Desabastecimiento de jueces
No sólo las reservas de petróleo y gas pueden terminarse; también las de buenos jueces. El sistema de selección por concursos está lejos de ser perfecto y objetivo. Cuestionado en el ámbito académico, es inadecuado para elegir a un profesional. Privilegia una dudosa erudición por encima del buen criterio, prudencia, dotes de líder y de organización, de composición y muchas otras cualidades de un juez. Valora exageradamente la especialidad, desatando una fiebre de credencialismo. El Consejo se ha reservado un margen de discrecionalidad muy amplio e inicialmente ocurrieron cosas muy raras (si el sistema fuera riguroso, la integración del Consejo no debería incidir en las designaciones). Tampoco tiene sentido preocuparse por un método perfecto si el semillero es un coto cerrado, nada transparente y sin igualdad de oportunidades: el ingreso en los escalones iniciales de la Justicia. Desde la creación del sistema hasta diciembre de 2004, sólo 13 sobre 123 jueces no provenían de la institución. No asegura buenos resultados y no puede afirmarse que los designados ahora sean mejores que 30 o 40 años atrás. Es cierto que no hay casos escandalosos, pero se cometen errores.
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Si este escenario es preocupante, el horizonte es más sombrío por una razón sobre la que no se reflexiona: nuestros mejores jóvenes ya no aspiran a la Justicia. No es difícil adivinar las causas. Priman el desprestigio y la mala imagen de la institución. También los malos salarios y la carencia de una política salarial racional. Sigue la falta de independencia. Incide el inadecuado sistema de selección. Y también la falta de incentivos como la capacitación y buenas condiciones de trabajo. Ante esta realidad, la discusión sobre la conformación del Consejo de la Magistratura es, de alguna forma, anacrónica, pues poco importa cómo se van a nombrar si no conseguimos que se presenten los buenos candidatos. Más positivo que preocuparse por mayorías, minorías, veto y bloqueo sería cambiar lo que retrae a los jóvenes e instaurar un sistema de selección. El autor adecuado como el que proponemos desde hace 30 años, mediante un curso anual en una escuela judicial. Otro buen ejemplo, para la selección de jueces y para el acceso al Poder Judicial, es el examen de ingreso en la Cancillería, muy riguroso pero muy transparente.
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