguera en edad laboral); lesiones de la retina periférica (posibles generadoras de desprendimiento de la retina); retinopatía por hipertensión arterial; lesiones que predisponen a padecer una maculopatía (principal causa de severa pérdida visual luego de los 60 años); metástasis oculares.
La oftalmología argentina está profundamente involucrada en múltiples programas de asistencia ocular solidaria en zonas alejadas de los centros asistenciales. El Consejo Argentino de Oftalmología, coordinador de muchos de esos proyectos, debería ser el asesor natural de los organismos de gobierno en materia de salud visual. Una ley de salud visual integral que contemple todas las etapas de la vida, desde el control de los neonatos en adelante, y que evite campañas visuales en manos de personal no médico resulta imprescindible. El examen visual ejecutado por personas que no son médicos oftalmólogos genera un serio riesgo no solo para la salud visual, sino también para la salud general de los pacientes.
Profesor adjunto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA); doctor en Medicina (UBA)