Cecilia Incardona: la favorita del kirchnerismo para el tribunal que define las causar por corrupción

Cecilia Incardona se enteró por un llamado telefónico tardío de su progreso en el concurso para integrar la Cámara Federal, un tribunal clave en los casos de corrupción. Subrogando dos fiscalías, tapada de casos de delitos sexuales, violencia contra la mujer y con la actividad aletargada por la pandemia, casi que había descartado sus chances en el concurso de Comodoro Py. La reconsideración realizada tras la primera evaluación, que la había dejado en el puesto 20, le devolvió la fe y fue una especie de revancha ante la subestimación de sus antecedentes profesionales y académicos. Por iniciativa del oficialismo en el Consejo de la Magistratura, quedó en el tercer puesto.

Incardona saltó a la consideración pública cuando se convirtió en la fiscal que investigaba el caso de espionaje contra Cristina Kirchner, Horacio Rodríguez Larreta y una veintena de políticos de todos los colores, dirigentes gremiales, jueces y periodistas. En ese rol avanzó y procesó a la cúpula de la AFI en el gobierno de Cambiemos, integrada por Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.

Hasta ese momento era una funcionaria que venía de trabajar en la Justicia de Tierra del Fuego, con simpatías peronistas aunque sin afinidad con el kirchnerismo, aseguran sus pares. Pese a ello, ahora parece contar con el apoyo de ese sector para avanzar en el concurso. En el sur conoció a su marido: Eugenio Sarrabayrouse, el juez de la Cámara Nacional de Casación Penal al que Cristina Kirchner propuso para la Corte Suprema en octubre de 2015, días antes de dejar la presidencia.

De perfil más técnico que político, según la describen sus colegas, tiene vuelo y criterio propio. Profesó una gran admiración por el exprocurador general Esteban Righi, se indignó y le pareció particularmente injusto su final, cuando fue expulsado durante el kirchnerismo luego de que la Justicia avanzara sobre Amado Boudou por la causa Ciccone.

De 48 años, la fiscal se recibió en la UBA en 1997, realizó especializaciones en la Universidad Católica Argentina y tiene una maestría en Derecho Penal de la Universidad de Belgrano. En 2001 se desempeñó como secretaria en la Justicia federal de Río Grande, Tierra del Fuego, hasta que se convirtió en fiscal y luego jueza de ejecución penal.

Tras concursar, fue elegida para la Fiscalía Federal N°2 de Lomas de Zamora. Le tomó juramento el actual procurador interino, Eduardo Casal, el 11 de julio de 2018.

Con vínculos académicos en la UCES, tuvo una columna sobre acceso a la Justicia en el programa periodístico Derecho al día. Su otro acercamiento a los medios fue cuando publicó un artículo proponiendo una aproximación para el reencuentro entre la prensa y la Justicia.

Es muy activa en la Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público Fiscal de la Nación (Affun), donde trabaja en la organización de eventos de capacitación y en cuestiones ligadas a políticas de género.

“Integra un grupo de fiscales federales no politizados que trabajan bien en la Justicia federal”, la describió un fiscal que no tiene nada de kirchnerista. “Es seria”, agregó un abogado que la tuvo como contraparte, defendiendo a un cliente.

En su trabajo, Incardona se caracteriza por generar vínculos con otros colegas. De hecho, tiene gran relación con el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, fiscal con el que trabajó casos de narcotráfico de particular complejidad. También con Alejandra Mángano, fiscal de Comodoro Py 2002, con quien trabajó temas de trata de personas.

No pudo establecer el mismo vínculo con el juez Federico Villena, de Lomas de Zamora, con quien mantiene tensiones.

En medio de semejante escenario, Incardona busca mantener a raya su bajo perfil y refugiarse en el expediente, para que el estrépito político o el mediático no la alcancen.

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