"Pesadillas que hacen que reviva lo peor"
BAHÍA BLANCA (De un enviado especial).- Sonia Molina empezó a sentir que volvió a ser ella . Recuperó el vínculo cotidiano con su pequeña hija y volvió al circuito laboral con el cuidado de un adulto mayor. Pero aquellos casi cuatro meses de 2012 puro horror y sometimiento en la casa de Estefanía Heit y Jesús Olivera le dejaron huellas difíciles de olvidar.
"A veces aparecen recuerdos durante el día; otras, pesadillas que hacen que reviva lo peor de lo peor. Aparece a cada rato, con los rastros de golpes o quemaduras", dice a LA NACION, y ríe cuando destaca que la única marca en su cuerpo que la alegra es la que le quedó en una de las piernas. "Es de cuando me escapé por la ventana y salté por el paredón. Es la cicatriz de mi libertad."
Lo sucedido no le quita la fe religiosa. "Lo que padecí no me lo hizo Dios sino Jesús Olivera", aclara. A pesar de la tensión y desgaste del juicio, luce tranquila y segura. Recuperó su peso y está lejos de aquella imagen esquelética de cuando entró en el Hospital Municipal de Coronel Suárez, al que llegó con 20 kilos menos.
Ayer pasó otra instancia crucial en su vida: ver condenados a quienes tanto daño le hicieron. Molina dice que de ninguna manera olvida. "Una aprende a convivir con esto", insiste. Y celebra la condena porque entiende que personas como Heit y Olivera "vuelven a la calle y hacen lo mismo con otras" como ella.
No siente "absolutamente nada" por la periodista y el pastor, a los que calificó como "enfermos que deben estar presos". Y da por seguro que a ella la querían ver muerta: "Todavía los escucho decir que me iban a mutilar, a despostar". Recuerda que entonces sólo pensaba en su hija, en escaparse y en denunciarlos. "Hoy puedo decir que lo que luché tuvo sentido", concluyó.
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