Los cuadernos de las coimas: la curiosa historia del auto donde Oscar Centeno llevaba a Baratta y sus bolsos
En 2014, un matrimonio compró a "un mecánico amigo" un Toyota Corolla modelo 2010 color gris y lo usa desde entonces. Esta semana, a raíz de una investigación de Telefé Noticias, esa pareja se enteró de que su auto familiar es el auto que Oscar Centeno usó durante cuatro años mientras trabajaba como chofer de Roberto Baratta, entonces subsecretario de Control de Gestión del Ministerio de Planificación Federal. Es el remis en el que se transportaban bolsos con dinero en los recorridos registrados en " los cuadernos de las coimas".
El vehículo, un sedán compacto con buen espacio interior y buena capacidad de carga, fue comprado por Centeno el 13 de enero de 2010. No estaba a su nombre. Centeno debió poner su auto cero kilómetro al servicio del Estado y se le asignó un funcionario, Baratta, para quien trabajó siempre. Durante cuatro años, Centeno manejó ese Toyota Corolla para llevar al número dos del entonces todopoderoso ministro Julio De Vido de un lado a otro, incluidas la Casa Rosada, la residencia presidencial de Olivos, la casa del titular de Planificación y las sedes de numerosas empresas contratistas de obra pública. Sabía de memoria los gustos, movimientos y costumbres de su jefe. Y los registró en los cuadernos que abrieron una causa inédita sobre los circuitos de sobornos en el kirchnerismo a partir de una investigación de LA NACION.
Según Centeno y según su exmujer Hilda Horovitz, él guardaba el cuaderno que tenía en uso en el compartimento de la puerta. "Era muy detallista, muy prolijo con todo. Con los autos era peor [que con los cuadernos]. Cuidaba el auto más que su vida", aseguró Horovitz a Telefé Noticias.
Centeno vendió ese Toyota Corolla el 22 de enero de 2014. Poco después, un hombre y una mujer compraron ese auto a "un mecánico amigo". Lo usan desde ese momento como auto familiar. Esta semana, cuando se enteraron de que era el auto "de los cuadernos", "de los bolsos", se quedaron pasmados. No lo podían creer.