La larga lucha de una madre, coronada con la condena del femicida de su hija
SALTA (Para LA NACIÓN). Ana Fernández es el nombre de una madre cuya lucha la convirtió en una referente contra la impunidad y trascendió fronteras.
Debió atravesar el dolor de la peor de las pérdidas para un padre, y en ese camino debió enfrentar las imágenes más oscuras de aquel 3 de mayo de 2011, cuando encontró a Cintia, su única hija, con una bolsa en la cabeza, asfixiada, semidesnuda en la cama de su departamento del barrio Parque la Vega, de esta ciudad.
Anoche, en el final del juicio por ese femicidio, el expolicía Federico Condomí fue condenado a 23 años de prisión por matar a Cintia, su exnovia. Fue para Ana un pronunciamiento de la Justicia que en algo restaña esa pérdida que nada podrá nunca borrar. Porque, como un torbellino, ayer mismo, tras la sentencia, reaparecieron en los recuerdos de Ana aquellas imágenes de hace ocho años, cuando salió corriendo desesperada a pedir ayuda, aunque sus piernas temblaban, su piel sudaba frío y la vida le jugaba la peor pasada.
Ese día todo cambió para ella. Con el corazón desgarrado y la fuerza de un huracán enfurecido, esta bioquímica no se dio por vencida. En ese derrotero en busca de justicia fue amenazada, hostigada, presionada y destratada, a veces de manera directa y otras anónimas, como ella misma lo denunció. Pretendían callarla, amedrentarla. Porque Ana no solo señalaba a un policía por el homicidio, sino que no callaba su certeza de que otros uniformados lo habían ayudado para tratar de encubrir el crimen, hacerlo pasar como un suicidio.
La lucha de ocho años fue "desigual", dice hoy Ana Fernández. Debió enfrentar la "corrupción judicial, fiscal, policial y política", como lo explica cada vez que tiene un micrófono enfrente. Es que la causa pasó por diversos vaivenes y, sostiene ella, "atrocidades".
Pero nada la frenó. No temió ante los "abusos, la injusticia, la indiferencia y la pereza judicial". Ayer Ana cumplió la promesa que le hizo a su "hijita" y demostró que Condorí, exnovio de la chica, la mató y con ayuda policial intentó hacer pasar el hecho como suicidio.
En su acusación, el fiscal Ramiro Ramos Ossorio había solicitado 25 años de prisión para el único acusado; consideró que se estaba frente a un femicidio, pero al momento del hecho ese tipo penal aún no existía, a pesar de que los crímenes contra mujeres ya eran un evidente problema social.
Anoche, los jueces Norma Beatriz Vera, Roberto Lezcano y Paola Marocco condenaron a 23 años de prisión a Condorí, que además deberá pagar 6 millones de pesos de indemnización.
Debajo de una campera roja, con la imagen de su hija sonriente en su remera, Ana se desmoronó en llanto en brazos de sus abogados al escuchar la condena. Las lágrimas brotaban en medio de un silencio ensordecedor en la sala de juicio, casi a las 22. Se la vio conmovida, aparentemente frágil, aunque ella reconocería, poco después, que era la.manifestación de la paz que la abrazaba tras un largo y sinuoso camino de lucha judicial.
Encubrimiento policial
No es un caso más. Develó el encubrimiento policial y la presunta responsabilidad política para influenciar en la justicia. Es que la fuerza de seguridad depende del gobernador de la provincia, cargo que ostenta Juan Manuel Urtubey - referente de Alternativa Federal que aspira a la presidencia de la Nación- desde hace tres períodos.
Parece haber habido una cadena de causalidades alejadas de la ley. Para el abogado de Fernández, Pedro García Castiella "los policías contaminaron la escena del homicidio, plantaron pruebas, siguieron investigaciones absurdas, pretendieron direccionar los seis primeros meses de la investigación y entorpecieron la causa de diversas maneras incluso investigando a la madre de la víctima". Tan evidente fue la intención de ¨encubrir¨ que en un momento de la instrucción el juez a cargo cambió el equipo de investigaciones, recalcó en varias oportunidades.
Pero las inconsistencias afloraran durante el juicio. Así fue que tres de los testigos fueron detenidos durante el proceso oral por el delito de falso testimonio e intento de encubrimiento, dos de ellos, Calixto Mamaní y Gimena Núñez, agentes policiales. El tercero fue José Antonio Oroño, administrador del complejo donde vivía Cintia.
"Nunca me equivoqué desde que denuncié la corrupción policial en la causa de mi hija", dijo Ana Fernández. "Siento paz en mi corazón, en mi alma. Tras tantos años de espera de una justicia que me mantuvo en todo este letargo y que si no le hubiera dado esta lucha que le di, a brazo partido, hoy la causa de mi hija estaría con otra carátula", opinó esta madre antes de que se iniciara el juicio.
Tras la condena para Ana Fernández "empieza una nueva etapa, ya que analizó junto a la fiscalía impulsar un nuevo juicio de encubrimiento contra la cúpula policial de la provincia", como detalló a este medio.
¨Quedo en paz con los 23 años de condena por homicida y encubridor así que ahora en paz, le digo a mi hijita que la dejo volar, vuela alto hijita, Mamá hizo justicia¨, declaró a La Nación Fernández con la mirada calma y la voz entera.
Cada viernes al caer la tarde en la ciudad de Salta, Ana, parlante en mano, lidera la marcha de familiares contra la impunidad, alrededor de la plaza principal, frente a la mirada de turistas y locales.
Ana es reconocida a nivel internacional porque no sólo se abocó a su caso, sino que impulsó la Fundación ¨Cintia Fernández" para acompañar a las familias que perdieron hijos, padres, hermanos, y necesitan asesoramiento legal, psicológico y apoyo moral.
Ana lo logró. No sucumbió.
Ana, honró a su hija. Honró a todas las hijas.
Más leídas de Seguridad
Decisión de la Justicia. Liberaron a Tiago Palacios, pero no podrá conducir vehículos durante un año
En Ezeiza. Detuvieron a dos jóvenes bolivianas que intentaron viajar a Europa con pasaportes argentinos falsificados
Cubiertas "pesadas". Llevaba casi 25 kilos de cocaína ocultos dentro de las ruedas del auto